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23 DE NOVIEMBRE
BITÁCORA DE SUEÑOS
Suaves olas recorren el campo de hierba alta, meciendo las flores de papel rojo a la deriva, rompiendo tiernamente en mi cintura y la de ella, vestida con una camiseta incolora anudada sobre el ombligo.
Elijo una amapola grande y fofa y se la doy, y ella la lleva entre dos dedos hasta su cara, pero la brisa desensambla los pétalos tan pronto como sus labios de terciopelo la tocan. Hay algo raro en ella. En la manera en que su piel de chica normal brilla bajo el sol como una polaroid quemada.
Estoy sentado leyendo una revista bajo el repicar de cacharros de cocina meciéndose al viento. Mi parada es un insecto entre mastodontes de vidrio y acero. En el mostrador, ante un bol de fideos, al yupi se le acaban de caer los palillos.
El libro se me cae de la mano.
Caigo. Y el monstruo viene tras de mí blandiendo su horca, y me encojo, esperando que esta vez no duela mucho, pero siempre duele muchísimo.
CÁMARA DE SEGURIDAD: INFORMÁTICA Y ELECTRÓNICA RAY’S
23-11-1995 JUE 10:01
Una chica con una sien rapada y un montón de metal colgando de la oreja explora las estanterías de atrás. La MUJER con el chaleco de plumas y el gorro de lana se pone detrás del mostrador.
MUJER: Oh, mira quién hay aquí.
NIAMH: [La saluda con la mano, continúa mirando cajas.]
MUJER: [Llamando dentro.] ¡Sam, es la chica de Axton House otra vez! [A NIAMH.] Hace días que no veo a tu hermano; ¿cómo le va?
NIAMH: [Se limita a asentir con la cabeza.]
[SAM, bajo una gorra y taza de café en mano, se une a la mujer.]
SAM: ¡Ey, qué tal! Comprándonos un nuevo juguetito, ¿eh? NIAMH: [Flashea una rápida sonrisa en su dirección.]
[Finalmente elige una caja, se aproxima al mostrador, empieza a rebuscar en su cartera. Sam le pasa la caja a la mujer.]
SAM: ¿Y qué tal ese kit de seguridad que te conseguimos?
NIAMH: [Una mano eleva un pulgar mientras la otra saca unos cuantos billetes.]
SAM: Sí, yo tengo el mismo desde hace seis meses. A todo color, sonido, una cinta al día…
MUJER: [En la caja registradora.] Doscientos noventa y cinco, cielo.
NIAMH: [Empieza a contar dinero sobre el mostrador.]
SAM: [Inspeccionando el producto.] ¿Otra cámara? Tengo ganas de ver esa peli que estás haciendo. Va a ser un taquillazo.
MUJER: [Cogiendo el dinero.] Muchas gracias.
SAM: ¿Habrá fantasmas?
[Niamh se detiene; mira al hombre.]
[Un segundo indeciso se queda ahí, rezagado, ponderando si transcurrir o no, y finalmente lo hace.]
SAM: [Entregándole el producto.] Era broma.
NIAMH: [Coge la bolsa, sonriente, les dice adiós con la mano y emprende el mutis.]
MUJER: Hasta otra. ¡Saluda a tu hermano!
SAM: [Juntos.] ¡Disfrútala!
[Esperan, siguiéndola fuera de plano hasta que la campanilla de la entrada se oye dos veces.]
MUJER: [Ahora fría.] Eres imbécil.
SAM: ¡Estaba siendo amable!
