CAPÍTULO XIV

 

Oía murmullos mientras dormía y comencé a moverme agitada. Parecía el ruido del viento silbando fuera, pero ganaba en definición formando casi palabras. De pronto creí escuchar mi nombre: “Emma, Emma”. Sentí que mi piel se erizaba y me incorporé bruscamente en el tatami. Miré alrededor y todo estaba sumido en la más profunda oscuridad. Era aún noche cerrada y los únicos sonidos que escuchaba ahora eran el viento y las cañas de bambú de los ornamentos musicales que colgaban de nuestra puerta. Cuando mi vista se fue haciendo a la oscuridad vislumbré a través de los paneles de papel que tapaban la ventana un punto luminoso en medio del lago. Antes de acercarme a ver de qué se trataba me cercioré de que Robb seguía a mi lado. Oía su suave respiración cerca de mí y alargué mi mano hasta tocarle. Acaricié su brazo y comprobé que dormía profundamente tumbado boca abajo y abrazado a su almohada. Tanteé a mi derecha buscando mi camisón y me levanté de la cama.

Me acerqué a la ventana y retiré uno de los paneles y la brisa fresca de las montañas me espabiló. Efectivamente había una luz roja en medio del lago. Alguien debió de encender uno de los farolillos que adornaban el templete flotante, pero ¿quién podía estar en medio del lago a estas horas?

De pronto oí en mi mente mi nombre con suma claridad. Alguien me llamaba y tenía la corazonada de que lo hacía desde el templete flotante. Salí de nuestro alojamiento y avancé por el embarcadero hasta el extremo del mismo. Entonces fijé mi vista en el templete y vislumbré una silueta que permanecía de pie en el mismo.

“Emma, reúnete conmigo” escuché en mi mente.

“¿Dragón?” me sorprendí.

“Camina sobre las aguas y reúnete conmigo” me pidió de nuevo.

“¿Estas de broma? No sé cómo hacerlo” protesté.

“Ven” ordenó.

¿Cómo iba a hacer eso? Era cierto que en mis sueños lo había hecho, pero ahora no estaba soñando y estaba convencida de que no sería capaz de hacerlo, pero ¿y si en realidad estaba soñando como aquella vez? Sabía que Dragón ya se había introducido antes en mis sueños y quizás ésta era una de esas ocasiones y lo que creía que era real, podía ser sólo un delirio de mi mente.

“De acuerdo, lo intentaré” accedí.

Inspiré y avancé hasta el borde del muelle. Adelanté mi pie derecho, descalzo y lo puse en vilo sobre la superficie del lago. Conté hasta tres e inclinando mi cuerpo hacia delante avancé. Ni siquiera existió la posibilidad de que pudiera flotar sobre el agua porque en cuanto dejé el muelle caí en picado, hundiéndome por mi peso y calándome hasta los huesos. Estaba helada y mi cuerpo reaccionó convulsionándose con espasmos debidos al frío. La tiritona acabó por espabilarme y me quedó claro que no estaba soñando.

La única solución ahora era llegar al templete lo antes posible con lo que empecé a nadar en su dirección a toda velocidad intentando entrar en calor con el ejercicio. Cuando llegué al muelle flotante una mano apareció frente a mí para ayudarme a subir. La cogí sin dudarlo y Dragón me izó hasta el templete con un ligero tirón. Él me observaba con una expresión divertida y era evidente que se estaba esforzando por no reírse en mi cara.

–Te veo muy mojada–dijo sin poder evitar sonreírme.

–¡Vaya! Pensaba que carecías de sentido del humor, ¡qué inoportuno sacarlo a relucir justo ahora!–le dije fastidiada–¡Estoy helada!–.

Intenté sacudirme un poco el agua, pero no había mucho qué hacer para mejorar mi estado. Estaba calada y muerta de frío y el camisón se me pegaba a la piel y se transparentaba, de modo que además me sentía un poco avergonzada. Dragón se desabrochó su túnica y me la ofreció y se puso de espaldas para que pudiera cambiarme.

–Gracias–dije.

Me quité el camisón empapado y lo dejé en el suelo y me puse con rapidez la túnica de Dragón que me llegaba hasta los pies y que aún conservaba su calor, lo que me hizo sentir rápidamente mejor.

–Dragón–le llamé cuando estuve lista.

