6
Al final de la cena estaba un poco más relajada, aunque tenía ganas de llegar a casa y estar sola un rato. Decidida a que no me pillaran otra vez con la guardia baja, volví a levantar esa barrera entre mis recuerdos y yo, y traté de disfrutar de la compañía de los Nichols. No fue difícil. Eran una familia muy agradable.
Mis planes para quedarme sola se vieron frustrados por Braden y Ellie, que iban a reunirse a tomar unas copas con Adam. Traté de librarme de ir con ellos, pero Ellie no estaba dispuesta a ceder. Era como si sintiera que iba a quedarme en casa comiéndome la cabeza o algo así.
Después de despedirme de los Nichols y prometerle a Elodie que volvería, salimos a pillar un taxi para que nos llevara al apartamento y yo pudiera coger mi bolso. Solo tenía encima el móvil y estaba decidida a que nadie —es decir, Braden— me pagara las copas esa noche. Cuanto menos le debiera, mejor.
Cuando el taxi se acercó al apartamento, vi una figura alta y desgarbada sentada delante de la entrada de la casa. Se me encogió el pecho. Con el corazón acelerado, bajé del coche la primera y me apresuré hacia James, que se levantó, con la mochila a sus pies. Tenía grandes ojeras oscuras, la cara demacrada y pálida, las comisuras de la boca tensas por el dolor y la rabia.
—Solo dime una cosa. ¿La animaste a que me dejara?
Pillada a contrapié por toda la rabia acumulada contra mí, negué con la cabeza, dando un paso cauteloso hacia él, aturdida.
—James, no.
Me señaló con el dedo, con la boca retorcida con amargura.
—Las dos estáis tan locas… Has tenido que participar en esto de alguna manera.
—Eh. —Braden se puso delante de mí, calmado pero intimidatorio cuando habló con James—. Lárgate.
—Braden, no pasa nada. —Miré a Ellie, que estaba observando con los ojos como platos. Hice un gesto hacia Braden, rogando a Ellie con la mirada—. Podéis ir delante sin mí.
—Ni hablar. —Braden negó con la cabeza, sin apartar en ningún momento la mirada de James.
—Por favor.
—Braden. —Ellie tiró de su codo—. Vamos. Démosles un poco de intimidad.
Con el enfado ardiendo en sus pupilas, Braden me cogió el móvil y empezó a usarlo.
—¿Qué…?
Me cogió la mano y puso mis dedos en torno al móvil otra vez.
—Ahora ya tienes mi número. Llámame si me necesitas. ¿Vale?
Asentí, aturdida. Mientras Ellie tiraba de su hermano, bajé la mirada al teléfono que tenía en la mano. ¿Braden me estaba cuidando? ¿Estaba preocupado? Lo miré por encima del hombro. No podía recordar la última vez que alguien había hecho algo parecido. Era solo un detalle, pero…
—¿Joss?
La voz impaciente me devolvió a mis cavilaciones. Suspiré profundamente. Estaba exhausta, pero sabía que tenía que ocuparme de eso.
—Pasa.
Una vez que estuvimos en la sala de estar con sendos cafés, fui directa al grano.
—Le dije a Rhian que pensaba que estaba cometiendo un error. Nunca la animaría a que te dejara. Eres lo mejor que le ha pasado.
James negó con la cabeza, con expresión funesta.
—Lo siento, Joss. Por lo de antes. Es que… siento que no puedo respirar. No parece real, ¿sabes?
Sintiéndome desesperanzada, me incliné para frotarle los hombros y calmarlo.
—A lo mejor Rhian cambiará de opinión.
—Pensaba que había superado esa mierda —continuó como si yo no hubiera dicho nada—. Es todo por sus padres, ya lo sabes, ¿no?
—Más o menos. En realidad, no. No hablamos de esas cosas.
Me miró con algo parecido a la incredulidad.
—Se supone que vosotras dos sois las mejores amigas, pero a veces os hacéis más mal que bien.
—James…
—La madre de Rhian amaba al padre de Rhian. Su padre era un capullo alcohólico emocionalmente atrofiado, pero esa perra lo quería más a él que a Rhian. Él le daba palizas a Rhian y a su madre cada dos por tres. Y la madre de Rhian siempre volvía con él. Al final, él se largó, pidió el divorcio y conoció a otra. La madre de Rhian la culpó a ella. Dijo que era una fracasada y que terminaría como su padre. Durante años le dijo a Rhian que era como su padre, un desastre en ciernes. Y Rhian lo cree.
