Edgar, mi amor

Por favor, Edgar, no me dejes así, ¿qué pasa entre nosotros, por qué no has telefoneado? Yo aquí esperando como una tonta, no fui siquiera a la peluquería por miedo a que llamases, fumé ocho Mores seguidos, estoy mareada de tantos cigarrillos, pregunté incluso en Averías por si había algún problema con mi número y no lo hay, intenté entretenerme pintándome las uñas de los pies y ensucié todo, hasta en los talones me puse esmalte, hasta en la alfombra, hasta en el brazo de la silla, no has ido al trabajo, no has ido al café, no has ido al club, ¿qué ha ocurrido, Edgar? No es justo, no parece propio de ti, no me dejes así, le doy vueltas en la cabeza a ver si me aclaro y no lo entiendo, aún ayer viniste a cenar, aún ayer me elogiaste el guiso de anguilas, aún ayer, en el sofá, ¿te acuerdas?

—Me gustas, cariño

aún ayer, en el sofá, y tal y tal, yo comenzaba a beber el licor y tú queriendo quitarme los leotardos

—Anda, no seas mala

y yo mostrándote la copa

—Mira que esto deja manchas en el cojín, Edgar, el cojín es nuevo

tú de rodillas, tú despeinado, con la corbata torcida, tú tal y tal

—Qué manchas ni qué hostias, ayúdame que se ha trabado el cierre del sostén y no va ni para atrás ni para delante, ayúdame si no llamo al cerrajero

y claro que no se había trabado, Edgar, es cuestión de maña, es cuestión de calma, y tú me mirabas y te aflojabas el cinturón, tú enredado con los cordones

—Espera, Deolinda, que dentro de un segundo estoy contigo

yo esperé, tú estabas aquí aplastándome la pierna con el codo, yo

—Levanta el brazo, amor, que me haces daño

desde la ventana se veía casi todo Laranjeiro, pues mi apartamento está en el ático, Laranjeiro, Cova da Piedade, Almada, seis meses más y tengo las dos habitaciones pagadas, yo pensando que podríamos, si tú quisieses, vivir juntos, conseguir un perro y ser felices, y en esto tú quieto, tú muy cohibido mirando hacia abajo

—Debo de estar cansado, Deolinda, debe de ser por la noche extra en el despacho

tú sin ímpetu alguno, tú sin ganas, yo ayudándote y tú avergonzado, tú con los pantalones a la altura de los tobillos con un hilo de voz

—Debe de ser por la noche extra en el despacho, no me toques, paramos media hora y quedo a punto

paramos media hora, vimos aquel programa en el que las personas van a pedir disculpas a su familia y después se abrazan y lloran y los espectadores aplauden llorando también, y hasta la señora que presenta el programa, tan simpática, tan buena, se conmueve como se conmueve Laranjeiro en pleno, yo besándote

—¿Has descansado ya, Edgar?

tú enfadado conmigo, tú que no estás a punto ni por asomo

—Cállate

y yo haciéndote una caricia, llena de pasión, preocupada por tu cansancio

—Edgar

y tú siempre con los pantalones a la altura de los tobillos alejándote hacia el otro rincón del sofá

—Suéltame

yo que te adoro, apoyando mi mano en tu muslo, y tú como si mi mano quemase

—Suéltame, coño, suéltame

te vestiste en un segundo, te pusiste la chaqueta, advertiste desde la puerta

—Si le cuentas a alguien lo que me ha sucedido te reviento

yo componiéndome aterrorizada, yo tropezando detrás de ti

—No me dejes sola, no te vayas, Edgar

tú bajando a la calle hacia la camioneta, tú encorvado como si cargases el mundo entero en tus hombros, yo desde el balcón

—Edgar

y ni siquiera te volviste, ni siquiera un adiós, ni siquiera una sonrisa, ni siquiera un telefonazo, quería decirte No te agobies, quería decirte No tiene importancia, me sigues gustando igual, hoy lo intentaremos otra vez, no se lo contaré a nadie, Edgar, te juro que no se lo contaré a nadie, no se burlarán de ti en el trabajo, no se burlarán de ti en el café, podríamos vivir los dos en Laranjeiro aunque estuvieses siempre cansado, a mí no me importa, compraríamos un perrito, iríamos los domingos a Ginjal, Laranjeiro es un sitio tranquilo, se ve la Cova da Piedade, se ve Almada, estoy mareada de tantos cigarrillos, he preguntado en Averías si hay problemas con mi número y no los hay, he preparado un guiso de anguilas, he traído helado del súper y el sostén que llevo hoy tiene encajes negros y se abre por delante, Edgar, te va a resultar facilísimo quitármelo.