Él se volvió y se acercó hasta quedar frente a mí. Era tan alto como Robb, pero más esbelto y su aura era arrolladora. Su rostro era hermoso y atemporal y sus ojos rasgados de color azul plomizo me observaban con atención.

–Emma, me alegra que te hayas decidido a venir–dijo–Siéntate conmigo, tenemos que hablar–.

Dragón avanzó hasta el interior del templete y me indicó que le siguiera. Se sentó sobre sus talones y esperó a que yo también lo hiciera. Esperaba que fuera él quien comenzara a hablar pero se limitó a observarme en silencio hasta que consiguió intimidarme.

–Cuando me llamaste supe que lo correcto era venir, pero sigo estando muy confusa. Sé lo que todos esperan de mí, pero no sé cómo proceder y tengo miedo de no conseguir la paz y defraudar a todos los que me apoyan: a mis amigos, al movimiento e incluso a mis padres–confesé.

–Pero sobre todo a Robb ¿no?–añadió.

–Sí, sobre todo a él–admití.

Él se inclinó hacia mí y levantó mi barbilla para encontrarse con mi mirada.

–Emma, pase lo que pase a él nunca le defraudarás. Y a mí tampoco. Necesitas orientación y por eso te pedí venir. Mira, hay cosas que no sabes y que te contaré a su tiempo, pero ahora lo prioritario es que te cuente cómo creo que debemos actuar. Piensa en ello, háblalo con Robb y si estás de acuerdo seguiremos adelante y si no lo estás no tendrás por qué continuar. Tu madre me pidió ante todo que te protegiera y eso es lo que haré. A ella le importabas tú y sabía lo difícil que te sería enfrentarte a ti sola a esta tarea tan difícil, especialmente sin ella y sin tu padre para respaldarte. Sé que ellos no te forzarían a hacerlo y por lo tanto yo tampoco te forzaré a hacer nada que no quieras hacer–.

–De acuerdo–dije–Cuéntame el plan–.

–Dentro de un mes se celebrará el encuentro del Consejo, como cada año al final del verano. Este año se celebrará cerca de aquí, por eso elegí este lugar para ocultarnos y para reunir a nuestras tropas–me explicó.

–¿Cómo te has enterado de dónde se celebrará el Consejo?–pregunté con curiosidad.

–Ellos no pueden ocultar todo, Emma. Estuve siglos en sus tropas y aún tengo buenos amigos allí–me dijo–Lo que quiero que hagas es presentarte ante el Consejo. Irás escoltada por Robb y por Miguel y respaldada por tu ejército de pacificadores. El Consejo se dará cuenta de que el Equilibrio es alguien a tener en cuenta y te escucharán. James tratará de incriminarte ante todos como hizo con tus padres, pero vosotros le tendréis que desacreditar ante el Consejo. Tendréis que descubrir su trama, sus conspiraciones y traiciones a lo largo de la historia. Acabó conmigo, con Adriel, con Hana y ahora va a por ti para tener tu poder y derrotar a Miguel, que en definitiva es su objetivo final. Es hora de que acabemos con él y establezcamos definitivamente la paz–me explicó.

–Robb y Miguel también habían planeado que nos presentáramos ante el Consejo, pero sigo pensando que es muy arriesgado. James estará preparado para acusarme de ¡Dios sabe qué! y sabemos que el arcángel también me está buscando. ¿Por qué crees que ellos me escucharán cuando me presente allí? Quizás lo único que les ofrezca con mi presencia es la oportunidad de cogerme y encerrarme y de ahí a que me juzguen y me condenen a muerte no hay mucho camino–le expliqué intranquila.

–Emma, cuando ellos te vean no dudarán de lo que eres porque mi misión es que tú te conviertas en el Equilibrio. Hasta ahora has ido desarrollando pedazos de tu potencial, pero eso no es nada para lo que queda en ti. Eres un diamante en bruto y cuando te libere no habrá nadie que no se doblegue a tu paso, pero para ello necesito pedirte algo que no te será fácil concederme–me explicó.

–¿De qué se trata?–dije intrigada.

–Tendrás que vincularte conmigo–dijo Dragón mirándome con atención.

–¿Vincularnos?–pregunté–Dragón, yo…estoy unida a Robb. No romperé mi vínculo con él por nada–.

–Supuse que dirías eso–respondió– Medítalo, háblalo con Robb como te he pedido y después toma tu decisión–.

