Epílogo
Riley descubrió que una celebración real requería lujo. También descubrió que Annika era una fuerza de la naturaleza cuando la sirena se lo proponía.
Echó a los hombres, decretando que las mujeres se vestirían juntas.
—Es especial —insistió Annika mientras se abrochaba con paciencia lo que parecían medio millón de botones de la espalda del vestido de Riley—. Cuando tenemos una celebración especial, mis hermanas y yo nos preparamos juntas. Vosotras sois mis hermanas. —Apoyó la mejilla en la nuca de Riley—. Os echaré muchísimo de menos.
—No llores. —Riley se volvió, alarmada—. Ganamos. Salvamos los mundos.
—Vamos a seguir viéndonos. —Sasha se acercó para un fuerte abrazo en grupo—. Somos un clan, ¿recuerdas? Iremos a tu isla y Bran te hará una piscina para que puedas venir a vernos. Y todos iremos a dondequiera que Riley y Doyle estén.
—Es una promesa.
—Crucemos los meñiques. —Riley levantó su dedo meñique—. Es una promesa muy seria. —Enganchó el de Annika y Sasha sumó el suyo—. Hecho. Os quiero de corazón, chicas. Y voy a necesitar dosis regulares de Sawyer y de Bran.
—¿Me haríais un favor? —preguntó Annika.
Sasha la besó en la mejilla.
—Solo tienes que decirlo.
—La celebración me entusiasma de verdad, pero… ¿Podríamos hacer una celebración propia? Solo nosotros, cuando volvamos a casa de Bran. Una noche para los seis, sin preocupaciones y sin armas, antes de que regrese al mar.
—Es una idea magnífica. —Riley miró a Sasha—. ¿Te apuntas?
—Por supuesto. La mejor y más grande celebración de todos los tiempos.
—Y trato hecho otra vez. De acuerdo, Anni, ¿qué me dices de la gran revelación? —Riley señaló el espejo. Annika lo había tapado con un tapiz.
—Ah, sí. —Pero antes echó un buen vistazo a sus amigas y asintió con aprobación. A continuación retiró el tapiz con una floritura—. ¡Estamos preciosas!
—¡Guau! —Riley parpadeó.
Había visto a sus amigas, claro; Annika, con un vestido en tonos azules y verdes, tan iridiscente como su cola de sirena, con el cabello recogido en gloriosas trenzas que caían por su espalda. Y Sasha, con su largo cabello cayendo en suaves ondas sobre un vaporoso vestido de color azul plateado. Pero apenas se reconocía con el ajustado vestido del color de los pétalos de rosa aplastados, con una reluciente enagua dorada.
Se llevó la mano al cabello, que Annika había logrado dar volumen, rizar y peinar con cierto estilo.
—Estamos que lo petamos. —Deslizó un brazo por la cintura de Sasha mientras Annika hacía lo mismo para unirse las tres—. Somos chicas duras a las que se les da muy bien liquidar a los malos.
—Chicas duras —repitió Annika y se echó a reír—. Chicas duras preciosas.
—Sí que lo somos. —Riley apuntó su reflejo con un dedo—. Vámonos de fiesta.
Supuso que el interminable tiempo dedicado a acicalarse mereció la pena cuando vio la cara de Doyle. Y más aún cuando él le asió la mano, se inclinó y la besó.
—Reina guerrera. Mía.
—Tú también estás muy bien. —Pasó los dedos por su jubón plateado—. ¿Listo para hacer esto?
Doyle le ofreció el brazo y aunque ella rio, posó el suyo en él para subir las amplias escaleras los seis.
La gente, ataviada con sus mejores galas, abarrotaba el salón de baile, donde las mesas estaban repletas de comida en fuentes de plata y de oro. El techo estaba cuajado de luces, las enormes velas resplandecían y los árboles enjoyados relucían en medio de la fragancia de montones de flores blancas que perfumaban el ambiente.
Puertas y ventanas se mantenían abiertas para que entrara el sonido de la música y los festejos de afuera.
