11

Mis llaves repiquetearon en el aparador de nogal del pasillo: el primer sonido para romper el silencio entre Ellie y yo. Después de una noche ajetreada en el bar, normalmente me zumbaba la cabeza y tardaba unas horas en desconectar antes de poder irme a dormir, pero esa noche era peor. Todavía podía sentir a Braden en mi boca, en mi pecho, entre mis piernas. Por el amor de Dios, todavía podía olerlo y saborearlo. Y simulé no sentir nada de eso cuando él cumplió con lo prometido y nos metió a Ellie y a mí en un taxi después de que acabara mi turno. De hecho, no le dirigí la palabra.

No dije ni una palabra a nadie.

Alistair y Braden eran los dos únicos que conocían la razón. Craig me observó perplejo durante el resto de la noche, probablemente preguntándose por qué había desaparecido mi buen humor, y yo evité la mirada de Ellie. La evité en el bar, la evité en la acera, la evité en el taxi y continuaba evitándola. Seguí dándole la espalda al quitarme los zapatos, y luego la dejé en el salón al ir a la cocina a buscar un vaso de agua.

—Entonces, ¿no vamos a hablar de eso? —preguntó Ellie en voz baja, siguiéndome a la cocina.

La miré por encima del hombro, simulando ignorancia.

—¿Hablar de qué?

Me lanzó una mirada de exasperación.

—Sobre el hecho que Braden estaba furioso por tu beso con Craig, que luego te siguió a la sala de personal y no volvió en veinte minutos, y cuando volvió tenía aspecto de que lo hubiera atacado una mujer que habían encerrado en una habitación vacía sin un vibrador ni un hombre durante diez años.

No pude evitarlo. Me eché a reír por la imagen.

A Ellie no le hacía gracia.

—¡Joss! En serio, ¿qué está pasando?

La risa se extinguió en mis labios.

—Me besó. Paramos. No va a volver a ocurrir.

—Braden no retrocede si piensa que estás interesada.

—No estoy interesada. —«Estoy tan interesada…»

—Creo que estás inte…

—Ellie. —Me volví de repente, con los nervios tensados al máximo—. Para, ¿vale? No quiero hablar de esto.

Parecía una niña a la que acababan de quitarle su juguete favorito.

—Pero…

—Ellie.

—Está bien. —Suspiró.

En un esfuerzo por lograr que pensara en otra cosa, me apoyé de nuevo en la encimera arqueando la ceja derecha en un gesto de preocupación.

—Bueno, ¿qué pasaba con Adam y contigo esta noche?

—Soy como tú. No quiero hablar de eso.

Sí, claro.

—Ellie…

Sus ojos pálidos se entrecerraron con tristeza.

—Vale, pues yo sí quiero hablar. Maldita sea, ¿cómo puedes ser tan reservada? —Hizo pucheros—. Es francamente difícil.

Sonreí y negué con la cabeza.

—Para mí no.

Ella me sacó la lengua y se derrumbó con cansancio en una silla de cocina.

—Estoy hecha polvo. Esta noche ha sido agotadora.

—Por eso refunfuñas.

—No refunfuño.

—Refunfuñas un poco.

—Bueno, tú también refunfuñarías si hubieras tenido que aguantar a Adam esta noche.

Me senté en una silla a su lado, preguntándome si debería ir más al gimnasio esa semana como preparación para darle una buena patada en el culo a Adam.

—¿Qué ha pasado, cielo?

—Me está confundiendo. —Ellie hizo una mueca, mirándome con tristeza—. No deja de decir que solo somos amigos, pero actúa como si no lo fuéramos. Braden estaba tan colgado contigo que ni siquiera se ha fijado en la conducta de Adam esta noche, y Adam lo ha aprovechado.

—Me he fijado en que estaba posesivo contigo, aguantándote a su lado y todo eso.

—¿Posesivo? Cuanto más fría quería ser con él, más invadía mi espacio. Y luego mientras Braden estaba contigo, se lo avisé. Le pregunté por Nicholas y por qué estaba actuando tan raro…

—¿Y qué dijo?

—Que Nicholas no era lo bastante bueno para mí y que hasta que dejara de actuar como una niña petulante él no dejaría de ser dominante.

