HOMICIDA EN TIERRA MAR Y CIELO
Y sin embargo,
no albergo ningún sentido de culpa.
Prefiero los sonidos del campo
y las bravatas del viento
arremolinándose con los frutos del naranjo,
del peral, del manzano,
del castaño, o en el molinar,
imitar el zarandeo ambarino
del trigo sobre la obtusa piel;
el crujido de la madera en el arado,
surcando la tierra,
enalteciendo la labor
de unas manos púdicas,
el humilde trayecto que traza el sol,
más liviano en la tarde,
el redescubrimiento de Rafael Alberti,
poeta original,
entre estantes de polvo e inocencia,