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El segundo de la lista fue Boris.
En la foto que Jack tenía en sus manos, su padre aparecía bebiendo una copa de vino, Boris encendiendo un cigarro, una desconocida mujer y su madre quien miraba con mucha atención a Boris.
Era una imagen extraña. Boris dirigía la atención hacia otro lado. Aún así, la madre de Jack veía concentrada a este hombre que a él no le parecía guapo. La expresión de su madre, era de un entusiasmo evidente como sino deseaba perderse un detalle de la persona que tenía enfrente. A Jack le pareció raro que Vincent nunca se hubiera molestado al ver esta foto. En su lugar, él hasta la hubiera tirado a la basura.
Boris vivía en las afueras.
Tenía una granja, sembraba papas y cuidaba los caballos de los ricachones de la zona.
Jack lo encontró dándole de comer a los equinos.
—Buenos días —lo saludó presentándose sin avisar.
El hombre volvió la vista.
Parecía no esperar a nadie.
—Hola muchacho.
Boris lo quedó viendo.
—Yo te conozco —le afirmó señalándolo con el dedo índice.
—Soy el hijo de Vincent.
Jack lo examinó sorprendido. Boris parecía haber sufrido una transformación. Se veía más gordo, vestía un uniforme lleno de lodo reseco, su cabello era un enjambre desordenado y sus dientes eran de un amarillo insalubre. Al observarlo de cerca, no aparentaba ser la persona contemplada de pasada en las exequias de su padre. Ahí al menos, lo vio como un hombre decente. Aquí, tenía aspecto de loco suelto. Hasta no parecía ser la persona de la fotografía.
—Ah, es cierto. Te saludé en el funeral. Disculpame. ¿Y qué tal?
—Bien.
—¿Qué te trae por aquí?
—Los caballos.
—Son unos animales preciosos ¿verdad?
—Increíbles.
—A tu padre le gustaba más esa vida con los fierros, la tecnología y viajar, que ésta del campo, tranquila y sin mayor estrés que el de alimentar a los animales a la hora indicada y desparasitarlos de vez en cuando.
El muchacho lo miraba muy atento.
—A Vincent nunca le gustó el campo. Es más, decía que jamás lo pondrían a sembrar algo, pero ya ves, cuando yo compré esta granja, él vino a ayudarme a acondicionarla. Plantó varios de aquellos árboles, ayudó a levantar el galpón y al final, creo que le gustó cómo quedó.
—Usted también le echó una mano a él cuando se mudó a la nueva casa.
—Así es. Pasamos una semana reparando el lugar porque estaba que era una porquería. Nos divertimos mucho, hijo. Tu madre hacía una comida exquisita y nadie se perdía los almuerzos y cenas. Además, cada noche después de finalizar, festejábamos hasta el amanecer en una perfecta armonía. Nunca volví a sentirme así de feliz con otros amigos. Fue la mejor semana de parranda y trabajo que he pasado en mi vida.
—¿Usted se quedó toda la semana?
—Pues sí. Yo en ese entonces no tenía oficio ni beneficio.
El hombre llevó a Jack afuera, se sacó un paquete de cigarros, extrajo uno y lo encendió.
—¿Conoció mucho a mi madre?
—La conocí por Vincent. Era una mujer muy abierta, alegre e interesada en todo. A mí me encantaba que tu padre hubiera encontrado a alguien especial.
El muchacho no supo qué decir.
—Ella era muy jovial, habladora y bromista. Fue una lástima que tu padre no pudo quedarse esa semana. La pasamos de maravilla e hicimos una amistad que, por desgracia y debido a la distancia, se apagó. Cuando me avisaron lo del accidente de tu padre, yo tenía como tres años de no verlo.
—¿Usted hablaba con mi madre?
—Fijate que no tenía mucha relación con ella. Como a mí me gustaba el campo, buscaba estar fuera de la ciudad y perdí contacto con mis amigos y sus respectivas esposas.
—¿Cuándo supo que ella estaba embarazada?
—Me parece que unos dos o tres meses después de haber ayudado a reparar la vivienda. Tu padre andaba emocionado y le decíamos el papá culeco de la vecindad.
Jack se quedó extrañado.
—Andaba lleno de felicidad, como las gallinas cuando ponen huevos. Estaba muy alegre el hombre y nosotros también… luego de tu nacimiento supe lo de ella y fue muy triste para el grupo. Tras hospitalizarla, lo ayudamos turnándonos para cuidarla. Me acuerdo que Roberto fue el más preocupado y quien unos días después, sintió más la pérdida.
Jack recordó que durante la plática con Roberto, éste jamás abordó el episodio sobre la muerte de su madre.