CÁMARA DOMÉSTICA
Una acuarela borrosa de objetos indecisos se transmuta laboriosamente en Virginia, con una gran casa en primer plano y un invernadero y la brisa soplando sobre el micrófono. Entonces el paisaje oscila livianamente y la cámara se mueve hacia adelante con el sonido quejumbroso de tierra hollada por unas Converse, y así como de paso hace zoom sobre la enredadera artrópoda que se desliza por las ventanas, y sobre las muchas lamas rotas en las persianas de madera podrida, pero la calidad de la imagen no llega a capturar la belleza de su fealdad. Así que la cámara sigue planeando por la explanada de charcos de lluvia resacosa rumbo al muro verde que hay al fondo del jardín, luego vira a la derecha hacia el patio desierto de la casa antaño alegre que mira cansada a la cámara como una abuela cascarrabias sonriendo fugazmente solo para el álbum, hasta que la cámara se vuelve de nuevo, hechizada, hacia la verde mancha magnética del seto que traza el perímetro del laberinto, y es atraída hacia la entrada en el centro, más y más cerca, hasta distinguir cada pedacito de pintura blanca descascarillándose del arco de hierro que sostiene el dintel de seto sobre ella.
Y al otro lado, la cámara comprueba los dos pasajes a la izquierda y los dos a la derecha y, abajo, la miríada de hojas muertas y carcasas de insectos allí donde las zapatillas Chuck Taylor de Niamh se encuentran con el suelo al entrar en plano por primera vez y empiezan a andar, tomando el primer pasaje a la derecha.
Allí un túnel de paredes verdes se extiende como un largo callejón sin salida, pero la cámara se adentra en él de todos modos, con la esperanza de descubrir una rendija en uno de los muros, cosa que ocurre, y entonces rodea el muro por la izquierda, descubriendo otro pasillo verde, y la cámara panea a lo largo de este, hojas discurriendo en un batiburrillo, como un enjambre de abejas verdes, pasos de goma cogiendo ritmo; luego dobla a la derecha antes del final, mira a la derecha, elige la izquierda, dobla a la derecha otra vez y aminora mientras avanza balanceándose al vaivén. Luego una media vuelta a la izquierda. Luego la cámara, cabizbaja, mira al suelo, micro acercándose al sonido apetitoso de hojas crujientes, suelo discurriendo en un zigzag demasiado rápido para el enfoque automático, hasta llegar a una plaza donde la cámara se postra ante escultura helada que hay en medio.
Es Ariadna, sentada contra la pantalla del cielo desintonizado, su piel de mármol ennegrecida entre los labios por el moho, y sus dedos deshaciendo un ovillo de lana petrificada. [Stop.]
Mira arriba al arco de hierro de la entrada. La cámara se agacha. Una mano de venas suaves entra en el encuadre, con pulseras de macramé colgando de la delicada muñeca, y esa mano coge una ramita y dibuja una flecha en la tierra, señalando a la izquierda. Entonces las Chucks siguen la flecha, recorren la longitud de un largo pasillo. Doblan a la derecha al final, y la cámara vacila ante la opción múltiple que se le ofrece a cada lado. Y mira abajo otra vez, y la ramita dibuja una flecha a la izquierda. Las Chucks siguen la flecha. [Stop.]
Una Chuck borra la flecha. La rama, como el índice de una Baba Yaga, traza otra flecha en el dulce y pútrido suelo, apuntando en dirección contraria. Las Chucks la siguen, corren a lo largo de otro túnel verde y se detienen ante una nueva bocacalle a la izquierda. La ramita dibuja una flecha apuntando a esta. [Stop.]
La Chuck borra la flecha, luego pivota ciento ochenta grados y corre hasta el fondo del siguiente callejón sin salida. [Stop.]
La ramita dibuja una flecha en alguna parte. [Stop.]
La Chuck borra una flecha distinta, da media vuelta. [Stop.]
La cámara mira al cielo, anhelando otro color. [Stop.]
Respiración agitada satura el micro. [Stop.]
Una libreta yace en el suelo, mostrando un fragmento del laberinto inacabado a lápiz en la página de arriba, tras la pared en miniatura de hojas ocres en alta definición, sus bordes nítidos mordisqueados por insectos del tamaño de granos de azúcar. Los muros paralelos de un pasillo verde desenfocado se pierden en la distancia. Entonces Niamh silba, rozando el rojo del audio, y cuando las ondas de sonido se asientan, puede oírse una urraca echando el vuelo, temiendo que la arrolle la locomotora.
