CAPÍTULO XVI
Dragón nos condujo a pie a un paraje entre las montañas. Él se movía ágil como el viento, pero a Robb y a mí a pesar de nuestra velocidad nos costaba seguirle el paso. Estaba bastante nerviosa porque nos dirigíamos a comprobar si podría crear una sinergia entre nosotros tres para que Dragón pudiera expandir mi potencial. Dado que me había negado a romper mi vínculo con Robb para poder vincularme a él, ahora nuestra única posibilidad era ésa.
Finalmente Dragón se detuvo en un valle rodeado por cinco montañas. Robb y yo le alcanzamos y nos detuvimos a su lado. Él se volvió hacia nosotros y en con un movimiento fluido se sentó sobre el suelo cubierto de hierba y juntó sus manos como si fuera a rezar. Nosotros nos miramos y nos dispusimos a sentarnos a su lado, pero él alzó su mano para indicarnos que no lo hiciéramos y nos quedamos paralizados esperando instrucciones.
–Emma, súbete ahí, sobre esa roca–me pidió Dragón señalando con su dedo– Robb, tú siéntate justo allí, frente a mí–.
Avanzamos a las posiciones que Dragón nos había indicado y no hicimos preguntas. Una vez situados en nuestros lugares Dragón comenzó a hablar.
–Este lugar es un punto de concentración de energía de la naturaleza. En general las montañas siempre lo son, dado que se han formado con la energía de la tierra y aún la acumulan en su interior. Los humanos también perciben la magia de estos lugares, pero no llegan a entenderlo con la razón y tratan de explicarlo mediante mitos o leyendas. Por ejemplo la mitología china narra que existen cinco montañas sagradas que sostienen el cielo y que se originaron a partir del cuerpo de Pangu, el primer ser y creador del mundo. Os cuento esto para explicaros por qué he elegido este lugar para intentar crear nuestra sinergia. Tenemos cinco montañas, aunque no se trate de las montañas sagradas de las que os hablaba, por supuesto, pero son cinco, como las puntas de un pentagrama, símbolo que también representa la unión del hombre con la naturaleza. Emma está justamente en el centro de nuestro pentagrama imaginario donde las montañas son nuestras cinco puntas y nosotros dos estamos alineados con ella en la dirección de los brazos de la estrella –explicó.
–Y ¿qué he de hacer?–pregunté tensa.
–Te sugiero que crees un pentáculo de energía a nuestro alrededor potenciando la energía de las montañas con tu propia energía. Espero que eso sirva para crear un campo energético lo suficientemente potente para unirnos en sinergia–explicó Dragón.
–De acuerdo. Y ¿cómo se supone que hay que hacer eso?–pregunté de nuevo confusa.
–Tú eres el Equilibrio, se supone que sólo tú puedes hacerlo y además estas convencida de que lo lograrías. Robb y yo confiamos en ti, Emma. Tómate tu tiempo, no tenemos prisa–dijo Dragón y volvió a unir sus manos en su postura de meditación.
Miré a Robb buscando consejo ahora que Dragón me había dado vía libre y me asombró encontrarle en la misma pose que Dragón, meditando con los ojos cerrados.
“Concéntrate amor, puedes hacerlo. Dragón y yo te ayudaremos con nuestra energía” me dijo mentalmente.
–Vale, allá voy–dije para animarme a mí misma.
Inspiré y comencé a generar energía, distribuyéndola por todo mi cuerpo. Me concentré intentando sentir las emisiones de energía de las montañas a mi alrededor, pero sólo sentía el aura de Dragón y el de Robb junto a mí. Entonces decidí crear las líneas del pentagrama con mi energía usando como vértices las montañas tal y como me había indicado Dragón. Comencé con la punta superior, enfocando mi energía a la montaña que quedaba más al norte, después seguí el trazado en diagonal hasta la montaña situada al suroeste, volví a dibujar una diagonal hacia la montaña al este y continué con la montaña del oeste para seguir hacia el sureste y acabar el pentáculo de nuevo en el norte. El pentagrama estaba listo, pero no sabía si esto sería suficiente para crear la sinergia.
