XXVI

Dionnai, conde de Maivail, moviéndose lentamente a gran altitud, le explicó la situación al barón Kram Angstat, al tiempo que el flujo de hidrofusores surgía de su nave.

—Ofrece a un hombre, largo tiempo desdichado, su más caro anhelo, y no lo rechazará. Primero, habrá peleas porque faltarán hidrofusores. Después, habrá toda clase de santuarios particulares donde podrán hacer lo que deseen, gracias al refugio, y escapar a las consecuencias, gracias a los correctores. Sólo después de muchos años de entregarse a todos los excesos y cometer grandes imprudencias comenzarán a ver los fallos de tal situación. Mientras tanto, olvidarán sus otras habilidades. El resultado, Angstat —exclamó entusiasmado—, será una completa desintegración.

Se le ocurrió una súbita idea. No la pregonó. Pero una mirada al rostro de Angstat le hizo comprender que también el otro pensaba lo mismo.

—¿Pudo habernos ocurrido esto mismo a nosotros hace muchos años? —pensó, confundido.