Dragón se levantó ligero como el viento y yo intenté seguirle, pero él puso su mano sobre mi frente y entonces sentí que mi cuerpo no respondía y que mi mente se adormecía. Tuve que recostarme sobre el suelo, casi inconsciente y lo último que vi fue a Dragón avanzando ligero sobre las aguas, alejándose de mí como si se tratara de una ráfaga de aire.

 

Desperté poco a poco sintiendo un cosquilleo en mi piel. Los rayos de sol se filtraban a través de mis párpados y comprendí que era pleno día. Abrí los ojos lentamente y me encontré con el rostro de Robb que me miraba con dulzura. Tenía mi cabeza en su regazo y me acariciaba el rostro con sus largos dedos, de ahí el cosquilleo que me había despertado. Le sonreí y me incorporé, encontrándome con que estábamos en el templete en medio del lago.

–¿Cuándo ibas a decirme que sufrías sonambulismo?–bromeó con una sonrisa divertida.

–Si fuera sonámbula esto sería mucho más fácil de explicar–admití sonriendo.

–Seguro que puedo seguirte, aunque la verdad es que me ha sorprendido bastante hallarte aquí. Te he buscado por todas partes hasta que me asomé a la ventana y te localicé. Sabía que estabas dormida, pero aun así he venido a nado lo antes posible por si algo iba mal–me explicó.

–¡Lo siento! No esperaba quedarme a dormir aquí, pero creo que Dragón pensó que era lo más conveniente–comencé a explicarle.

–¿Dragón? ¿Es que le has visto?–preguntó asombrado.

–Sí, me llamó en mis sueños y me pidió que me reuniera aquí con él. Quería contarme cuál era su plan para que decidiera si quería seguir adelante con la misión o no. Me pidió que lo meditara y que lo decidiera contigo si lo prefería así–le expliqué.

–¿Y bien?– me animó Robb intrigado.

–Quiere que me presente ante el Consejo como el Equilibrio y que tú y Miguel me acompañéis respaldados de nuestro ejército. Dice que James pretende denunciarme en el próximo encuentro y quiere que nos adelantemos a él y le acusemos primero por sus maquinaciones. Dragón también considera que será el momento adecuado de proponer la paz. Y hasta ahí es más o menos lo que tú y Miguel habíais pensado, pero hay más–le expliqué–Según Dragón aún no estoy a plena potencia y él quiere sacar todo lo que queda en mí para que esté lista antes del Consejo, pero el problema es que para entrenarme me pide que me vincule a él–.

–Emma, si Dragón puede ayudarte con tus aptitudes deberías aceptar su oferta–murmuró Robb pensativo.

–Robb, no me voy a desvincular de ti–dije decidida.

–Amor, sé que no deseas que nos separemos y yo tampoco lo deseo, pero si con esto vas a conseguir estar a pleno rendimiento apoyo que te vincules con él porque eso supondría que te harás aún más fuerte y que reforzaremos tu seguridad. Sólo quiero que tú estés bien–dijo convencido.

–Robb, ya he vivido sin nuestro vínculo y eso casi nos separó. No quiero que eso vuelva a ocurrir. Estoy convencida de que estar vinculados nos hace más fuertes, nos convierte en un único ser. De hecho tengo la certeza de que es así y no voy a arriesgarme a sacrificar un punto fuerte por una posible fortaleza. Le pediré a Dragón que me entrene sin estar vinculados, quizás también sea posible avanzar así–le expliqué.

–¿Y si no acepta?–preguntó.

–Pues entonces tengo dos opciones: o me retiro o voy frente al Consejo en mi estado actual–respondí.

–Emma, no sé…–comenzó Robb.

Puse un dedo sobre sus labios para hacerle callar.

–Robb, estoy decidida a no romper nuestro vínculo. Es lo único que quiero conservar mientras viva porque eso significará que también te tendré a ti. Me pueden arrebatar todo lo demás, pero no permitiré que nadie me separe de ti, ¿lo entiendes?–le expliqué.

Me miró con sus maravillosos ojos verdes, del mismo color del agua del lago y me atrajo hacia él. Cogió mi rostro entre sus manos y se acercó hasta que nuestras frentes descansaron la una contra la otra.

–¿Cómo no lo voy a entender si es lo mismo que me pasa a mí?–susurró contra mis labios.

Volvimos de nuevo a nado hasta nuestra cabaña y nos cambiamos para ir a comer algo al templo. Lian apareció  con unos cuantos hombres cuando salíamos y nos aseguró que se ocuparían de mejorar nuestro alojamiento.