“Necesitas fusionarte con la naturaleza, Emma” me sugirió Dragón “Y creo que necesitas un empujón”.
No supe lo que había hecho Dragón, pero de pronto el viento comenzó a ganar fuerza en torno a nosotros. Mis cabellos comenzaron a volar en todas las direcciones, al igual que la melena de Dragón. Aquello me recordó a lo que había conseguido hacer Huracán en las montañas, dominar los elementos. Entonces empecé a sentir la electricidad en el aire, arrastrada por el viento y comprendí que la energía siempre había estado ahí y que bastaba saberla conducir, como había hecho Dragón. Me puse en pie y dejé que mi cuerpo se meciera con el viento y cuando me di cuenta levitaba sobre el suelo, justo en el centro del pentagrama. Entonces sentí que la energía venía a mí en lugar de salir de mí y me sentí más poderosa de lo que nunca había sido. Giré en el aire a gran velocidad recogiendo energía y dirigiéndola a las líneas del pentagrama que empezaron a ser visibles en un color azul intenso. Giré y giré hasta definir completamente el pentáculo y entonces para mi asombro las montañas comenzaron a emitir su energía a través del pentagrama. Estábamos rodeados de un campo energético increíblemente potente y de pronto comprendí lo que tenía que hacer. En realidad había visto cómo se hacía esto antes. Recordaba una lámina en la que el Equilibrio levitaba llena de energía y cómo después la desprendía por sus ojos a través de haces azulados. Atraje toda la energía del pentagrama hacia mí, absorbiéndola y acumulándola en mi interior. De pronto me sentí rebosante de energía y con dificultades para contenerla y me entró el pánico. Grité y mi cuerpo se iluminó y empecé a brillar, con un color azul intenso. Robb abandonó su posición, saltando para auxiliarme, pero Dragón se interpuso, colisionando con él en el aire e impidiendo que me tocara.
–Déjame, está en peligro–gritó Robb.
–No lo está, confía en mí. Si la tocas ahora te desintegrarás. Vuelve a tu posición de inmediato–le ordenó Dragón.
Robb, reticente, retrocedió y volvió a su posición sin quitarme la vista de encima ni un momento. Dragón también ocupó su lugar de nuevo.
“Ya sabes lo que has de hacer” me indicó entonces Dragón.
Sí, lo sabía, pero no me atrevía a hacerlo. Tenía miedo de que algo no saliera bien y sentía pánico de equivocarme y dañarlos a los dos.
“Hazlo conmigo primero, soy más duradero que Robb” dijo Dragón.
Me alegró que él se ofreciera de conejillo de indias. Desde un punto de vista totalmente egoísta si algo salía mal prefería que fuera con él.
Le enfoqué con mi mirada y aunando fuerzas lancé un haz de energía y le impacté de lleno en la frente. Dragón se mantuvo inmóvil, absorbiendo la energía sin pestañear, mientras que Robb se mantenía a mi derecha expectante.
“Estoy bien. Ahora tienes que hacerlo con Robb” dijo Dragón.
“Robb, si algo va mal avísame cuanto antes y pararé” le pedí.
“No te preocupes, confío en ti” me dijo.
Mantuve el haz que retenía a Dragón y lancé otro hacia Robb, dando de lleno en su frente. Y de pronto Robb y Dragón también comenzaron a levitar en el aire conmigo. Parecía que formábamos un triángulo, pero no estaba completo, faltaba la unión entre Robb y Dragón y comprendí que si quería que Robb también se beneficiara de la sinergia con Dragón, tendría que existir también intercambio de energía entre ellos. Entonces me transporté hacia el cuerpo de Robb, y desde allí disparé el haz de energía hasta Dragón, creando la unión que faltaba. Ahora sí que sentí la sinergia entre nosotros, era como si los tres fuéramos uno. Continué absorbiendo la energía del pentáculo y compartiéndola con ellos hasta que se agotó y entonces también yo dejé de emitir. Los tres descendimos lentamente hasta el suelo y una vez en tierra firme, el triángulo de energía se desvaneció y quedamos liberados.
