SERÍA EL ANIMAL QUE DEVORA
Sería el animal que devora sin piedad y con abundante inquina, considerado como un usurpador que acaba con la vida bajo palio, y de órdenes supremas adorna las habitaciones de esa agreste imagen. Al costado, una espada brillante de abalorios actúa de opresora, surca el sobrio viento de los olivares humillando el paisaje de anacrónicas figuras hechas de caña y de barro que con los días se habrá endurecido.
No son peores aquellos consejos que estos, que para enterrarme me sobra con mis manos. ¿Hoy, echaré de menos a mis enemigos? (Te sorprendería de cuánto me engañaron los amigos).
Hay una ciudad que entra por los ojos, solicita reinos de luz siempre acompañados de ese dulce misticismo que enturbia los campos donde se expande la vida.
Tan sólo, escasas noches servirán para estas ceremonias, otras ya se desplazaron hacia aquellas bocas de volcán.
Todo es expectación: algunas aves comienzan a construir sus nidos sobre antiguas cenizas.