RIGOR MORTIS
Nunca supe o me causó un interés necesario,
el hurgar en el lecho de los momentos precisos.
Vagué, ciertamente, otras veces por estas calles
donde los días ajustados desvelaban las noches;
me entregué tantas veces al pie de estas farolas
con los momentos merodeando en claros de luna.
Después, inevitable, me adormecía en sus aguas
que el frío trocaba en témpanos escarchados.
Los recuerdos son habladurías del alma que:
se acomodan en los rincones más tristes o,
se agitan en los pétalos y se adornan de olores.
Corría la calle adelante, endulzando las aceras,
imponiendo los pasos que llevarán a mi final,
como tela de araña o manto de estrellas que
cubrirá una extensión de eterna madrugada.