Capítulo 22

 

Su cuerpo se agitó. Tenía la confianza de que todo aquello fuera una leyenda, de que no aparecieran más. De que se hubieran quedado en aquellas antiguas pesadillas diarias que sufría constantemente. Empezó a agarrotarse. Mert le dijo en una ocasión que la confianza se ganaba, no se regalaba. Él había ganado su confianza. Nora confiaba plenamente en su poder. Pero la expresión que su rostro tenía no era la misma que las anteriores batallas. Su rostro denotaba inseguridad.

Aquel hombre tenía la misma apariencia física que Mert. Alto, corpulento, fuerte y musculoso. Su mismo perfil, su mismo porte guerrero. Eran de la misma hermandad.

- ¡Hola Mert! - sonó su recia voz.

- ¡Tu!

- Si yo, Mert ¿quién si no?

- Viejo amigo.

- No Mert, no vengo como amigo – su voz gritaba melancolía.

- ¿Por qué? ¿Por qué tú?

- Cumplo órdenes Mert – dijo sacando su enorme espada – Yo todavía las cumplo. Sigo siendo fiel.

- Sabes que esas órdenes ya no son normas de la vieja Hermandad, son deseos de El Supremo – dijo poniéndose a la defensiva.

- Son órdenes Mert .Tú te las has saltado y fuiste expulsado de la Hermandad por ello. De Tu Hermandad que te dio todo lo que eres.

- La Hermandad a la que un día estaba orgulloso de pertenecer, tenía unos valores que TU Nueva Hermandad carece. Son deseos en beneficio propio de El Supremo, no reglas.

No respondió nada, sólo dirigió su mirada hacia donde Nora se encontraba, agazapada, muerta de pavor.

- Vaya, los comentarios que me llegaron no mentían, las chicas no exageraban. Es muy bella Mert – vociferó dirigiéndose hacia donde ella estaba.

- ¡Aléjate Tronn! Ella no os pertenece.

- Sabes que es de Él.

- No, no es de nadie Tronn. Es una mujer.......

- Es La Elegida viejo amigo. Eso no lo puedes cambiar. Y será la futura madre de El Rey, del último inmortal. — chascó su lengua para volver a iniciar su marcha hacia Nora —¿Por qué no puede ser que yo quien la posea? – Sus ojos estaban desorbitados, llenos de deseo sexual lo que hizo que Nora se desplazara hacia atrás poniéndose en guardia. Se acababa de dar cuenta realmente del poder que tenía su vientre.

- ¿Las guerreras aún no te han dicho que ya está engendrada?— le increpó Mert poniéndose en su camino.

Sólo le devolvió la mirada, pero no pareció darle la mayor importancia. Su mirada se posó en Nora como un auténtico animal en celo.

En cuanto intentó avanzar un paso en su dirección, Mert saco su espada.

- ¿Por qué tú Tronn? ¿Por qué te han enviado a ti precisamente?

- Porque por nuestra vieja camaradería no serías tan duro, tan invencible. Algo de compasión te quedará en ese corazón solidificado como para matar a un viejo amigo.

- Ante ella no hay nadie.

- ¿Ni siquiera yo? Tu hermano. - sonrío el guerrero. Mert bajo su guardia. Aquellas palabras le dolieron. Su cara era todo un paño de sufrimiento. Entonces Tronn aprovechó para lanzarle un ataque. A Mert no le pilló por sorpresa, aunque sí hizo que con esa embestida cayera al suelo y su espada se le separara de su mano a unos metros de distancia. Tron no hizo intención de sacar la suya, sus ojos seguían aún clavados en Nora. Mert se levantó igual de rápido que cayó poniéndose en pie con los músculos en tensión y los puños apretados contra sus piernas.

— Tronn no sigas por ahí

Tronn desvió su mirada a la de Mert. Ladeó su cabeza y empezó a moverla de un lado a otro en signo de negación.— Creo que te estás equivocando, viejo amigo. Deberías sentirte endiosado de que tu hermano te tome como ejemplo, que se mire en alguien cuya única valía fue decepcionar a todos los que le rodeaban.

