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Dionnai, conde de Maivail, colocó su bota sobre el travesaño.

—Soberbio, Choisoiel.

Eligió una menta de color azul pálido, con motitas de plata, y se retrepó plácidamente.

Angstat suspiró y mordió otra delicadamente.

Choisoiel les dio las gracias respetuosamente por los cumplidos que le habían prodigado, y comenzó a llevarse todas las cosas del servicio.

Maivail y Angstat se contemplaron mutuamente, con expresiones resplandecientes. Ambos habían tenido la misma idea y hablaron al unísono.

—El perfecto final de un...

El «Bum» sonó muy fuerte y aún creció de tono. Sus asientos se vieron levantados y arrojados de nuevo al suelo pesadamente, y el muro fronterizo se abombó hacia ellos.

Ferrard Choisoiel se arrojó entre Maivail y el muro.

Maivail y Angstat se levantaron, con las manos en las culatas de sus armas.

El muro se incendió y un resplandor blanco lo iluminó todo.

Maivail contempló el incendio, mientras una brillante y blanca lanza de destrucción saltaba de su instrumento hacia el caos.