El siguiente en la lista fue Thomas, quien tenía un taller de bicicletas.
El hombre estaba con su uniforme lleno de grasa, pero a diferencia de Boris se miraba alguien bastante ordenado y que cuidaba de su porte y aspecto.
En cuanto Jack entró, lo reconoció y fue hacia él limpiándose las manos con un paño.
—Hola. Vos sos el hijo de Vincent, ¿verdad?
—Así es, mucho gusto.
—Pasá, contame ¿en qué te puedo servir?
—Pues quisiera que me hablara de mi padre.
—¿Ahorita?
—Si puede.
—¿Sobre qué?
—Cómo lo conoció.
El hombre se rascó la cabeza haciendo memoria.
—Eso fue hace añales fijate. Con decirte que en ese tiempo yo ni siquiera tenía esto. Éramos un grupo de muchachos que nos gustaba parrandear y trasnochar. Vincent era bastante hablador. Era enamoradizo y un romántico de primera. Recuerdo que cuando conoció a tu madre, no hallaba dónde saltar de alegría. Estaba contento y siempre se refería a ella.
—Y se mudaron…
—Sí, se pasaron a una casita descuidada y el grupo de amigos decidimos echarle una mano con las reparaciones. En una semana dejamos la casa como nueva. Esos días fueron los más alegres que he vivido. Yo soy fanático de acampar y de ir a eventos al aire libre, pero ese acontecimiento fue fenomenal. Nos reíamos sin parar, hablábamos de cualquier tontería, tu madre hacía una comida muy rica y en las noches abríamos las cervezas y celebrábamos. Lástima que tu padre se desapareció desde el segundo día.
—¿Desde el segundo día?
—Lo que pasó fue que hubo una discusión entre él y Roberto. No me acuerdo bien de qué fue la cosa, pero se puso difícil y otro de los amigos, no me acuerdo su nombre, intervino. Fue algo de un momento, pero al final Vincent se fue. Nosotros continuamos el trabajo prometido. Roberto pidió disculpas a tu madre y aunque se sintió mal, se quedó ayudando hasta el último día. Yo creo que el origen de la discusión fue por algo de la casa.
—O sea, que mi papá participó arreglando el lugar…
—¡Claro! Entre tu mamá y él nos guiaban de qué era lo que querían, los materiales que se utilizarían, y así lo dejamos bastante bien.
—Todavía está muy bien.
—Hicimos todo con esmero. Yo me acuerdo que después de almorzar, hasta nos dormíamos en el segundo piso, mientras tu mamá se ocupaba de lavar los platos y preparar la cena. No supe que ella iba a ser madre hasta casi cuando iba a parir.
—¿Y por qué?
—No sé. Después, cada quien se ocupó de su vida. Yo a veces me comunicaba por teléfono con tu padre y él fue quien cinco meses más tarde, me ayudó con un fondo semilla para arrancar este negocio. Cuando se lo devolví a los tres meses, vos estabas a punto de nacer.
—Yo pensé que se lo había comunicado a todos…
—A mí no. Se lo reclamé, me acuerdo. Le dije: Te lo tenías bien calladito. Y él apenas se reía. Seguro estaba feliz y mejor se esperaba a que nacieras. A los años sucedió lo de tu madre y colaboramos en lo que pudimos. Roberto fue quien más la cuidó. Tu padre estaba afectadísimo y muchas veces tuvo unos fuertes enojos porque no quería quedarse sin ella, digo yo.
Jack pasó un mes reuniendo esta información y ordenando cada dato obtenido para no dejarse ir por pensamientos equivocados.
¿Si su padre había salido del país, qué hacía en la fotografía junto a los demás? ¿Por qué unos recordaban que había estado presente y otros no? ¿Qué fue lo que en realidad pasó en esa semana en la que se reunieron los amigos para reparar la casa? ¿Por qué su madre quedó sola con tantos hombres? ¿Cuál fue el verdadero detonante de la discusión entre Vincent y Roberto? ¿Quién fue el amigo que intervino en el altercado? ¿A qué se debía que sólo uno de ellos recordaba el incidente con claridad? ¿Por qué Roberto no le comentó que cuidó a su madre? ¿Por qué si eran buenos amigos, su padre nunca lo llevó a conocerlo y jamás se refirió a él? Debía meditar bien cada pregunta para encontrar nada más una respuesta y sopesar cada declaración hecha. Debía fijarse en los detalles conseguidos y ser prudente en las pistas encontradas, por lo que se tomó un descanso de varias semanas repasando con calma cada uno de los encuentros tenidos con sus posibles padres.
Un día tomó sus herramientas y salió a la calle en busca de su bicicleta.