32. El Almirante

POR EL DÍA un sol abrasador recalienta el duro suelo de Arizona, y de noche se desploman las temperaturas. Bajo este sol de fuego brillan más de cuatro mil aviones pertenecientes a todas las épocas de la historia de la aviación. A vista de pájaro, las hileras de aviones parecen surcos de labranza: una amplia cosecha de tecnología abandonada.

1. HAS LLEGADO AQUÍ POR OBLIGACIÓN. SIGUES AQUÍ POR PROPIA VOLUNTAD.

Desde lo alto es imposible apreciar que algunos de esos aviones posados en tierra están habitados. Treinta y tres de ellos, para ser exactos. Los satélites espía pueden ver indicios de actividad, pero ver y darse cuenta de lo que se ve no son la misma cosa. Los especialistas de la CIA tienen cosas mucho más apremiantes que hacer que buscar bandas de refugiados desconectables. Con esto cuenta el Almirante pero, por si las moscas, en el Cementerio se siguen unas normas estrictas. Toda la actividad tiene lugar dentro de los aviones o bajo las alas, a menos que sea absolutamente necesario salir a campo abierto. El calor ayuda a que esta orden resulte más fácil de cumplir.

2. EL HECHO DE HABER SOBREVIVIDO TE HA GRANJEADO EL DERECHO A SER RESPETADO.

El Almirante no es exactamente el dueño del Cementerio, pero su dirección no es disputada, y no tiene que rendir cuentas a nadie más que a sí mismo. Una combinación de sentido empresarial, una serie de favores, y la disposición por parte del ejército a aceptar lo que fuera con tal de deshacerse de él es lo que ha hecho posible una cesión tan beneficiosa.

3. LAS COSAS TIENEN QUE HACERSE A MI MODO.

El Cementerio es un negocio próspero. El Almirante compra aviones desmantelados y vende los componentes. A veces hasta los vende enteros. La mayor parte de las transacciones se hace online. El Almirante puede adquirir aproximadamente un avión desechado al mes. Por supuesto, cada uno de ellos transporta una carga secreta de desconectables. Ese es el verdadero negocio del Cementerio, y el negocio marcha bien.

4. TU VIDA ES UN REGALO QUE TE HAGO. TRÁTALA BIEN.

En ciertas ocasiones, los compradores vienen a inspeccionar o a seleccionar la mercancía, pero estos casos nunca los encuentran desprevenidos. Desde que entran por las cancelas, los visitantes tienen que recorrer ocho kilómetros hasta llegar al Cementerio propiamente dicho, y eso da a los muchachos tiempo más que suficiente para esconderse como gremlins dentro de los aviones. Esos visitantes de negocios solo llegan a razón de uno por semana, más o menos. Alguna gente se pregunta qué hace el Almirante con todo el tiempo que le sobra. Él responde que está montando una reserva de animales salvajes.

5. TÚ ERES MEJOR QUE AQUELLOS QUE ESTABAN DISPUESTOS A DESCONECTARTE. COMPÓRTATE COMO TAL.

Solo hay tres adultos trabajando para el Almirante: dos oficinistas que trabajan en una caravana, lejos de los desconectables, y un piloto de helicóptero. El piloto responde al nombre de Cleaver, y tiene dos misiones: la primera consiste en transportar a lo grande por el Cementerio a los compradores verdaderamente importantes; la segunda es llevar al Almirante una vez por semana en excursiones por los alrededores del Cementerio. Cleaver es el único empleado que lo sabe todo sobre la gran cantidad de desconectables que se encuentran escondidos y aislados a cierta distancia del Cementerio. Lo sabe, pero se le paga más que bien a cambio de que se calle. Y, además, el Almirante confía en Cleaver sin reservas. Uno no tiene más remedio que confiar en su propio piloto.

6. EN EL CEMENTERIO TIENE QUE CONTRIBUIR TODO EL MUNDO, SIN EXCEPCIONES.

El grueso del trabajo del Cementerio es realizado por los desconectables. Hay equipos enteros preparados especialmente para desmantelar los aviones, clasificar y seleccionar los componentes, y prepararlos para la venta. Funciona igual que cualquier otra chatarrería, solo que a una escala mucho mayor. No todos los aviones son desmantelados: algunos permanecen intactos, si el Almirante piensa que puede revenderlos completos; otros son adaptados como viviendas para los muchachos a los que cobija, tanto en un sentido literal como en sentido figurado, bajo su ala protectora.

7. LA REBELDÍA ADOLESCENTE ESTÁ BIEN PARA LOS ESCOLARES BURGUESES, NO PARA TI.

Los chicos son agrupados en equipos según convenga a su trabajo, su edad, y sus necesidades personales. La experiencia de toda una vida dedicada a entrenar mastodontes militares para formar una fuerza de combate coherente ha preparado al Almirante para constituir grupos funcionales a partir de muchachos problemáticos.

8. LAS HORMONAS NO GOBIERNAN EN MI DESIERTO.

Las chicas y los chicos no se mezclan jamás en el mismo grupo.

9. AL CUMPLIR LOS DIECIOCHO AÑOS, DEJAS DE SER ASUNTO MÍO.

El Almirante tiene una lista de diez reglas supremas, que se encuentran fijadas en cada uno de los aviones en que viven y trabajan los muchachos. Los chicos las llaman «los diez mandamientos». A él no le importa cómo las llamen, siempre y cuando cada uno de ellos se sepa la lista de memoria.

10. HAZ ALGO DE TI MISMO: ES UNA ORDEN.

No es moco de pavo conservar sanos, enteros y bien escondidos a casi cuatrocientos adolescentes. Pero el Almirante nunca se ha echado atrás ante las dificultades. Los motivos para hacer esto, como su propio nombre, son un secreto que prefiere guardarse para sí.