CAPÍTULO XXVI
Mis pensamientos eran inconexos y aunque mi mente se esforzaba en buscarle un sentido a todo lo que pasaba por mi cabeza, todo era en vano. Recordaba fragmentos de lo que había acontecido en la cueva con James y los revivía una y otra vez, pero no lograba sacar conclusiones sobre el desenlace de nuestro enfrentamiento y continuamente aparecía ante mis ojos Robb, arrodillado a mi lado y llorando por mí. Él me suplicaba que me quedara con él y yo intentaba alcanzarle y abrazarme a él, pero no podía. Era como si algo oscuro y gélido tirara de mí, separándome definitivamente de él. Me sentía impotente y desorientada y para aplacar mi angustia me convencí a mí misma de que estaba delirando. Además a esos momentos de desasosiego se le sumaba la agonía del dolor que mi cuerpo experimentaba. Al principio había sentido un dolor punzante en el pecho que me impedía casi moverme, incluso para respirar. Me habría obligado a estar lo más quieta posible, pero mis delirios me hacían moverme inquieta y entonces el estallido de dolor era tal que me hacía incluso gritar. Pero claro, mi mente estaba aislada del mundo, encerrada en ese estado de delirio y no sabía si estaba viva y si alguien podría oír que aún estaba prisionera en mi cuerpo.
De vez en cuando me parecía escuchar susurros a mi alrededor, pero eran voces extrañas para mí. Aun así intentaba gritarles para que me ayudaran, para que aliviaran mi dolor, pero no conseguía emitir ningún sonido, o al menos yo no era capaz de oírme a mí misma. Finalmente me rendí y me abandoné a mi delirio, dejándome arrastrar por una terrible sensación de angustia.
Sin embargo cuando el dolor desapareció empecé a recobrar las fuerzas y con ellas la esperanza. Seguramente sería obra de mi imaginación, pero a veces creía sentir que Robb estaba conmigo. Sentía sus caricias sobre mi piel y sus besos en mis labios e incluso su voz lenta y seductora susurrándome que me amaba y con eso me bastaba…Quizás después de todo estaba en el cielo. Si había conseguido restaurar la paz, dejando mi vida en ello como vaticinaba la profecía, quizás se me había recompensado con un lugar en algún tipo de paraíso para los caídos con honor. No conocía qué esperaba a los híbridos después de la vida. Nunca había comentado las creencias existentes sobre el tema ni con Robb ni con Miguel porque la muerte era un tema que evitábamos deliberadamente desde que leímos la profecía. De todos modos no albergaba esperanzas de estar en un sitio mejor porque si Robb no estaba realmente conmigo para mí eso no sería nunca el paraíso, sino una mera fantasía de lo que sería la felicidad.
De pronto un día conseguí abrir los ojos y a mi alrededor todo era oscuridad. Me preguntaba si realmente estaba viendo con mis ojos o lo que veía era también una creación de mi mente. Poco a poco mis sentidos fueron despertando y mi vista se fue ajustando a la oscuridad y descubrí que estaba tumbada en una cama, pero lo que sentí sobre todo fueron unos brazos cálidos y fuertes que me rodeaban. Quise llevar mis manos hacia esos brazos y por primera vez mi cuerpo pareció responder y empecé a acariciar unas manos de dedos largos y delgados que me sujetaban por la cintura. Presté más atención y escuché una respiración lenta y pausada detrás de mí y comprendí que Robb estaba dormido junto a mí.
–Robb–susurré.
Mi voz sonaba muy baja y áspera y me costó esfuerzo incluso oírme a mí misma.
“Robb” probé mentalmente.
Robb se movió súbitamente, soltándome e incorporándose sobre su codo. A pesar de la oscuridad buscó mi rostro y yo me giré lentamente hacia él y pude ver el brillo de sus hermosos ojos verdes fijos en mí.
–¿Emma? ¿Estás consciente?–preguntó inclinándose más sobre mí.
–No estoy segura–conseguí pronunciar con bastante esfuerzo–¿Qué me ha pasado?–.