Mert se enfureció aún más sabiendo que el resultado de aquello era una pelea inminente. Miró hacia su espalda donde se encontraba su espada mientras se preparaba para lanzar el primer puñetazo. Se lanzó contra Tronn con los puños en alto y sin dejarle reaccionar ante la posibilidad de que sacara su arma. Tronn en lugar de recibir el golpe se agachó y de un impulso arremetió contra la cintura de Mert abrazándole para terminar estrellándose ambos contra el suelo. Rodaron por la tierra hasta que Tronn quedó sobre Mert. Este lejos de amedrentarse le lanzó un rodillazo a la cara que hizo que Tronn retrocediera varios metros para luego volver a contraatacar agarrando a Mert por el cuello con una mano mientras con la otra hacía intención de buscar el asa de la daga situada a su espalda. Mert aprovechó esos segundos para erguirse y darle un cabezazo en la nariz destrozándosela con ello. Ambos se habían puesto en pie. Mert miró tras Tronn, donde se hallaba ahora su espada. Tenía que llegar a ella. Empezó a girar sobre Tronn intentado que no se diera cuenta de su intensión. Éste sonrió a través de la sangre que corría desde la nariz hasta su boca pero le dio igual, se abalanzó sobre Mert lanzándole un puñetazo sobre el abdomen haciendo que se doblara hacia delante dejando su rostro a la altura del puño de Tronn, cosa que éste aprovecho para lanzarle una directa sobre la mandíbula haciéndole que se estampara contra el suelo a varios metros de distancia. Abrió los ojos desde su posición de desventaja y pudo ver como sacaba de su espalda su gran espada. El guerrero aún más enfurecido, levantó su acero contra Mert. Este giró sobre sí mismo para sortear el ataque pero aun así la espada le golpeó en el muslo abriéndole una hendidura en su pierna de la que empezó a brotar sangre a raudales.

- ¡Mert Nooooooooooo! – gritó Nora desde el otra lado.

El guerrero sonrió, sabía que llevaba un punto a su favor.

Mert gateó como pudo hasta alcanzar el mango de su daga al mismo tiempo que Tronn volvía a lanzar una embestida sobre su cabeza, ataque que esta vez él sí pudo esquivar. Mert se puso en pie como pudo. La herida de su pierna parecía importante, su gesto de dolor así lo anunciaba, pero eso no hizo que se amedrentara. Él también atacaba una y otra vez a su enemigo y también tiñó la hoja de acero de color rojo. Ambos habían sido formados en la misma escuela. Se conocían perfectamente.

- Nunca pensé que tuviera que ser yo el que aniquilara a Mert, el valiente Mert -le chilló aquel hombre en un minuto de respiro

- Jamás pensé que tendría que volver a enfrentarme a ti otra vez.

- A tu hermano – dijo Tronn.

- Como tu bien has dicho, ante ella no hay nadie “hermano”.

Y los impactos se volvieron a producir. Nora temió esta vez más que nunca por la integridad de Mert. En sus anteriores asaltos se le veía bastante seguro, con bastante superioridad ante ellas. Pero ahora los conocimientos en la batalla estaban igualados, y Mert tenía sus condiciones físicas deterioradas a causa de la falta de alimento y ahora por quella herida en el muslo. Nora se asustó. Estaba asustada de verdad por primera vez. No podía hacer nada. Ella era la presa, el trofeo.

Entonces cayó en la cuenta. Nora tenía su propia arma. Se irguió sobre sus destrozados pies; se sacudió el agotamiento que hacía que apenas se tuviera en pie y comenzó a desabrocharse la camisa dejando ver sus pechos cubiertos por el sujetador de encaje negro semitransparente. Su fragancia tendría que llegar a él. Su olor sexual debería persuadirle. En cuanto avanzó un par de pasos hacia ellos, aquel guerrero, ahora hombre, desvió su mirada hacia Nora. Aquellos segundos de pausa consiguieron que Mert pudiera ponerse sobre una posición más aventajada, pero él también se vio seducido por su olor. Los cuatro ojos que en esos momentos la miraban estaban fuera de sí. Nora reculó para atrás. Tal vez su plan no era el correcto.

- Mert – balbuceó muerta de miedo al ver que ni él reaccionaba ante su olor – mi amor.

Tronn soltó su espada para girarse sobre sus talones y desabrochándose el botón de sus pantalones se dirigió hacia ella. El ruido del metal golpeando una roca eliminó la hipnosis que sufría Merty. Cerró los ojos para abrirlos un segundo después. Su expresión ya había cambiado, sus ojos habían vuelto a ser normales. Irguió inmediatamente su espada sobre el hombre gritando el nombre de Tronn y a la que éste giraba su cabeza hacia él y de un movimiento único le atacó. Le decapitó.