»¿Sabes que su madre se intentó suicidar dos veces? La muy egoísta dejó que Rhian la encontrara así. Dos veces. Y ahora Rhian cree que va a hacerme a mí lo que su padre le hizo a su madre. No puedo hacerla entrar en razón. Si ni siquiera bebe, joder. ¡Es todo mental! Y pensaba que lo habíamos superado. Por eso le propuse matrimonio. —Agachó la cabeza en un esfuerzo por ocultar las lágrimas que brillaban en sus ojos—. No puedo creer que esto esté ocurriendo de verdad. —Dio una patada a la mesita de café por la frustración y yo apenas pestañeé.
Mi mente estaba con Rhian. ¿Cómo había podido ser su mejor amiga durante cuatro años y no saber nada de eso? Su historia era mucho más jodida de lo que podría haber imaginado. Por supuesto, Rhian tampoco sabía nada de mi pasado. De repente, me pregunté si James tenía razón. ¿Cómo podíamos aconsejarnos la una a la otra cuando no sabíamos nada de los demonios de cada una?
Entonces se me ocurrió, mirando a James llorando por la mujer que amaba, que Rhian estaba mucho menos jodida que yo. Ella le había contado todo a James, porque confiaba en él para resolver sus problemas, y lo había superado con él. O casi.
Aun así, había dado un paso enorme en esa dirección.
—Joss —me estaba rogando James ahora—, habla con ella, por favor. Ella te escucha. Ella cree que si tú eres feliz sola, ella también puede serlo.
¿Feliz? Yo no era feliz. Solo estaba a salvo.
Suspiré profundamente, sin estar segura de qué hacer.
—Oye, puedes quedarte aquí todo el tiempo que necesites.
James me miró un momento demasiado largo, con expresión inescrutable. Por fin se limitó a asentir.
—Te agradecería que me dejaras dormir en tu sofá esta noche. Mañana voy a casa de mamá. Hasta que me aclare.
—Vale.
No dijimos nada más después de eso, hasta que encontré una manta en el armario y la dejé en el sofá, junto con una de mis almohadas. Sentía la decepción que James experimentaba conmigo cada vez que me acercaba a él, así que lo dejé en la sala y me encerré en mi habitación.
Llamé a Ellie.
—Eh, ¿estás bien? —preguntó, con el sonido de música y ruido de fondo desvaneciéndose a medida que ella iba saliendo del bar en el que se encontraran a una calle un poco más silenciosa.
«No. No estoy bien. Ni mucho menos».
—Sí, estoy bien. Espero que no te importe, pero le he dicho a James que podía quedarse en el sofá esta noche. Mañana se irá a su casa.
—Claro… ¿qué? —La boca de Ellie se apartó del teléfono para hablar con otra persona—. Joss está bien. Él va a dormir en el sofá.
¿Era Braden?
—No, he dicho que está bien. Braden, está bien. Vete. —Su suspiro se hizo más alto al volverse hacia su teléfono—. Lo siento, Joss. Sí, no hay problema. ¿Necesitas que vaya a casa?
¿Necesitas que vaya a casa?
¿Yo estaba en casa? ¿La necesitaba?
Apenas la conocía. Pero, igual que Braden, Ellie se me había metido dentro de alguna manera. Agotada por lo que se había convertido en un día excepcionalmente emotivo, negué con la cabeza.
—No, Ellie, estoy bien, en serio. Quédate. Pasadlo bien. Solo acuérdate de que hay un desconocido durmiendo en tu sofá cuando llegues a casa.
—Vale.
A regañadientes, ella colgó y yo me quedé mirando la pared. Me estaba tambaleando. ¿Por qué me sentía tan desequilibrada? ¿Tan fuera de control? ¿Tan asustada?
¿Por qué mudarme a Dublin Street había cambiado tantas cosas en tan poco tiempo?
Muchas cosas habían cambiado, pero aparentemente no lo suficiente. Todavía estaba sola. Pero estaba sola porque lo quería. Me di cuenta de repente de que Rhian era una criatura completamente distinta. Ella no sobreviviría sola.
Marqué su número.
Ella contestó cuando ya estaba a punto de colgar.
—¿Hola?
Joder, sonaba fatal.
—¿Rhian?
—¿Qué quieres, Joss? Estaba durmiendo.