–Creo que por fin has despertado. Has estado varios días inconsciente, amor. ¿No recuerdas nada?–me preguntó acariciando mi rostro con suavidad.
–¿Entonces estoy viva?–pregunté aún confusa–No puedo casi hablar, mi garganta me abrasa–.
–Pues claro que estás viva, aunque hemos temido por tu vida. La daga celestial te hirió de gravedad y has tenido mucha fiebre, sobre todo los primeros días. Dragón estuvo contigo todo el tiempo hasta que la fiebre remitió y yo no me he apartado ni un segundo de tu lado para estar aquí cuando despertaras. Me alegro de que estés de vuelta, te he echado mucho de menos–me explicó Robb.
Me incorporé un poco sobre la almohada y Robb de pronto se levantó de la cama, alejándose de mí.
–No te vayas–le supliqué angustiada.
–Sólo voy a por agua, la necesitas–me tranquilizó acercándose de nuevo y sentándose a mi lado–Bebe un poco de este líquido, te sentirás mejor–.
Conseguí beber un poco con su ayuda y el líquido, que tenía un sabor dulce, alivió rápidamente el dolor en mi garganta.
–Gracias–dije–Me siento un poco mejor. Robb, ¿qué es lo que ocurrió en la caverna? Recuerdo que luchaba con James y que nos atravesamos el corazón con las dagas y que entonces yo desvié la transferencia de energía para acabar con él, pero a partir de ahí sólo recuerdo fragmentos inconexos–.
–Ven, te lo explicaré–dijo Robb atrayéndome a su regazo– Tú misma me explicaste lo que habías intentado hacer desviando vuestra energía y parece ser que tu plan funcionó. Conseguiste crear un haz de energía y hacerlo ascender, alejándolo de vosotros. Gracias a eso Miguel y yo conseguimos localizaros. De algún modo una parte de la energía volvió a vosotros y según Dragón tú debiste advertirlo de algún modo y la atrajiste hacia ti, absorbiéndola en parte. Dragón afirma que esto es lo que preservó tu vida cuando estabas en el umbral de la muerte. Cuando te encontré en la caverna creí que te había perdido, pero entonces comprendí que aún estabas esperándome en algún lugar porque pese a que tu corazón no latía, seguíamos vinculados. Eso me dio esperanzas y Dragón me ayudó a ir en tu busca–.
–Lo recuerdo. Estaba sola y perdida y sentía tanto frío… y entonces tú estabas junto a mí, dándome tu calor y recordándome mi promesa de no dejarte. Tú me hiciste aferrarme a la vida de nuevo y sé que luché por volver junto a ti–le confirmé.
–Y lo has hecho muy bien, mi amor–dijo Robb besando mi mejilla–Dragón no tenía muy claro que consiguieras recuperarte, pero yo le aseguré que lo harías. Se ha desvivido por ti, Emma. Siempre estaré en deuda con él por cómo te ha velado y te ha calmado cada vez que te retorcías de dolor. Ha sido increíble, nunca había visto nada igual. No era sólo energía curativa lo que te aplicaba, era algo más porque también sanaba tu mente, era como magia. Cuando te movías intranquila él conseguía con sólo tocar tu frente que te calmaras y eso sin duda ha facilitado tu recuperación. No se ha movido de tu lado hasta que no ha estado seguro de que ya no corrías peligro y yo tampoco lo he hecho porque te he estado dando parte de mi energía, para que te recuperases antes–.
Me agarré a su cuello para alcanzar sus labios que besé con suavidad. Él apenas presionó los míos y me sostuvo con extrema delicadeza. Sin duda apreciaba que aún estaba débil y no quería dañarme de ningún modo.
–Robb,… ¿qué ha pasado con James?–pregunté inquieta.
–Sencillamente conseguiste acabar con él. Y esta vez es definitivo, puedo asegurártelo. Miguel y Dragón condujeron el cadáver hasta el Consejo y les narraron lo acontecido a todos los miembros para que comprendieran quién había sido el verdadero James–me explicó.
