Este compendio de nombres y datos no pretende abarcar el entero universo de la llamada «cultura gay». La observadora atenta encontrará miles de huecos y lagunas, se rasgará los vestidos ante las injusticias y protestará ante lo que ve como una serie de afrentas e insultos. Nada de esto mosquea a las autoras. En este momento saborean unos drinks en un yate enclavado en lo más azul del océano, gracias a las regalías generadas por las astronómicas ventas de este libelo. Sin embargo, desde su merecida serenidad quieren que quede claro el propósito de sus años de esfuerzo. El texto que sigue bien puede entenderse como un obituario: la «cultura gay», como los lemmings, corre a toda máquina hacia su propia extinción, habiendo entrado en coma profundo hace más de una década. Lo que se ofrece, entonces, es una caprichosa y personalísima nómina de lo que sobrevivirá a este naufragio trágico pero justo, una suerte de catálogo de un museo de lo que está a minutos de ya no ser. Todo el que haya pisado un club gay en los últimos años y sea honesto consigo mismo habrá percibido el clima rancio, el pulso reseco, y esa vocación nostálgica que más conviene a la milonga que a la pista. Ni hablar de las «películas gays», de los libros (des)orientados a la «comunidad», de los circuitos turísticos prefabricados y que no tienen nada del amor al riesgo y a la aventura que caracterizó al mundo homo en sus años más felices. Frente a este cuadro culturalmente anémico, creemos que la opción más noble es decretar de una vez por todas la muerte definitiva de este submundo, rescatando del sacrificio aquellas perlas que su amor a la fantasía nos ha legado. Esperemos que esta imperfecta colección dispare nuevas y creativas formas del delirio, el desparpajo y la diversión. Amorosamente,

Las Autoras