–¿Estáis bien?–les pregunté.
Robb asintió y se dejó caer de rodillas. Esto me preocupó y corrí a su lado, abrazándome a él.
–Robb, ¿te encuentras bien?–le pregunté acariciando su rostro.
–Sí, me estalla la cabeza, pero por lo demás estoy bien. ¿Cómo estás tú?–dijo él mirándome preocupado.
–Bien, supongo, pero no me siento distinta. ¿Cómo sabemos si ha funcionado?–pregunté volviéndome hacia Dragón.
–Créeme, ha funcionado–dijo Dragón–Hemos intercambiado nuestras energías como nunca había visto hacerse antes a excepción de en el rito del vínculo–.
–¿Quieres decir que ahora estamos vinculados los tres?–pregunté.
–Algo bastante parecido a eso–confirmó Dragón.
–No me hace mucha gracia lo del “menage à trois”–bromeó Robb.
“Pues más te vale irte acostumbrando, híbrido” le amenazó Dragón.
“Esto va a ser un infierno” pensó Robb.
“Pues entonces te encantará, te sentirás como en casa” bromeó Dragón.
–¡Basta de bromas! Volvamos al campamento, por favor. No sé vosotros, pero yo estoy exhausta– dije.
Y ellos me complacieron y volvimos al campamento antes de que el sol se pusiera en el horizonte.
Después de cenar con los demás, Robb y yo nos dirigimos a nuestra cabaña a las orillas del lago. Estaba realmente extenuada y Dragón decidió dejarnos descansar esta noche y empezar los entrenamientos al día siguiente, cosa que agradecí. Según nos acercábamos me pareció que la casita parecía más brillante que esa mañana y comprendí que sería obra de Lian. Efectivamente habían pintado el exterior de un rojo brillante y estaba adornada con farolillos, ahora iluminados, que le daban un aspecto precioso y acogedor. Dejé escapar una exclamación de sorpresa y me apresuré a entrar a ver qué habían hecho con el interior. Robb sonrió y me siguió de cerca. Abrí la puerta y quedé maravillada. El interior estaba completamente cambiado. Todo estaba limpio y olía a jazmín y a incienso, como en el templo. Los muebles eran escasos, pero muy bonitos y había velitas flotando en vasijas de cristal repartidas por toda la habitación.
Me arrojé a los brazos de Robb, emocionada y le besé apasionadamente.
–Recuérdame que le dé las gracias a ese chico–murmuró Robb–Se te ve muy feliz–.
–Sí, lo estoy. Este sitio es increíble, tú eres increíble y la sinergia ha funcionado. ¡Hoy ha sido un buen día!–exclamé.
–¿Qué te parece si hacemos que la noche también lo sea?–me sugirió Robb mirándome con su cara de chico malo.
Noté cómo me acaloraba e inspiré hondo para evitar marearme.
–Me parece genial–admití con expectación.
–Hace mucho calor. ¿Te apetece que nos demos un baño en el lago para empezar?–me propuso con su sonrisa torcida.
Asentí y acepté la mano que me ofrecía y salimos juntos hacia el embarcadero. Una vez allí Robb se quitó la camiseta sacándola de un tirón por su cabeza, de ese modo tan personal que siempre me había parecido tan sexy y dejó caer sus vaqueros hasta el suelo, apartándolos con su pie.
–¡Vamos! Es tu turno –me animó guiñándome un ojo.