–¿Y los demás? ¿Están todos bien? Sólo recuerdo que estallaba la batalla cuando comenzamos la persecución de James–dije.
–Tranquila, todos están bien. El enfrentamiento no duró mucho y se evitaron muchas bajas. Finalmente el arcángel decidió apoyarnos y envió refuerzos a tiempo para contener al ejército de James y hacerles deponer las armas. Se evitó el derramamiento de sangre esa tarde en el páramo, como tu querías–me explicó Robb.
–Entonces hemos cumplido nuestra parte del trato. Eso quiere decir que se ha firmado la paz, ¿no?–pregunté intrigada.
–Pues no, aún no se ha firmado, pero se hará. Todos te esperan para presidir la firma de la tregua. Después de lo que has hecho te reservarán el honor de presidir la ceremonia que tendrá lugar para sellar la paz y poner fin al Consejo de este año–me explicó Robb.
–Será un placer hacerlo, pero aún me siento tan débil–admití– ¿Qué me ha ocurrido? ¿He perdido mis aptitudes por completo?–.
–Mejorarás, tranquila. Aún no sabemos cómo te ha afectado realmente la daga, pero te dejó muy malherida como te he dicho. Creemos que parte de tus aptitudes siguen ahí porque conseguiste recuperar parte de tu energía, pero está claro que también perdiste una parte. No te preocupes, iremos viendo tu evolución y lo que está claro es que nuestro vínculo sobrevivió a todo de modo que sigues compartiendo mis aptitudes–me explicó.
–Bueno, en el fondo si te soy sincera me alegra no ser ya el Equilibrio. Si he cumplido con mi misión consiguiendo la paz, no hay necesidad de seguir llevando toda esa carga sobre mí. Me basta con ser un híbrido normalito mientras te tenga a mi lado–le confesé.
–Nunca serás un híbrido normalito, preciosa. Eres un ser sublime y perfecto al que amo con todo mi alma y te aseguro que no pienso separarme de tu lado nunca más aunque tenga que esposarme a ti para conseguir que no te escabullas–me aseguró Robb un poco indignado.
–Estás enfadado conmigo por lanzarme de nuevo en solitario, ¿no?–le pregunté avergonzada.
–Debería, pero me siento tan feliz de tenerte a salvo entre mis brazos de nuevo que no quiero recordar la angustia de esos momentos en los que no estaba contigo sabiendo el peligro que corrías–me confesó.
–Lo siento, no tengo remedio. Sólo puedo compensarte diciéndote que yo también te amo con todo mi alma y que te agradezco que fueras tras de mí y me salvaras. Yo tampoco quiero estar lejos de ti nunca más–le aseguré.
Y esta vez me sentí con suficientes fuerzas como para agarrarme con fuerza a su cuello y besarle con entusiasmo. Él me respondió también con intensidad, apretándome contra él y besándome con pasión hasta que sentí que la cabeza me daba vueltas y Robb, percibiéndolo, se apartó y me recostó en la cama.
–Perdona, se me olvida que estás convaleciente. Creo que te he echado demasiado de menos estos días–se excusó.
–Te aseguro que no me había sentido tan bien en varios días, Robb. Sólo estoy un poco débil, pero como siempre tú eres mi energía. Ven aquí–le pedí tirando de su camiseta para acercarle a mí.
–¿Estás segura?–me preguntó alzando una ceja.
Le agarré por los hombros haciendo que se tumbara junto a mí y acaricié con mi nariz su cuello, aspirando su aroma y siguiendo por su mentón, rumbo a sus labios.
–Por supuesto que sí–susurré.
Y nuestras bocas volvieron a unirse, mientras mi corazón se aceleraba, golpeteando contra mi pecho. Sentí un ligero dolor, pero sobre todo una inmensa felicidad porque comprendí que Robb era quien me hacía sentir de nuevo viva.
