Y si bardo yo fuera,
e inspirador como un poema
que mi alma expusiera
a estos vientos que te airean;
y si despertarte de la muerte,
reencarnándote de ella,
sabiendo adivinarte
como un fulgor que desespera
de un pálpito, otra vez tu mirada,
la vida viera.
Pero como bardo no soy,
hazme tú el favor.