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El coche de alquiler me había dejado a doscientos metros del depósito y ya me acercaba caminando.
Intenté permanecer oculta tras una línea de árboles y al llegar a pocos metros del edificio me detuve a sopesar mis opciones.
No pensaba con claridad, sólo sabía que debía entrar y recuperar la pintura, que estaba casi segura habrían traído aquí. O al menos hacerme con alguna prueba que implicara a Malena en algo realmente comprometido, para negociar un posible acuerdo.
Vi un coche nuevo, estacionado frente al edificio y supuse que estarían dentro. Me acerqué a la puerta, pero no pude asegurar que no hubiera alarma o timbres automáticos. No era seguro entrar por allí. Miré alrededor y vi una alta ventana abierta en la zona del depósito. No lo dudé y me acerqué. Había un hueco en uno de los ladrillos de la pared y poniendo mi pie allí, me impulsé hacia arriba hasta quedar colgada por mis manos del marco de la ventana abierta. Entré fácilmente y me descolgué dentro, sin saber que Leandro había visto mi maniobra escondido detrás de los arbustos a pocos metros. Estuvo a punto de llamarme, pero algo le detuvo. Me había prometido (y a su hermana también) que se mantendría a salvo y no quería romper esa promesa sin un motivo realmente urgente.