X
Dionnai, conde de Maivail, colocó su bota sobre el travesaño.
—Soberbio, Choisoiel.
Eligió una menta de color azul pálido, con motitas de plata, y se retrepó plácidamente.
Angstat suspiró y mordió otra delicadamente.
Choisoiel les dio las gracias respetuosamente por los cumplidos que le habían prodigado, y comenzó a llevarse todas las cosas del servicio.
Maivail y Angstat se contemplaron mutuamente, con expresiones resplandecientes. Ambos habían tenido la misma idea y hablaron al unísono.
—El perfecto final de un...
El «Bum» sonó muy fuerte y aún creció de tono. Sus asientos se vieron levantados y arrojados de nuevo al suelo pesadamente, y el muro fronterizo se abombó hacia ellos.
Ferrard Choisoiel se arrojó entre Maivail y el muro.
Maivail y Angstat se levantaron, con las manos en las culatas de sus armas.
El muro se incendió y un resplandor blanco lo iluminó todo.
Maivail contempló el incendio, mientras una brillante y blanca lanza de destrucción saltaba de su instrumento hacia el caos.