UNA PEQUEÑA NUBE PASAJERA
Sin embargo, Juliano no estaba satisfecho con
todo esto.
Quería más. El deseaba erradicar de raíz y
para siempre al cristianismo, pero de una forma astuta para no
fallar como antes lo habían hecho sus antecesores. Por esto, el
emperador emite un edicto en el que se prohibía a los cristianos
dar enseñanza regular y recibirla. De esta forma, Juliano
pretendía, que al cabo de un par de generaciones, cortar el hilo de
su tradición cristiana, creando así el olvido y por tanto ya sin
memoria, podía descalificarlos para acceder a puestos importantes
en el Estado. Por otro lado, creó una jerarquía semejante a la
cristiana para los cultos paganos, con la finalidad de otorgarles
una solidez organizativa que pudiera competir efectivamente con la
Iglesia. Así, en lugar del papa, se hallaba nada menos que el mismo
emperador a la más antigua usanza donde el monarca era a la vez
supremo sacerdote. Tam bién hizo lo posible por atraer al pueblo a
los santuarios, casi abandonados e introdujo en ellos cátedras de
esoterismo. Además impulsó la caridad por medio de instituciones
filántrópicas paganas que ayudarían a los más pobres y necesitados
con la ayuda de fuertes donaciones estatales.
En resumen, Juliano prácticamente se
constituyó en un reformador de la religión pagana, tomando lo mejor
del cristianismo como modelo. Pero no contento con esto, escribió
varios tratados de filosofía donde argumentaba inteligentemente
contra los cristianos.
No obstante, había algo con lo que no contaba
Juliano: el paganismo había muerto en los corazones de la gente
desde hacía mucho y no por culpa del cristianismo, sino porque su
ciclo ya estaba cumplido. Así por más que se esforzó, fue imposible
revivir el cadáver. El papa Atanasio, quien fue enviado al
destierro por el propio emperador, comentó sarcásticamente sobre lo
sucedido: "Esto es solo una nube pasajera".

El papa Anastasio, enviado al destierro por Juliano, comentó con sarcasmo que aquel revés era solo una nube pasajera y tuvo razón porque un año después el emperador murió luchando contra los persas.
Y cuanta razón tuvo este doctor de la
Iglesia, pues en el año 362, Juliano se vio obligado a partir a
Oriente para combatir a los persas y tan solo un año después es
alcanzado por las flechas de los enemigos, cuando solo tenía 32
años de edad. Cuentan las leyendas que, en medio de su agonía,
Juliano le pidió a su médico particular y amigo íntimo que
consultara con el oráculo de Apolo, en Delfos (el más importante
del imperio), sobre los acontecimientos futuros. Fue esta la
melancólica respuesta registrada en las crónicas:
"Ve y di a tu amo:
El célebre templo es un montón de ruinas,
Es todo lo que queda de la mansión de Apolo:
El laurel profético ha desaparecido,
La fuente de la profecía se calla,
Desde que el agua rumorosa se ha agotado".
El célebre templo es un montón de ruinas,
Es todo lo que queda de la mansión de Apolo:
El laurel profético ha desaparecido,
La fuente de la profecía se calla,
Desde que el agua rumorosa se ha agotado".
En efecto, el agua rumorosa de las antiguas
tradiciones se iba secando. La cristiandad había vencido, pues poco
tiempo después (luego de algunos emperadores desechables) subiría
al poder Teodosio y sálvese quien pueda.