Era demasiado guapo, demasiado perfecto y contemplarle era como admirar una obra de arte en un museo. Parecía hermoso e inalcanzable, pero él me había elegido a mí, aunque no acabara de creérmelo por completo. Su mirada me aceleró el corazón y mis latidos desbocados empezaron a enviar esa sensación exquisita en olas de calor a todo mi cuerpo. Me preguntaba si yo también sería capaz de provocar esas sensaciones en él y yo misma me respondí porque podía leer su mente y sentir lo que sentía y había compartido con él sus sentimientos hacia mí y también eran intensos y deliciosos. Decidí provocarle y me desabroché la blusa lentamente, descolgándola sensualmente por mis hombros antes de quedarme en sujetador. Observé que mi insinuación surgía efecto y que Robb me prestaba toda su atención. Entonces comencé a desabrochar los botones de mis vaqueros y los deslicé por mis caderas pausadamente hasta que me los quité y los dejé junto a los suyos. Las pupilas de Robb estaban dilatadas y parecía devorarme con la mirada. Y entonces tuve una idea perversa. Me acerqué contoneándome hasta su lado y cuando me rodeó con sus brazos, comencé a besar su mandíbula rumbo a su sien.
–¿Me quieres?–le susurré provocadora besando su oreja.
–Sí, te quiero–me dijo con voz áspera.
– Pues cógeme si puedes– le reté.
Y aprovechando su confusión le empujé con fuerza, tirándole al lago. Yo también me lancé al agua de cabeza y nadé a toda velocidad para sacarle ventaja antes de que viniera en mi busca. Pero Robb era muy rápido, mucho más que yo, y pronto sentí que le tenía detrás y que acortaba distancias conmigo peligrosamente. Intenté un último sprint para alcanzar el templete flotante antes de que me atrapara, pero fue inútil. De pronto me atrapó por las piernas y tiró de mí hacia abajo y los dos nos hundimos hacia el fondo del lago. Nos sumergimos abrazados metros y metros hasta tocar el fondo y entonces Robb me cogió por la cintura y se impulsó con un salto sobre el lecho del lago y salimos impulsados a toda velocidad hacia la superficie. Rompimos la calma del lago saliendo a la superficie con un grito de júbilo y después de alcanzar unos metros de altura, volvimos a caer al agua sin dejar de abrazarnos. Jugamos y nos besamos en el agua hasta que nuestras respiraciones comenzaron a hacerse pesadas a medida que aumentaba la intensidad de nuestros besos. Entonces nadamos hasta el muelle flotante y nos tumbamos sobre el suelo de madera, empapados, y cansados por el ejercicio. El aire de la noche era fresco e involuntariamente comencé a tiritar.
–¿Tienes frío?–me preguntó Robb, acercándose más a mí.
–Un poco–admití, abriendo mis brazos para recibirle.
Él me cubrió con su cuerpo, protegiéndome del aire y yo le apreté más contra mí.
–¿Crees que si tenemos un momento tórrido ahora mismo, Dragón se enterará?–preguntó Robb con ironía.
–Es probable, pero aun así quiero mi momento tórrido–le dije alcanzando sus labios.
–Pues lo tendrás–me aseguró entre besos.
Rodeé su cuerpo con mis brazos y acaricié su espalda recorriendo su suave piel mojada con las yemas de mis dedos. Él se estremeció y abrió mi boca con sus labios, acariciándome con la lengua sólo él sabía hacer. Mi temperatura subía por momentos gracias a Robb y entonces él coló sus manos debajo de mi espalda buscando el broche de mi sujetador. Se me aceleró la respiración y me incorporé ligeramente para facilitarle el acceso cuando de pronto me pareció ver movimiento en el muelle.
–Robb, espera. Creo que nos llaman desde el muelle–dije avergonzada.
Robb exhaló y se incorporó para comprobar lo que le decía.
–Sí, son Tom y… Mei–confirmó mosqueado.
