Cuando encontró Por el camino de Swann tirado en el suelo al lado de la estantería, se alivió el dolor de María y empezó a sentirse mejor. Sus sueños no eran ya igual de oscuros. Las siguientes noches no soñó y pudo descansar mejor.

Baldvin se mostraba más comprensivo con ella. No sabía si era porque temía que fuera a traspasar la raya que la separaba de la locura, o porque la señal de Leonóra había tenido en él más efecto de lo que él estaba dispuesto a reconocer.

—¿Quizá sería el momento de hablar con algún médium? —preguntó Baldvin una tarde.

María le miró atónita. No esperaba aquello de Baldvin, quien jamás había sentido por los médiums otra cosa que puro y simple desprecio. Por eso había mantenido en secreto su visita a Andersen. No quería que se convirtiera en un motivo de desavenencias, además de que pensaba que lo referente a su madre y ella era asunto privado.

—Yo creía que te oponías a esas cosas —dijo.

—Sí, he… Si eso puede ayudarte aunque sea un poco, da igual cómo consigas el alivio.

—¿Conoces a algún médium?

—No —dijo Baldvin con un titubeo.

—¿Pero…? —preguntó ella.

—En el trabajo estuvieron hablando de eso. Los cardiólogos.

—¿De qué?

—De la vida después de la muerte. Algo que había sucedido hacía poco. Un hombre que estuvo muerto durante dos minutos en la mesa del quirófano. Estaban haciéndole un bypass y el hombre entró en parada. Tuvieron que utilizar el desfibrilador varias veces hasta que volvió. Dijo que había tenido una experiencia cercana a la muerte.

—¿A quién se lo dijo?

—A todos. A las enfermeras. A los médicos. No era creyente, pero dijo que después de esa experiencia se había convertido.

Callaron.

—Dijo que había viajado a otro mundo —dijo Baldvin.

—Nunca te lo he preguntado, pero ¿esas historias son habituales en el hospital?

—De vez en cuando se oye algo por el estilo. Incluso hay algunos que han intentado obtener respuesta a la pregunta de si existe vida después de la muerte.

—¿Cómo?

—Provocando la cercanía a la muerte. Es algo sabido. Una vez vi una película horrible sobre el tema. Pero bueno, los médicos se pusieron a hablar de videntes y de médiums, y alguien conocía a uno bastante bueno al que había ido su mujer. Se me ocurrió que… a lo mejor te interesaría.

—¿Cómo se llama?

—Es una mujer. Se llama Magdalena. Se me ocurrió que a lo mejor querrías hablar con ella. Si eso pudiera ayudarte, aunque fuera un poco…