Lentamente el silencio cubre la escena, como la sombra de una nube de lluvia madura entrando por el norte. Niamh silba de nuevo. Esta vez no intimida al silencio por mucho tiempo.
Niamh salta dentro del plano, corriendo, y alcanza el punto en el pasaje por donde Help llega atravesando el muro verde de la izquierda, y abraza al perro, le besa la cabeza, y Help le corresponde lamiéndole la cara, y sigue a Niamh felizmente cuando ella corre de nuevo hacia la cámara, que tiene tiempo de enfocar el barro en la punta de las Chucks como el moho en los labios de Ariadna antes de que Niamh la agarre, y confusamente registre los últimos momentos en el laberinto mientras Help y Niamh reptan por el boquete en el seto donde— [Stop.]
GRABACIÓN DE VÍDEO
BIBLIOTECA JUE 23-NOV-1995 13:02:26
NIAMH sentada en el suelo, acariciando a HELP, mientras A. refunfuña.
A.: ¡Pero te lo he dicho, y te lo sabes de memoria! ¡Es derecha, derecha, izquierda, derecha, recto, derecha, y llegas al centro!
NIAMH: [Estampa la libreta en el suelo, escribe con ira. Muestra la página.]
A.: [Después de leer.] Quieres hacer un mapa del laberinto entero. ¿Por qué?
[Niamh se levanta, va hasta el escritorio, coge el mensaje cifrado dirigido a Caleb, y con el dedo traza un camino imaginario por las letras.]
A.: [Dándose cuenta.] ¡Oh! [Luego, más suave.] Oh. [Más perplejo que interesado.] Vale. Buena idea.
NIAMH: [Escribe.]
[Un buen rato.]
[Luego lo muestra.]
A.: Sí, ya veo lo que dices. Y tener un mapa de tu propio laberinto en casa no es sospechoso.
[Ella se relaja. Le mira como esperando instrucciones.]
Vale, así que deberías… hacer una foto aérea. ¿Se ve el laberinto desde la torre?
NIAMH: [Niega.]
A.: No. Podríamos atar una cámara a una paloma; lo hacían en la Primera Guerra Mundial.
NIAMH: [Escribe. Luego lo muestra.]
A.: Niamh, te he dicho que era una buena idea; ¿qué más quieres? ¿Que me haga una paja con ella?
[Tras una elipsis, Niamh se gira irritada y se va por el oeste, dando un portazo.]
[Help la sigue poco después.]
[Ante la marcha del perro.] Sí, claro, ponte de parte de tu madre.
CÁMARA DOMÉSTICA
Un amplio cielo novembral llena la pantalla, su margen inferior agrietado por las falanges de árboles distantes como los bordes de un espejo muy antiguo. El aire impertinente sopla sobre el micro. De vez en cuando se oye el aleteo de una bufanda ondeando al viento.
La cámara alza la vista al ser levantada y ve una columna de ladrillo, con una cuerda atada alrededor, y después retrocede para mostrar que la columna de ladrillo es en realidad una chimenea, tan alta como el cámara, brotando del tejado en el punto mismo en que el alero de doble pendiente se inclina aún más, cayendo a un ángulo aproximado de sesenta grados. La cuerda que sobra, saliendo del nudo en la chimenea, se mece al viento, y la cámara panea al este, donde la pendiente más suave del alero le permite ver todo el tejado: un campo de pizarra azul puntuado de chimeneas incoloras y la silueta de una torre al fondo. Y mientras tanto, la cuerda es pasada por encima de un pararrayos, y la mano de Niamh tira suavemente de ella, haciendo que el cáñamo frote el metal con un sonido ronco como de serrucho, pelando la herrumbre, y la cámara se gira, y a apenas medio palmo de la punta blanca de las Chucks, el tejado cae en picado. [Stop.]