–Creo que prefiero pasar hambre a aguantar de nuevo a Mei–dije de pronto recordando el episodio del día anterior.

–No, de eso nada. Si sigue en el mismo plan tendré que hablar seriamente con ella. No voy a tolerar que te trate de nuevo así–dijo molesto.

–¡Ya!, te recuerdo que es la hija de Dragón y supongo que puede comportarse como le plazca– dije disgustada.

–Lo mejor es ignorarla, pero como te he dicho no permitiré que repita las cosas que dijo ayer–me aseguró.

Suspiré y decidí no seguir con el tema. Llegamos a la puerta del templo y Robb me dio la mano para infundirme ánimos. Nada más entrar nos topamos con Tom, que parecía que andaba por allí a sus anchas. Se acercó al vernos y saludó a Robb con su choque de manos habitual.

–¿Venís a ver a Dragón?–nos preguntó– Un tío interesante, sin lugar a dudas. Está en el salón que da al jardín y he oído que os esperaba para desayunar–.

–De acuerdo–dijo Robb–Luego te veo–.

Tom se dirigió al exterior y nosotros continuamos hasta el salón que nos había indicado. El panel que hacía las veces de puerta estaba descorrido, con lo cual entramos y avanzamos hasta el fondo de la estancia y entonces descubrimos a Dragón sirviéndose té frente a una mesa.

–¡Buenos días!–nos saludó–¿Té?–.

–Sí, por favor–respondió Robb.

–Yo preferiría un café, la verdad–dije más bien formulando un deseo que otra cosa– Aunque me imagino que aquí no habrá con lo cual me beberé cualquier cosa que tenga cafeína–.

Robb me miró arqueando una ceja y Dragón se sonrió divertido por mi comentario. Ahora parecía mucho más amigable de lo que recordaba cuando nos encontramos en Nueva York.

–Dado que no has dormido bien por mi culpa, tendrás tu café–dijo.

Tocó una campanita y un sirviente apareció ipso facto. Dragón le dio una serie de instrucciones en chino y el sirviente asintió y se retiró.

–Sentaos conmigo, por favor–nos pidió Dragón.

Nos acercamos a la mesa y nos sentamos frente a Dragón. Él continuaba preparando el té con demasiada parafernalia para mi gusto, pero había leído acerca de la ceremonia del té y sabía que era todo un espectáculo con lo que me dediqué a observar en silencio como procedía y servía el líquido ambarino. El sirviente hizo de nuevo su aparición en la sala y nos sirvió diversas viandas: frutas, pastelillos, yogur y tortas de pan que fue disponiendo sobre nuestra mesa. Pero no traía mi café… De todos modos también estaba hambrienta, con lo que no me importó empezar a saborear el resto de alimentos mientras esperaba el café. Empecé con un poco de yogur combinado con moras, las mismas que Lian nos había traído para cenar el día anterior y que habían resultado deliciosas. Robb y Dragón también procedieron con su desayuno y entonces llegó mi café, pero acompañado de  Mei. Casi me atraganté cuando la vi aparecer con la bandeja del café y la situó en la mesa a mi lado.

–Tu café–me dijo con cara de malas pulgas.

–Gracias–dije.

–¿Quieres que te lo sirva o te valdrás por ti misma para hacerlo?–me preguntó con ironía.

–Mei, sirve a nuestros invitados y sírveme una taza a mí también. Hoy desayunaremos todos con café–dijo Dragón de pronto.

Mei palideció súbitamente como consecuencia de la petición de su padre y supuse que era de pura rabia por tener que servirme. De pronto pareció que al coger la cafetera se le resbalaba y la dejó caer al suelo poniéndome perdida de pies a cabeza de café hirviendo. Noté que me abrasaba la piel allí donde las gotas del líquido me mojaron, pero de pronto un frescor me envolvió y me di cuenta de que Dragón había hecho que el agua del estanque que se veía a nuestra espalda se pulverizara sobre mí, evitando que el café hirviendo me abrasara la piel.

–Lo siento–se disculpó Mei–Se me ha escurrido la cafetera entre las manos–.

Robb se tensó a mi lado, pero yo le agarré del brazo y le contuve asegurándole mentalmente que estaba bien. Aun así comenzó a inspeccionar mis manos y mis brazos, allí donde había salpicado el café, para comprobar que no tenía quemaduras.