Sí, podía imaginarme que había pasado todo el tiempo en la cama desde que James se había ido. De repente, me sentí enfadada con ella.
—Te llamo para decirte que eres una idiota integral.
—¿Perdón?
—Ya me has oído. Ahora coge el teléfono y llama a James y dile que has cometido un error.
—Vete a la mierda, Joss. Sabes mejor que nadie que estoy mejor sola. ¿Has estado bebiendo?
—No. Estoy aquí sentada mientras tu novio está hecho polvo en mi sofá.
Su respiración se elevó.
—¿James está en Edimburgo?
—Sí. Y está destrozado. Y me ha contado todo lo de tu padre y tu madre.
Esperé una respuesta, pero Rhian se había quedado en un silencio sepulcral.
—Rhian, ¿por qué no me lo contaste?
—¿Por qué tú nunca me has hablado de tus padres? —contraatacó.
Contuve el parpadeo cuando mis ojos aterrizaron en la fotografía de mi familia en la mesilla de noche.
—Porque murieron junto con mi hermana pequeña cuando yo tenía catorce años y no hay mucho más que decir.
No sabía si era cierto o no. De hecho, después de los ataques de pánico, me estaba preguntando si el problema no era el hecho de no decir nada. Respiré hondo y le dije algo que nunca había contado a nadie.
—Cuando murieron —continué—, la única persona que tenía era mi mejor amiga Dru, y cuando ella murió un año después no me quedó nadie. Estaba completamente sola. Pasé los años que más influyen cuidándome sola. Nunca hubo llamadas de teléfono de personas preocupadas. Quizá las habría habido si lo hubiera permitido, pero estoy acostumbrada a cuidar de mí y no quiero fiarme de nadie más.
Después de otro momento en que el único sonido que pude oír fue el latido de mi corazón, Rhian sollozó.
—Creo que nunca habías sido tan sincera conmigo.
—Nunca había sido tan sincera con nadie.
—Siempre has sido muy reservada. Pensaba que estabas bien. Pensaba que no necesitabas que nadie se preocupara…
Me acomodé en la cama y dejé escapar otro profundo suspiro.
—El objetivo de tirarte toda mi mierda encima no es que te sientas culpable. Eso es lo que quiero decir. No sé si eso cambiará algún día. No lo estoy pidiendo. Pero Rhian, cuando confiaste a James todo tu bagaje, ese día decidiste que querías que alguien se preocupara. Estabas cansada de estar sola. ¿Estar con él será duro? Sí. ¿Luchar contra tus miedos cada día será difícil? Sí. Pero lo que él siente por ti… Joder, Rhian, merece la pena. Y decirte que está bien que huyas de él y estés sola simplemente porque yo estoy sola y me va bien es una tontería. Yo estoy sola porque lo estoy. Tú estás sola porque lo has decidido. Y es una decisión equivocada.
—¿Joss?
—¿Qué?
—Siento no haber sido una buena amiga. No estás sola.
«Sí lo estoy».
—Yo también siento no haber sido una mejor amiga.
—¿James todavía está ahí?
—Sí.
—No quiero estar sola cuando puedo tenerlo a él. Joder, esto suena tan cursi.
Negué con la cabeza sonriendo, con la tirantez en el pecho aliviada.
—Sí, suena cursi. A veces la verdad es cursi.
—Voy a llamarlo.
Sonreí.
—Pues cuelgo.
Colgamos y me quedé tumbada en la oscuridad, escuchando. Al cabo de veinte minutos, oí que la puerta de la calle se abría y se cerraba.
Encontré el salón vacío, la manta enrollada en el sofá. Un trozo de papel en ella. Una nota de James.
«Te debo una».
Agarré con fuerza el papel y, aturdida, volví a entrar en mi dormitorio para mirar la foto en la que aparecía con mi familia. Si algo me habían enseñado esas últimas semanas, era que obviamente yo —como Rhian— no lo había superado. Tenía que hablar con alguien. Pero a diferencia de Rhian, yo no quería hablar con alguien que pudiera usar esa mierda contra mí. Mi terapeuta de la escuela secundaria había tratado de ayudarme, pero yo me había cerrado cada vez. Era adolescente. Creía que lo sabía todo.
Pero ya no era una niña y no lo sabía todo. Y si quería que los ataques de pánico se detuvieran tenía que hacer una llamada por la mañana.