22 DE NOVIEMBRE

BITÁCORA DE SUEÑOS

El bebé se agita, con la cabeza hundida en el pecho de la mujer latina, y espero que mis latidos no perturben su sueño mientras mi otra mano apunta con la recortada a los cajeros que siguen manos arriba tras las ventanillas. Moscas estúpidas revolotean cruzándose en la trayectoria prevista de la bala.

Me arranco los tubos del brazo. Un pequeño Estigia de sangre resbala por mi muñeca. Azulejo industrial verde.

La estudiante china se sienta al piano, tocando las teclas de una en una y escribiendo ideogramas en una libreta.

Y las cuatro notas fluyen por una riada ultravioleta de bailarines, moteada de sonrisas blancas y tiras blancas de sujetador. Y soy disparado como un torpedo hacia la superficie a lo largo de un rayo de sol y escupido fuera del mar encrespado a una tormenta de nubes cromadas, y la tabla de surf bajo mis pies corta como un escalpelo una ola abovedada como un anfiteatro de mil millones de toneladas de agua salada enroscándose sobre mi cabeza y siento que soy Dios.

(Luego viene lo del ojo, y luego la horca otra vez.)

GRABACIÓN DE VÍDEO

SALA DE MÚSICA MIE 22-NOV-1995 10:57:38

A. duerme hecho un ovillo en el sofá.

[Entra HELP al trote, directo al bulto que respira. Trepa por el sofá y olfatea el cuerpo. Con la cabeza ladeada, contempla a A. y le da un suave toque con la pata. A. no se mueve.]

[Help se va por la puerta del salón de baile.]

*

BIBLIOTECA MIE 22-NOV-1995 10:59:01

NIAMH está sentada en el despacho, con la carta cifrada ante ella. Con un lápiz, rodea grupos de caracteres, como en una sopa de letras.

[HELP llega deambulando desde la galería y se sienta junto al escritorio, expectante.]

12:51:13

[Niamh, en un ataque de frustración, arroja el lápiz contra la librería de enfrente.]

[Help recoge raudo el lápiz y se lo ofrece a su ama.]

LIBRETA DE NIAMH

(Gordon’s, almorzando, con la carta cifrada.)

—Creo que es una rejilla.

—¿Qué es una rejilla?

—Como en Misterios de Pekín?

(Hago agujeros en una servilleta y la pongo sobre la carta.)

—Ya veo: las letras que se ven por los agujeros son el mensaje. Así que Caleb ha de tener una tarjeta perforada para leerlo.

—Y Ambrose también.

—¿No es muy obvio, tener una tarjeta perforada por ahí?

(Me encojo de hombros.)

—Y además, la carta ya es bastante corta. Si solo cuentan unas pocas letras, ¿cómo de largo es el mensaje real? ¿Tres palabras?

—Strückner no necesitó más.

—Ya, supongo.

—Crees que me equivoco.

—No, no creo que te equivoques. Quizá sea una rejilla. Solo digo que Ambrose no tendría una tarjeta perforada en su escritorio. En ninguno de ellos. Para empezar, la habríamos encontrado.

—La destruyó?

—No, porque tampoco es un objeto de un solo uso. Caleb necesita la misma rejilla para leerlo, así que es algo que ambos tienen, o saben. Quizá no sea un objeto físico, sino una regla. Tipo: lee cada cinco letras, o tres adelante y dos abajo, o como el caballo en el ajedrez. Mira los pasatiempos del periódico; igual hay más ideas.

(Encuentro un artículo en periódico. Se lo enseño.)

—Sabíamos ESTO?

UN ARTÍCULO EN EL SOUTH VIRGINIA COURANT, 22 DE NOVIEMBRE DE 1995

100 muertos al mes en secuelas del genocidio en Ruanda

Meredith Cohen, Associated Press

KIGALI— Alrededor de cien tutsis ruandeses son asesinados cada mes por refugiados hutus asentados en el este del país vecino, Zaire, desde donde hacen incursiones a Ruanda y amenazan con socavar el joven gobierno.

Pese a que la llegada al poder del izquierdista Frente Patriótico de Ruanda (FPR) en julio de 1994 puso fin, teóricamente, a cien días de genocidio, las tensiones étnicas no han disminuido entre la mayoría hutu y los diezmados tutsis bajo el gobierno conciliador del nuevo presidente ruandés, Pasteur Bizimungu.

Los génocidaires que huyeron del país, supuestamente por temor a represalias, se han asentado en masivos campos de refugiados al este de Zaire, desde donde continúan lanzando ataques contra los tutsis en la provincia de Kivu del Sur y realizando violentas incursiones en territorio ruandés.

«[El dictador zaireño] Mobutu no solo permite y apoya esos ataques, sino que planea debilitar nuestro nuevo estado para conquistarlo», denunció Henri Umutoni, portavoz del gobierno de Kigali.

El genocidio ruandés de 1994, perpetrado por miembros de las FAR (Forces Armées Rwandaises) y milicias de hutus extremistas (Interahamwe), acabó con la vida de entre medio millón y un millón de tutsis y hutus moderados en todo el país.

CARTA

Axton House

Axton Rd. 1

Point Bless, VA 26969

Querida tía Liza,

Perdona el silencio. Me acabo de dar cuenta de que A. no ha escrito en los últimos 2 días. Apenas le veo escribir. Lee y duerme casi todo el día. Las noches se están haciendo difíciles. Ayer fuimos a Midburg para visitar a la psicoterapeuta de Ambrose. No me cayó bien. A él sí. Pagó por una sesión y todo. No ha mejorado de momento. Dijo que era masona. Hay mujeres masonas?

Me ha dejado a mí a cargo de descifrar el mensaje en clave a Caleb (te contó lo del mensaje, verdad?) y él se dedica a leer sobre lo que hablaban las cartas de Ambrose y la Dra. Belknap (ese es su nombre): alemanes chalados intentando transmitir pensamientos con cables y tal; telepatía conductiva, dijo la Dra. B. Encontró la bibliografía en la biblioteca, pero casi todo está en alemán. Ojalá Strückner estuviera aquí. Me cayó muy bien. Podría ayudarme a cuidarle. Él no me deja ayudarle. Me despierta por la noche hablando en sueños y no me atrevo a despertarle porque se cabrea conmigo, como si interrumpiera. No descansa nada y luego se va durmiendo por la casa y su ojo aún está todo rojo y no quiere que le haga fotos. Le propuse cambiar camas y me dijo que me fuera yo al 2º piso! Deberías decirle algo. A ti te escuchará.

Te echo mucho de menos. Ojalá estuvieras aquí.

Besos,

Niamh

DIARIO DE A.

Pues claro que es insoportable que te arranquen un ojo y te empalen contra el suelo cada noche. Joder, es una agonía.

Pero anhelo el resto. Deseo la mirada de orgullo de la chica en lencería al volante. Deseo la paz del lector árabe que muere. Deseo el calor de piel de albaricoque de la pelirroja bajo las mantas, y oír su amor a oscuras.