Capítulo 20
Mert permaneció inmóvil, en la misma posición durante un largo rato. Parecía estar en estado de shock. Al oír la débil voz de Nora intentando incorporarse reaccionó.
— ¿Estás bien Narbirye? ¿Te ha lastimado? He sido un completo estúpido al dejarte sola.
— Tranquilo Mert, no podías saber que ella pudiera aparecer sin ser vista por ti. No te culpes, estoy perfectamente.
Le ayudó a ponerse en pie. La atusó el cabello que estaba mojado y lleno de barro. Con todo cuidado le hizo sentar en la roca mientras intentaba con dedos temblorosos desabrocharle la camisa. Empezó a la vez a desatar los cordones de las deportivas con una mano y con la otra a desabrocharle el cinturón de los shorts. Todo ello con movimientos robóticos.
— ¿Estás bien Mert? — le preguntó viendo que su rostro palidecía por segundos.
—Te quitare toda esta ropa mojada. Cogerás una pulmonía si sigues con ella puesta.
—¿Mert?
— Esto no está pasando. No puede ocurrir. — susurraba entre dientes mientras una vez desnuda de aquellas prendas mojadas le ponía sobre sus hombros la cazadora de cuero.
— Dijiste que solo podría engendrar con un inmortal puro.— le afirmo Nora desde la posición donde estaba
— Eso es lo que dije. — le respondió Mert intentándola abrocharle la cremallera de la cazadora. Intentándolo porque sus dedos temblorosos no atinaban a hacerlo.
— ¿Qué es exactamente puro?— le preguntó Nora mientras le sujetaba ambas manos.
— Que su linaje es directo. Que su línea de sangre procede de las altas esferas.
— Como El Supremo.
— Eso es, rey de reyes.
— Pues creo que has estado equivocado toda tu vida con lo de tener que ser un inmortal puro el que preñase a La Elegida.
— Acabo de sentenciarnos a muerte — le dijo sin haberla escuchado.
— O ¿ser puro no es proceder de un linaje directo... o tú ... procedes de uno?.
— Debemos salir rápidamente de aquí. Solo quedan unos pocos kilómetros para llegar a tierra sagrada.
— ¿Me estas oyendo Mert?
— Si claro, venga pongámonos en marcha. La ropa ya se secara en el camino
— Mert...... que esa guerrea ha dicho que estoy embarazada. Que............
— ¡Agggggg! — Hubo un instante de silencio mientras Mert cerraba sus ojos e incorporándose lanzaba un grito sacudiendo su puño en el aire. — Dios, ¿sabes en la que te he metido? — le dijo sujetándola por los brazos con fuerza— Nuestros problemas se han multiplicado por dos.
— Por tres – le dijo Nora automáticamente.
Pareció en esos momentos reaccionar. Se dejó caer sobre sus largas piernas y se asentó sobre el suelo. Metió la cabeza entre las rodillas y las apretó como si con ese acto se le solucionaran los problemas.
— A partir de estos momentos nuestra existencia pende de un hilo.
— ¿Es que hasta ahora no había sido así? — preguntó Nora afirmando su destino.
— Ahora son ellos los que vendrán. Acudirán guerreros enviados por El Supremo. La verdadera supervivencia acaba de empezar.
— ¿Guerreros? ¿Guerreros enviados por El Supremo? Guerreros como tú.
Mert solo levanto la cabeza y le miro con lástima, como si lo diera todo por perdido.
— Si, guerreros como yo. Asesinos sin escrúpulos. Siervos entrenados para cumplir las órdenes más miserables posibles.
— Como matarme.
— Ahora, ya no eres su principal objetivo, Narbirye. Ahora es él – le dijo tocándola la barriga
— ¡El! — dijo Nora también acordándose de la historia contada por Mert.— No lo puedes permitir.— Hubo un corto silencio mientras ella se acariciaba su vientre — Pero si sabe que lo que llevo en mis entrañas no es suyo, que no será El Rey, ¿porque quiere matarnos?
— Hay algo más. Tú evocas poder de seducción.
— ¡Oh si! Ya lo creo— le dijo burlándose de él— Me quito a los hombres de encima como si fueran moscones. ¡Venga Mert!