El tío era bueno. Me reí sin humor.

—Bonita manera de esquivar la verdadera pregunta, ¿eh?

—Bueno, tú eres experta en eso —se quejó.

Resoplé.

—Miau.

Ellie se quejó.

—Oh, Dios, Joss, lo siento. Estoy actuando como una perra.

—A mí me parece encantador, de verdad.

Ellie se rio y negó con la cabeza, bajando la mirada con cansancio.

—Estás loca. —Se levantó—. Pero te quiero.

Bostezó y yo me quedé petrificada con sus palabras.

—Necesito mi cama —dijo Ellie—. Hablaremos por la mañana y trataremos de dar sentido al sinsentido de Adam, ¿sí?

«Pero te quiero».

—Ah… sí —respondí, confundida.

—Buenas noches.

—Buenas noches.

«Pero te quiero…»

«—Vamos —le rogué a Dru—. Será divertido. Kyle estará allí.

»Dru me miró llena de dudas.

»—Me puse en ridículo en las últimas fiestas, Joss, y eso que no había que llevar biquini.

»Puse los ojos en blanco.

»—Todas nos pusimos en ridículo en la última fiesta. De eso se trataba. Vamos. Nate estará allí y yo quiero estar con él esta noche.

»—¿Te refieres a ligar con él?

»Me encogí de hombros.

»—Joss, quizá tendríamos que aclarar las cosas. Hemos estado yendo a un montón de fiestas últimamente.

»Sonriendo, le pasé un brazo por el cuello y la atraje a mi lado.

»—Somos chicas. Se supone que hemos de ir de fiesta. —Necesito fiesta. Necesito olvidar—. Y no quiero ir de fiesta sin ti. ¿Sabes qué te digo? Incluso le vomitaré encima a una animadora por ti. Así, hagas lo que hagas, yo habré cometido el acto más ruin de la noche.

»Dru se rio y me abrazó fuerte.

»—Estás loca… pero te quiero».

Sentí que las paredes se juntaban y una opresión en el pecho. Resollé, tratando de respirar.

Me estaba muriendo.

El ataque de pánico duró más esta vez; las palabras impedían que me centrara.

Por fin me abrí paso a la realidad, apartando los recuerdos y permitiendo que mi cuerpo respirara.

Cuando el ataque terminó, tenía más ganas de llorar de las que había tenido en mucho tiempo. Pero las lágrimas solo servirían para debilitarme. En lugar de llorar me levanté con piernas temblorosas y aplasté los recuerdos en las baldosas de la cocina. Cuando me cambié y me metí en la cama simulé que todo estaba olvidado.

***

—¿Tuviste otro ataque de pánico? —preguntó la buena doctora con voz suave.

¿Por qué lo había mencionado? Nada bueno podía resultar de eso. Ella nunca había podido darle la vuelta a lo ocurrido.

—Sí, no importa.

—Sí que importa, Joss. ¿Qué desencadenó este?

Me miré los pies.

—Mi amiga.

—¿Cuál?

Mi mejor amiga.

—Dru.

—No has mencionado a Dru antes.

—No.

—¿Por qué Dru desencadenó un ataque de pánico, Joss?

Levanté lentamente la mirada hacia ella, con un dolor salvaje quemándome por dentro.

—Porque murió. —Respiré hondo—. Y fue por mi culpa.

***

Me desperté justo antes de mediodía y de inmediato me fulminaron los recuerdos de la noche anterior. Recuerdos de Braden y el regusto de lo que era posible entre nosotros. En un esfuerzo por olvidar, pasé la comida hablando en círculos sobre Adam con Ellie, y luchando por combatir los nervios que seguían silbándome en el estómago cada vez que pensaba en la promesa de Braden de venir a verme esa noche.

Ya me estaba preparando para dirigirme a la bañera cuando el teléfono de Ellie sonó y ella maldijo al ir leyendo un mensaje.

—¿Qué? —pregunté, cansada, al apartar los platos de la comida.

—Braden tiene que quedarse en la oficina y se va a perder otra cena familiar. Voy a tener que enfrentarme con veinte preguntas de mi madre, que querrá saber si está bien.