Un silbido cruzó el aire y comprendimos que querían algo, con lo que nos metimos de nuevo en el agua y nadamos en su dirección. Cuando llegamos al embarcadero Robb me cogió de la mano y se impulsó en el agua, sacándome de un salto con él. Tom y Mei estaban en el muelle, ella como de costumbre con cara de malas pulgas.
–Tom, ¿ocurre algo?–preguntó Robb ignorando deliberadamente a Mei.
–Lo siento Robb, no quería interrumpiros–se excusó avergonzado– Ha llamado Cloe, dice que lleva varias horas intentando localizar a Emma y que necesita que se conecte con ella por Skype, que es importante–.
Tom desvió la mirada de mí a propósito y me di cuenta de que estaba empapada en ropa interior y esto provocó que enrojeciera violentamente. Entonces Robb advirtiéndolo se puso delante de mí, tapándome con su cuerpo y yo me abracé a su cintura agradecida.
–Gracias por avisar, Tom–dije–Quedé en llamarla yo y no lo he hecho. He estado demasiado ocupada–.
Mei soltó un bufido de indignación y dándose la vuelta se largó hecha una furia.
–Voy… tras ella–dijo Tom despidiéndose.
Robb se rio por lo bajo y yo me quedé contemplando a Tom, sorprendida.
–¿Por qué diablos la sigue a todas partes?–pregunté intrigada.
–Se le dan bien las morenas–me explicó Robb, divertido.
Me giré hacia él abriendo los ojos como platos.
–¿En serio quiere intentar algo con ella?–pregunté alucinada–Se trata de Mei, una psicópata que está obsesionada contigo. ¿Es que se ha vuelto loco también él?–.
–Como te he dicho a Tom se le dan bien las morenas. Aún no le he visto fallar con ninguno de sus objetivos. Confiemos en él, quizás consiga que Mei se relaje un poco y nos permita vivir a los demás un poco más tranquilos–me explicó.
–No sé, tenía a Tom por un chico sensato y Mei… está como una cabra–admití.
–Supongo que supondrá un reto para él. Te apuesto cincuenta pavos a que lo consigue antes de que abandonemos el campamento–me retó.
–Si es así serán los cincuenta pavos que perderé con más gusto en toda mi vida–acepté.
Robb sonrió y recogiendo nuestra ropa del suelo, me cogió de la mano y volvimos juntos hasta la cabaña.
–¿Qué tal os va por ahí?–me preguntó Cloe a través de la pantalla.
–Bastante bien. Dragón nos va a entrenar a Robb y a mí. Hemos creado un vínculo con él que nos permitirá tener además sus aptitudes, lo que siempre es un plus porque ese tipo es increíble. El plan es ir al Consejo que se celebrará en un mes, tendrás que decirle a Miguel que ése es nuestro plazo máximo, ya hablaremos de los pormenores más adelante. Bueno y ¿qué tal vosotros por Nueva York?–dije.
–Pues muy bien. Miguel y Christine se reunieron con los pacificadores y estos aceptaron nuestra ayuda y se están preparando para estar a nivel en un par de semanas. Además Rick consiguió localizar al antiguo escuadrón de Robb y se han aliado también con nosotros ofreciéndonos a doscientos hombres, con lo que estamos bastante satisfechos de nuestro trabajo– me explicó.
–Sí, desde luego lo estáis haciendo genial–admití.
–Emma, tengo que contarte algo…privado. ¿Estás sola?–me preguntó Cloe bajando el tono de voz.
Miré hacia Robb que estaba al otro lado de la habitación y él percatándose, me guiñó un ojo.
“¿Quieres que me vaya?” me preguntó.
–Estoy con Robb. ¿Quieres que le eche ahora mismo de la habitación?–le pregunté divertida.
–No, si está Robb mejor que mejor, así nos dará su opinión–dijo de nuevo en susurros.
–Robb, ven aquí. Se requiere tu sabio consejo masculino–le llamé.
Robb suspiró y se acercó con resignación a mí, situándose a mi espalda y aupándome a mí con el ordenador en mano sobre su regazo.