— Tu don expande sexualidad. — le contestó con total sobriedad— Él sigue deseándote, sabe que debe aniquilarte para protegerse a si mismo, pero aún desea poseerte.
— Dios Santo Mert, quieres decir que ese tipo.....
— Si Nerbirye, cualquier varón que esté cerca de ti es un peligro para ti. Rezumas deseo por los cuatro costados.
— Yo me huelo a pocilga en estos momentos— le respondió olisqueándose la camisa.
— ¿A que me hueles tú? — le preguntó Mert.
— A Océano, a brisa marina, a pureza.
— Y sin embargo yo me apesto a rata tirada en su cloaca. Tú aromatizas el aire a hembra. A hembra en celo. — dijo haciendo énfasis en la palabra celo.
— Mierda Mert, me estás haciendo sentir como una autentica......
La abrazó y la beso tiernamente. Para él era algo normal.
— Tengo que hacer verdaderos esfuerzos para estar a tu lado sin tocarte continuamente — le dijo burlándose esta vez de ella.
— Mert......................
— No entiendo nada Narbirye – contestó suspirando— Sólo un inmortal puro podría engendrarte. Siempre se supuso que ese inmortal sería El Supremo. Es de linaje directo, su padre y su madre fueron inmortales.
— Siempre desee ser madre Mert. Pasé años horribles intentando quedarme embarazada, viendo pasar el tiempo sin concebir, de concederle a mi marido lo que más anhelaba sin poder dárselo. Incluso llegue a caer de una tremenda depresión que necesitó ayuda médica. No voy a caer en hacer ningún juicio de valores por estar ahora embarazada de ti. Además, aún no sabemos si esa guerrera dijo la verdad.
— ¿Puso su mano sobre tu vientre en algún momento?
— Sí, así es.
— Narbirye, ella es Hsien, guerrera favorita y principal de El Supremo. Su don es ver sentimientos dentro de la materia. Si te hubiera puesto su mano sobre mi cabeza hubiera visto tu rostro, si la hubiera puesto sobre mi corazón hubiera leído tu nombre, pero si lo puso sobre tu vientre, no te quepa la menor duda de que lo ha visto a él.
— O sea, que está más que sobre seguro de que este en cinta – le dijo con una sonrisa amplia y extensa.
— ¿No ves el problema Nerbirye? Esa guerrera ya le habrá hecho llegar la buena nueva a El Supremo. No te das cuenta, ahora Él debe de eliminar al futuro rey.
— Tú no eres de linaje puro ¿no?
— Por supuesto que no. No sé de donde procedo. A mí también me adoptaron y me enseñaron lo que soy.
Se agachó hasta ponerse a su altura. Le cogió su rostro tremendamente demacrado entre sus manos y le besó dulcemente en sus labios.
— Mert, no pienses en esto como la leyenda que conoces. Piensa como lo que es. Yo te quiero, tú también a mí y estoy embarazada. Aun no entiendo como ha pasado, como es posible que esté en cinta tan pronto, pero mira esto solo con la preocupación normal de una madre y de un padre que esperan su primer bebe. Nada más. No veas todo esto como sobrenatural y no intentes buscarle una solución antinatural. —Hubo un pequeño silencio —No estas realmente seguro de todo esto ¿verdad? — dijo moviendo las manos para abarcar todo el espacio. El la miró fijamente por un breve momento conectándose con los ojos y conteniendo la respiración
— No , no lo estoy — le respondió soplando ese aire contenido mientras encogía los hombros.
—Yo tampoco Mert, pero solo puedo llegar a la conclusión de que si ese oráculo o señor de las vaticinios se equivocó al afirmar que un inmortal puro me preñaría ¿Por qué no se va a poder equivocar en que mi hijo tenga que morir en sus manos?
Él se rio en silencio mientras se incorporaba y le ayudó a hacerlo a ella también. Le abrazó y poniendo su frente pegada a la suya, la besó tiernamente. Pareció quedar conforme y tranquilo. Pero solo pareció.
—Quizás tengas razón. Pongámonos en marcha. Nuestra única esperanza es llegar a Tierra Sagrada antes que ellos, para intentar manteneros vivos.
Y despacio, pero con un paso firme y cuidadoso, empezaron su último tramo hacia Tierra Sagrada.