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Llegué al hostal y me senté frente a una de las computadoras de uso libre que tenían en el piso de abajo. Busqué el barrio e intenté hacerme con una lista de los vecinos, pero no había nada. Intenté buscar nombres y combinaciones pero no encontré ninguna pista.
La mañana siguiente, me presenté en la oficina inmobiliaria que vendía la casa dentro del barrio cerrado. La empleada se mostró encantada de mostrarme “la propiedad” y nos pusimos en marcha en pocos minutos.
Viajamos los pocos kilómetros que separan el centro de la ciudad de la casa en cuestión y entramos por fin al barrio privado luego de dar nuestros nombres en la entrada y una corta información del motivo de nuestra visita.
El barrio parecía otro mundo. Comparando mi exploración de los alrededores, la diferencia era muy notoria. Dentro de las rejas todo estaba en perfecto estado; calles bien asfaltadas y casas de varios estilos pero que denotaban la mano de un arquitecto profesional. Se adivinaba que la urbanización exigía que cada propiedad tuviera un pequeño jardín delantero y su propia cochera. No había coches estacionados en las calles; ni tampoco niños o transeúntes.
La vendedora miró mi expresión y entendió que me asaltaba una duda. Entonces preguntó solo para romper el hielo.
- ¿Le gusta el barrio? Tiene todos los servicios incluidos en la cuota de expensas que paga mensualmente, piscina comunitaria y salón común. ¿Ve ese edificio en el centro del barrio? - dijo señalando a la única construcción de más de dos pisos de altura - Son departamentos individuales, cada uno con su terraza y vista a la cordillera. Y en los bajos de ese edificio funciona un centro comercial con supermercado y otros servicios.
- No veo gente por las calles... Es muy solitario.- dije sin pensarlo.
- Bueno, a estas horas lo es. Los niños están en el colegio y los papás trabajan, generalmente ambos. Hay muchas casas en construcción; creo que hay por lo menos una casa en construcción en cada uno de los bloques. Así que es un poco solitario y muy tranquilo, por supuesto.
- Luego de ver la casa me gustaría caminar un poco por el barrio, para ver si me encuentro cómoda aquí.
- Si, como no, vamos a ver la casa y luego la llevaré a la zona comercial, es pequeña pero la gente del supermercado pone mesas en la plazoleta central y sirven unos cafés riquísimos.
Llegamos a la casa y la vendedora estacionó sin problemas en el amplio garaje abierto. No había rejas o puertas que abrir, tampoco había muros que separaran los jardines, solo arbustos achaparrados y algunas flores que soportaban el verano lo mejor que podían. La casa era pequeña con un gran living comedor y cocina comunicados en la planta baja y un baño con ducha en una de las esquinas. Las habitaciones y el baño principal estaban arriba. El amplio parque dejaba ver las casas de los vecinos y desde la planta superior podía ver incluso el barrio obrero del otro lado. "¿Cual de todas esas casas sería donde vivían Oscar y Malena?
Me mostró la casa e hice algunas preguntas solo por disimular. Hasta intenté regatear el precio un poco. Salimos y dije a la vendedora que tendría que consultarlo con mi pareja (Esperaba que no viera en mi rostro que estaba mintiendo) Y le pedí que me llevara a recorrer el barrio. Anduvimos por las calles despacio en su coche, y en su intento de "venderme" el barrio, la parlanchina empleada comenzó a contarme quien vivía en cada casa. Parecía que varios famosos de la televisión tenían casa en el "country" y varias familias de clase media alta también. Pasamos por la casa número dieciséis y la vendedora comentó de pasada que allí vivía un empresario muy exitoso y su familia; que eran de los primeros que habían construido en este barrio cerrado hace casi quince años. Era pura cháchara comercial, pero ese comentario llamó mi atención y pregunté:
- Ah, ¿si? ¿Sabe como se llama la familia?
- En este momento no recuerdo el nombre - me dijo pensativa - pero creo que son bastante conocidos en la zona... Son importadores de arte y creo que uno de los hijos es una artista reconocida. Recuerdo que hubo una exposición hace unos años en el museo de arte.
El corazón me dio un vuelco y solo asentí con la cabeza.
Los había encontrado.