No hice caso de la punzada de decepción en el pecho. Si Braden iba a trabajar esa noche, al menos no iba a venir. Debería estar regodeándome.

—Tu madre lo cuida de verdad, ¿eh?

—Bueno, la madre de Braden es una bruja egoísta, vanidosa y avara que entra y sale de su vida revoloteando cada vez que le viene en gana. Él no la ha visto en años. O sea que… sí. Mi madre lo cuida, porque la suya no lo hace.

¿Cómo era posible que su madre no se preocupara por él? Era Braden Carmichael, por el amor de Dios.

—Eso es increíble. No puedo imaginar hacerle eso a mi propio hijo. —Aunque no pensaba tener ninguno.

Ellie me miró con ojos tristes.

—Braden se parece mucho a su padre. La madre de Braden, Evelyn, lo quería de verdad. Él acabó la relación con ella abruptamente y le dejó algo de dinero. Cuando ella le explicó que estaba embarazada, el padre de Braden dijo que cuidaría del niño, pero que no quería saber nada de ella. Cuando ella mira a Braden, lo único que ve es al hombre que le rompió el corazón y por eso nunca ha sido muy amorosa con él. Nunca. Braden pasó los años escolares en su casa de Edimburgo con un padre distante pero controlador, y los veranos viajando por Europa, viendo a su madre ligando con idiotas ricos que no tenían tiempo para niños.

Mi corazón se dolió un poco por el Braden niño.

Y cometí el error de dejar que se trasluciera en mi expresión.

—Oh, Joss… —Ellie respiró—. Braden está bien, eh.

«No me importa». Me aparté de su expresión suave.

—No me importa.

Ellie apretó los labios y no dijo nada. En cambio, se levantó y al pasar a mi lado me dio un apretón en el hombro.

Miré al fregadero, preguntándome cómo había logrado hacerme eso a mí misma. ¿Adónde había ido a parar la máscara que los mantenía a todos a raya? ¿Por qué no paraba de caérseme cada vez que Ellie o Braden andaban cerca?

Sintiéndome mal, cogí mi teléfono y me metí en el cuarto de baño para ponerme en remojo en la bañera y hundir el malestar con algunas canciones, pero el teléfono sonó cuando me estaba desnudando.

Llamada de Braden.

Miré la pantalla con la boca abierta, tratando de decidir si responder o no. Dejé que acabara de sonar.

Sonó otra vez.

Y volví a mirarlo.

Dos minutos después, al hundirme en la bañera pensando que había escapado, Ellie dio unos golpes en la puerta del cuarto de baño.

—¡Braden dice que cojas el teléfono!

Sonó mi teléfono y cerré los ojos.

—¡Vale! —respondí en voz alta y me estiré para coger el móvil—. ¿Qué? —respondí.

Su risa profunda me inundó seductoramente.

—Eso, hola.

—¿Qué quieres, Braden? Estoy en medio de algo.

—Ellie dice que estás en la bañera. —Su voz era baja—. Ojalá estuviera allí, nena.

Casi podía sentirlo ahí.

—Braden. ¿Qué es lo que quieres?

Soltó un bufido de diversión.

—Solo he pensado en llamar para decirte que no puedo pasarme esta noche.

Gracias a Dios.

—Estoy teniendo un problema con unos proveedores en esta obra y eso nos ha retrasado unas semanas. No sé cuándo estaré libre esta semana, pero te garantizo que en cuanto tenga un rato iré a verte.

—Braden, no lo hagas.

—Después de anoche, no hay forma de negar la promesa de lo que hay entre nosotros. No voy a echarme atrás, así que en lugar de buscar una nueva defensa, lo cual estoy seguro que me parecería altamente entretenido, simplemente cede, nena. Sabes que al final lo harás.

—¿He mencionado lo molesto y arrogante que eres?

—Aún puedo notar tu sabor y tu olor, Jocelyn. Y todavía la tengo dura.

Mi estómago dio un vuelco y apreté las piernas.

—Dios, Braden… —solté sin pensar.

—No puedo esperar a oírte decir eso cuando esté dentro de ti. Nos vemos, nena.

Y con esa despedida, colgó.

Gruñí y mi cabeza cayó otra vez en la bañera.

Estaba bien jodida.