–Hola Cloe–saludó.
–Estamos preparados–le dije a Cloe.
–Me voy a vincular esta noche con Rick–nos confesó Cloe–Y me muero de ganas de que eso lleve a algo más y pasemos una noche inolvidable, pero es que yo no tengo ninguna experiencia en ese tema y como Rick es tan tímido, pues sé que o fuerzo yo la situación o no llegaremos a nada. ¿Qué es lo que tengo que hacer para que se dé cuenta de lo que quiero?–dijo acelerada.
Ambas miramos a Robb esperando su respuesta.
–Tú ponte algo sexy y del resto ya me encargo yo–dijo Robb.
Y dicho esto, se levantó y se alejó cruzando la habitación.
–¿Qué va a hacer?–preguntó Cloe sorprendida.
–No lo sé, pero te sugiero que confíes en él–le pedí– Por cierto, me encanta ese vestido corto negro, el de tirantes que se te ajusta tanto. Debería ser el que eligieras para esta noche–.
–Sí, no es mala idea. Además me pega con las sandalias altas–me respondió– Si te soy sincera estoy histérica–.
–Tranquila, saldrá genial. Por cierto, ¿cómo está Miguel?–le pregunté con curiosidad.
Sabía que Miguel se quedó bastante afectado por nuestra despedida, pero confiaba que la distancia le hubiera hecho reaccionar. Yo le echaba mucho de menos, pero sabía que tenía que alejarme un poco de él, darle su tiempo.
–Pues no sé decirte, está un tanto extraño. El otro día le dio por decir que se largaba a Europa a reagrupar a los pacificadores de esos países y llevarles hacia Asia y ya tenía todo listo para partir y ahora de repente se lo ha replanteado y ha enviado a Jacob en su lugar. Se pasa todo el día con Christine y por lo menos ahora parece que se llevan mejor y además él está feliz. Hacía tiempo que no le veía así, Emma. No es que me alegre de que te hayas ido, ni mucho menos, pero creo que era lo que necesitaba para pasar página–me explicó.
–No sabes cuánto me alegro de que Miguel sea feliz. Dales un abrazo de mi parte, a él y a Christine. Y ¡a por Rick!–le dije como despedida.
–Ya te contaré. Un besazo–se despidió y cortó la conexión.
Apagué el ordenador y salí en busca de Robb. Le encontré en el muelle hablando por el móvil. Cuando oí algo acerca de pétalos de rosa y velas comprendí que estaba hablando con Rick. Me acerqué a él y le rodeé la cintura con mis brazos, apoyando mi rostro en su espalda mientras seguía con la conversación. Cuando colgó, se giró y me abrazó, apretándome contra su pecho.
–¿Qué? ¿Le has aconsejado correctamente?–pregunté divertida.
–Seguirá mis instrucciones a pies puntillas porque al igual que Cloe no tiene referencias en este campo, pero está ansioso por avanzar. Rick siempre ha sido el tímido del grupo, pero ahora creo que está muy enamorado de Cloe y que se lanzará–me explicó.
–¿En serio? Nunca habría dicho que Rick no tenía experiencia, siempre supuse que ése sería Tom–dije sorprendida.
–Las apariencias engañan–dijo Robb, sonriendo.
–En tu caso no. Siempre supe que eras el tipo de chico guapo y sumamente peligroso que se llevaba a las chicas de calle–le acusé.
–Eso es porque me gusta mostrarme tal y como soy–fanfarroneó.
–¿Sabes? Creo que entre Miguel y Christine hay algo–le conté.
–¿Además de una buena pelea?–me preguntó asombrado.
–Te apuesto cincuenta pavos a que la próxima vez que les veamos Miguel estará totalmente colado de mi amiga–le reté.
– Si es así serán los cincuenta pavos que perderé con más placer en toda mi vida–me respondió con una sonrisa radiante.