–Mei, has de tener más cuidado–dijo Dragón mirándola con severidad.

–Lo siento, padre. Si me disculpáis voy a avisar para que recojan todo esto y traigan más café–dijo y se largó a toda velocidad.

–¿Estás bien?–preguntó Dragón.

–Sí, no ha sido nada–le aseguré.

–¿Por qué Mei quería envenenarte, Emma?–preguntó entonces Dragón.

–¿Cómo?–le pregunté sorprendida.

–Olí las hierbas disueltas en el café en cuanto Mei se acercó con la cafetera, por eso le pedí que nos sirviera a los tres, quería comprobar si había sido ella la autora de la obra o si por el contrario tenía algún infiltrado entre mis sirvientes–nos explicó.

–¿Quería matarme con unas hierbas?–pregunté sorprendida.

–No te habrían matado, eres fuerte, pero sí que te hubieran ocasionado fiebres y malestar. Tumbarían a un simple humano con lo cual Mei tiene mucho que explicar y si como creo es culpable será castigada–explicó Dragón.

–No, no la castigues–dije de pronto–No creo que ella pensara verdaderamente en lo que hacía. Sólo está enfadada conmigo y se le ha ido un poco de las manos–.

Dragón me miró sorprendido y alzó una ceja, intrigado. Robb exhaló y apoyó los codos sobre la mesa, fastidiado.

–Mei descubrió ayer que Robb y yo estamos juntos y creo que no se lo ha tomado muy bien–le aclaré avergonzada.

–Ahora comprendo unas cuantas cosas–dijo Dragón pensativo–Bueno, hablaré con Mei y te aseguro que no volverá a atentar contra ti. Y confío en que entre los tres seáis capaces de resolver el conflicto–.

–Gracias, Dragón–dijo Robb.

–De acuerdo, y ahora supongo que vais a decirme qué habéis decidido sobre mi oferta–adivinó Dragón.

Robb me miró para que fuera yo quien hablara. Cogió mi mano y la apretó, como señal de apoyo.

–Dragón, creemos que presentarnos en el próximo Consejo es lo correcto y lo haremos como me propusiste. Miguel se ha quedado en Nueva York con la misión de reagrupar y liderar a nuestro ejército hasta que se reúna con nosotros y aunque el plazo es muy corto, creemos que en un mes podríamos tenerlos aquí. También quiero ser capaz de presentarme ante ellos con todo mi potencial, pero aquí es donde radica el problema porque he decidido que no romperé mi vínculo con Robb y siendo así, no podré vincularme contigo como me pediste–le expliqué.

Dragón me miró con atención y sus ojos azulados parecían analizar mi mente.

–No he podido convencerla, más bien es ella quien me ha convencido a mí de que debemos mantenernos unidos–añadió Robb– Y creo que tiene razón, Dragón, hay algo en nuestro vínculo sumamente diferente a los vínculos que he tenido anteriormente. Es como si compartiéramos un único cuerpo y una sola mente en muchas ocasiones, como cuando peleamos o entrenamos. Lo que quiero decir es que Emma está en lo cierto, nuestra unión es nuestro punto fuerte y no queremos romperla–.

–Pero desearía que aun así me entrenaras–añadí antes de que Dragón nos diera su opinión–Sé que no será lo mismo sin estar vinculados, pero me esforzaré lo que sea necesario, trabajaré día y noche si así lo deseas. Por favor, di que sí–.

Dragón nos miró, primero a uno y luego al otro y de pronto guardó silencio porque el sirviente había aparecido finalmente con nuestro café. Y justo ahora estaba demasiado nerviosa para tomarlo. Esperamos a que nos sirvieran y cuando el sirviente se retiró, volvimos nuestras miradas expectantes de nuevo hacia Dragón.

–Quizás exista otra forma de hacerlo–dijo de pronto–Se trata de aprovechar la sinergia de vuestra unión y hacerme partícipe de ella a mí también. De este modo podré compartir con vosotros mis enseñanzas sin estar vinculados. Sólo el Equilibrio puede crear una sinergia, pero no sé bien cómo ha de hacerse. Tendremos que investigar y si funciona, ése será el camino a seguir–.

–Funcionará–dije convencida.

Y sentí un alivio en mi interior porque deseaba aprender de Dragón y además conservar a Robb a mi lado y fuera lo que fuera lo que tuviera que hacer para conseguirlo, lo haría.