El vómito vino a ella. Se inclinó hacia delante para luego después volver a vomitar. Hincó sus rodillas en tierra, estaba muy débil. La energía de Tronn entró en Mert. Le dejó KO durante varios segundos y Tronn desapareció para siempre.

- Mierda Mert, este crío va a acabar conmigo – le dijo entre dientes mientras se limpiaba la boca con el dorso de la manga.

El corrió cojeando hacia Nora. La recogió entre sus brazos y le acarició el pelo, tratando de disuadir aquella situación.

.- Abróchate la camisa Narbirye, por Dios, me vas a volver loco a mí también.

- No fastidies Mert, ahora no es el momento, mierda. — y volvió a girarse para volver a vomitar— no puedo creer que te atraiga una mujer que no deja de vomitar continuamente – le contestó riéndose.

- Ja, ja, - le respondió él – No vuelvas a intentar algo así con ninguno de nosotros Narbirye. Somos peor que animales en esa situación.

- Pero funcionó.

- Sí funcionó, pero prométeme que no lo volverás a hacer.

No le contestó. No pensaba prometer algo que volvería hacer una y otra vez. Lo que fuera para salvarlo. Otro vómito vino a ella.

Descansaron unos minutos más mientras Nora se recuperaba un poco de la última expulsión involuntaria para volver a ponerse en marcha otra vez. Mert permaneció en silencio todo ese rato.Su semblante era frío. Desde que mató al guerrero, su rostro cambió. No hablo mucho, nada. Estaba sumido en su yo.

Le dejó, era su momento, su dolor. Aquella batalla no fue como las demás y Nora no se refería a lo difícil que le había resultado vencerle. Sabía que aquella desaparición era algo más. Su hermano. Tuvo que matar a su propio hermano por ella.

Sabía que quedaba poco para llegar a su futuro hogar; su pierna sangraba aún, no le había sanado, no tenía reservas su cuerpo para hacerlo y también sabía que pasaría gran rato antes de otro ataque.

- Descansemos un poco Mert, necesitas dormir.— le dijo mientras volvía a comprobar el vendaje improvisado con la tela de la colchoneta que le puso en su muslo.

- Ni lo sueñes. Queda como mucho una hora para llegar. Continuaremos.

- No podrás aguantar esa hora en pie Mert, tu pierna....

- Mi pierna está bien. Ya cicatrizará después, cuando lleguemos. Ahora no podemos parar, vamos.

- Esta bien, si lo quieres así – le dijo enfadada esta vez- Necesito parar un poco Mert, tu no me puedes portar y tengo unos pinchazos terribles en la barriga.

- ¿Te encuentras mal? - le dijo preocupado y acariciando sus brazos.

- Si, necesito descansar – le mintió.

- Está bien – asintió dejando caer su mochila al suelo, su espada no la abandonó.

Mert se dejó caer sobre sus piernas sentándose de culo en el suelo. Estiró la pierna que tenía herida y se apretó aún más en vendaje. Nora le acompañó. Se sentó allí mismo con las piernas dobladas a estilo indio mientras apoyaba su cabeza en sus manos. Le dolía la cabeza horrores y le acompañaba un estómago de lo más revuelto. Sabía que ante aquella petición no podía negarse. Llevaba varias horas sintiendo aquel ligero pinchazo en la barriga, en eso no le mintió, pero no era tan exagerado como le hizo ver. Estaba empezando a anochecer y las estrellas se vislumbraban muy bien.

- ¿Sabes? - le dijo Nora agarrándole del cuello – Creo que me acostumbraré a tener siempre estas vistas desde mi ventana.

El la miro y levemente sonrió. Sabía que Mert no estaba bien.

- Lo siento Mert, siento que estés pasando por todo esto por mi.

Él no contestó. Se limitó a recogerla entre su regazo y a acariciarle su sucia melena.

- Lo daré siempre todo por ti Nerbirye – le dijo tiernamente- aunque eso signifique renunciar a todo lo que forjé en mi pasado. Una vez renuncié a ti por mantener algo de mí y jamás volveré a siquiera planteármelo. Te amo, te amo con todo mi ser y lo único que me importa eres tú.

No quiso hacerle hablar más. Sabía que esos momentos no debería insistirle. Su voz era tenue y afligida, sus ojos vacíos y compungidos. Acababa de matar a su hermano y estaba triste.

 

La elegida
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