En un par de días me sentí con las fuerzas suficientes para levantarme de la cama y empezar a ejercitarme otra vez. Robb y Miguel me ayudaron a constatar cuáles habían sido los daños colaterales que me había provocado la daga. Como habíamos previsto había perdido parte de mis aptitudes, pero mantenía algunas de ellas como la sugestión mental o la posibilidad de curar y por supuesto la velocidad y la fuerza de Robb. Sin embargo la potencia de mis capacidades también había descendido y se asemejaba más a la de un híbrido normal. Supuse que la profecía se refería a algo parecido a esto cuando vaticinaba la muerte del Equilibrio. Ahora yo no era tan poderosa como había sido y aunque cuando tenía esas capacidades tan potentes me había sentido segura e invencible, en realidad no las extrañaba, porque había sobrevivido para estar con Robb y era más de lo que habría podido imaginar posible dadas las circunstancias. Incluso hubiera estado de acuerdo en perder todos mis poderes si hubiera sido la condición para quedarme con Robb. Estar juntos era más importante para mí que cualquier otra cosa.
Mis amigos como me había asegurado Robb, habían salido todos ilesos del enfrentamiento y tuvimos un rencuentro muy emotivo, ya pasado todo el estrés de la misión. La firma del acuerdo de paz entre los bandos se retrasó hasta que me restablecí. Fue un acto precioso entre los bandos que tuvo lugar en una arboleda, junto al recinto del Consejo. Las hojas comenzaban a amarillear, anunciando el final del verano y dieron una nota de color a nuestro escenario. Los bandos iban vestidos con ropas de gala en color blanco para el cielo y en color negro para el infierno. Presidíamos la mesa principal el arcángel, el primero que había sido elegido como remplazante de James y yo misma como impulsora del acuerdo. Me vistieron con un vestido blanco de gasa muy parecido al que vestía en mis sueños premonitorios y aunque me sentía extraña vestida así, era justo lo indicado para ese momento. Todas las mujeres llevaban vestidos vaporosos de ese estilo, mientras que los hombres iban vestidos con un uniforme de gala.
El acto se inició convocando a Dragón y exculpándole de todos aquellos cargos por los que se le había condenado injustamente. Así mismo se le ofreció ser el Custodio de la paz en la Tierra, puesto honorífico que él aceptó de buen talante y se comprometió a asumir. El documento de paz fue firmado por los líderes de los bandos, por Dragón y por supuesto por mí.
Robb y Miguel fueron nombrados los delegados de los líderes de ambos bandos en la Tierra, teniendo que garantizar el respeto de la tregua y la convivencia en paz con los humanos. Trabajarían estrechamente entre ellos y aunque hacía unos meses habría jurado que eso nunca sería posible, ahora realmente se habían convertido en grandes amigos. De hecho todo el equipo lo éramos. Los momentos buenos y malos que habíamos pasado juntos nos habían unido de tal modo que ahora éramos como una familia. De hecho Miguel nos propuso volver todos a Nueva York y alojarnos en Williamsburg, en nuestro edificio o en otro en las cercanías. Desde luego nos entusiasmaba el barrio, pero Robb y yo decidimos por el momento ir sólo de visita y mantener nuestro apartamento de Manhattan. Mei y Tom se unieron al grupo y David volvió a Canadá, como responsable de la base en ausencia de Miguel.
También me sentía muy unida a Dragón y sabía que él también se preocupaba por mí. Él era el único vínculo que me quedaba con mi madre porque él había sido su amigo y confidente y no sólo había cumplido su promesa de cuidarme y protegerme, sino que había ido mucho más allá involucrándose por mí hasta poner en riesgo su seguridad. Sabía que le tendría a mi lado cuando le necesitara y le hice prometerme que nos veríamos cada poco tiempo para dialogar y para que me contara las hermosas leyendas chinas que aún seguía recopilando y transcribiendo como si aún fuera a contárselas algún día a mi madre.
Antes de asumir su cargo, Robb me sorprendió anunciándome que íbamos a tomarnos unas merecidas vacaciones y mientras tanto delegó sus tareas a Rick por unas semanas. Miguel puso a nuestra disposición uno de sus aviones y nos marchamos a uno de los lugares que sólo Robb conocía para poder disfrutar uno del otro sin contratiempos ni interrupciones.