La cámara reposa ahora más baja, fija en los estratocúmulos que velan el cielo por el oeste, con la bufanda de Niamh azotando la lente de vez en cuando, agitada por el viento ululante; y entonces, como un vagón de montaña rusa encaramado al punto más alto y enfrentándose por primera vez a la caída más honda, la cámara se asoma al borde del tejado, justo antes de la pendiente. Está sentada en la falda de Niamh, detrás del par de Chucks temblando de emoción al final de dos piernecillas en leggings a rayas.
Las zapatillas en primera fila reptan lentamente, descendiendo por las tejas azules que ahora llenan el plano picado mientras—
CLANG. El trineo entero, compuesto de piernas y Chucks y bufanda y cámara, baja disparado en una línea oblicua, enfila el lomo de una buhardilla, salta, el cielo vacío llena el plano por una fracción de segundo, aterriza en el tejado de nuevo y baja aún más hasta que los talones de Niamh se clavan en el borde de la fachada del edificio que sobresale un centímetro por encima del canal de desagüe al final de la pendiente, y milagrosamente las Chucks y las piernas y la bufanda y la cámara se paran.
Y el pararrayos roto llega poco después dando tumbos, no se para, cae del tejado y se oye cómo rebota en el suelo, muy lejos.
*
SALA DE MÚSICA JUE 23-NOV-1995 14:46:08
[A. deja de escribir al oír un CLANG procedente del exterior. Abre la cristalera y llama, asomado al porche.]
A.: Niamh, ¿estás haciendo algo estúpido?
*
El aire permanece boquiabierto. La cámara es levantada, y sostenida en vilo por encima del tejado como Simba en las manos del mono y registra los abedules descoloridos del fondo, y un laberinto color esmeralda. Zoom in.
*
(En el vestíbulo, yo con un pararrayos.)
—¿Estabas en el tejado ahora mismo?
(Asiento.)
—¿Tú sola?
(Asiento.)
—Guao. Buen trabajo.
GRABACIÓN DE VÍDEO
SALA DE MÚSICA JUE 23-NOV-1995 22:37:15
EL fuego crepita en la chimenea. Platos sucios en el suelo. A., NIAMH y HELP tumbados boca abajo en la moqueta, viendo Urgencias.
A.: Oh, venga ya. Expediente X es mucho mejor que esto. Scully está enamorada de Mulder y no necesitamos escenas con música de piano para saberlo. Está ahí. Está en la manera en que le dice «Mulder, estás loco»; sus ojos dicen «te follaría el alma». Eso es tensión sexual. No esto. Esto es porno emocional.
[Sorbe de su Cherry Coke.]
Scully es toda la subtrama romántica que necesito.
[Siguen viendo la tele.]
GRABACIÓN DE VÍDEO
COCINA VIE 24-NOV-1995 05:13:14
Las luces SE ENCIENDEN con un bostezo.
(La cocina: Streamline Moderne en acero inoxidable y electrodomésticos plateados, alineados hombro a hombro con vigas de madera y ventanas con paneles y un horno de ladrillos rojos.)
[A. llega desde el vestíbulo. Abre la nevera. Coge un vaso del escurreplatos. Se sirve leche, de pie junto a la encimera.]
[Las luces parpadean de nuevo. A. alza la vista.]
[Las luces se vuelven más brillantes.]
A.: [Cansado.] ¿Ahora qué?
[El brillo zumbante satura todos los blancos de la imagen, creciendo en un aura luminosa como ascuas heladas.]
[Un tubo fluorescente al fondo explota, salpicando chispas, y se hace trizas en la encimera. A. se gira en esa dirección mientras el vídeo se inunda de blanco ardiente y el audio quema con un zumbido atronador. A. se tapa los oídos, grita.]
¡¿Pero qué coño te pasa?!
[La imagen está quemada, enteramente blanca, devorando la última sombra que se distinguía, vagamente humana. No donde estaba A.]
[Los fluorescentes estallan como disparos.]
[La luz y el ruido reculan, dejando a su paso un charco de leche y cristal y a A. tendido en el suelo, inconsciente.]
05:20:00
[No ocurre nada más.]