La conversación cesó cuando entraron los seis. El alegre jaleo de afuera se acalló ante cierta señal. Los hombres hincaron una rodilla en el suelo; las mujeres realizaron marcadas reverencias. Y la reina se levantó de su trono y se acercó a ellos.
—Esta noche honramos a los héroes. —Hizo una reverencia ante ellos e inclinó la cabeza—. Vuestros nombres, vuestras hazañas se recordarán para siempre y se conmemorarán esta noche a través de los tiempos. Vosotros y vuestros descendientes serán siempre bienvenidos aquí. —Se levantó y tomó la mano de Bran y la de Sasha—. Bran Killian, Sasha Riggs. Solo tenéis que pedir.
—Se me ha dado más de lo que jamás me atreví a desear. Me he encontrado a mí misma —dijo Sasha—. Y el amor. Y una familia.
—Yo tengo a mi corazón. —Bran se llevó la otra mano de Sasha al corazón—. Hermanos, hermanas. Lo que soy, lo que tengo, es más fuerte gracias a ello.
—Formáis una magnífica pareja. Cuando llegue mi momento de tener un compañero de vida, espero encontrar semejante armonía. Que nuestra bendición sea con vosotros.
Se volvió hacia Sawyer y Annika y les tomó de las manos.
—Sawyer King. Annika de las aguas, solo tenéis que pedir.
—Todo cuanto podría desear está aquí mismo, conmigo —repuso Sawyer—. Ya no viajo solo.
—Deseé a Sawyer con todo mi corazón y se me concedió mi deseo. Cumplí mi promesa y mi gente puede enorgullecerse. Tengo una nueva familia y hemos prometido estar unidos.
—Hija del mar, posees un corazón rebosante de bondad. ¿No queréis pedir aquello que anida aún dentro de él?
Annika inclinó la cabeza.
—La luna debe cambiar para que los mundos existan, milady. No puedo pedir eso.
—La luna cambiará y vos podéis pedir.
—Pero yo… —Levantó la cabeza, con los ojos como platos y repletos de esperanza—. ¿Las piernas? ¿Podría conservarlas y caminar con Sawyer?
—Si ese es vuestro deseo. Hija del mar y de la tierra. ¿Deseáis pertenecer a ambos mundos?
—¡Oh, sí! Sawyer.
—Un momento. ¿No tendrá que renunciar a sus padres, a sus hermanas, a su gente?
—A ella, igual que vos, se os ha dado todo. No renuncia a nada. Sí —dijo Aegle, devolviéndole la sonrisa a Annika—, podréis tener hijos.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Annika mientras reía y rodeó a la reina con los brazos. Riley se preparó, esperando a que hubiera una crisis de protocolo. Pero la reina se limitó a reír también.
—Sois pura felicidad y merecéis tenerla.
—Gracias, gracias. ¡Sawyer! —Annika giró y le rodeó con los brazos—. Puedo caminar y bailar contigo. Podemos tener hijos.
Cuando le susurró algo al oído, él carraspeó.
—Sí, podemos hacer eso justo después de la fiesta. —Con los ojos rebosantes de sentimientos, miró a la reina por encima de la cabeza de Annika—. Gracias.
—No lo habéis pedido. Formáis una magnífica pareja. Que nuestra bendición sea con vosotros.
Se volvió hacia Doyle y Riley.
—Doyle McCleary, Riley Gwin, solo tenéis que pedir.
—Tengo un millón de preguntas —comenzó Riley, haciendo sonreír a Aegle.
—Eso no es un deseo, sino estudio. Podéis quedaros o regresar si os place y aprender. La Isla de Cristal estará para siempre abierta a vos. Si os quedáis, el tiempo aquí es diferente. Tendréis más.
—No, no —dijo Doyle con firmeza—. Tienes trabajo, tienes tu manada. Estamos bien —le dijo a Riley.
—Es ella quien ha de pedir, no vos. ¿Renunciaríais a la luna, Riley Gwin, a la transformación y a la loba?
—Yo… —Se le formó un nudo en las entrañas—. Es lo que soy. Doyle…
—Es a quien amo. —Le agarró las manos para interrumpirla—. Creíste que aquella noche, durante la primera transformación, después de la batalla, pretendía matarte. Pero estaba impresionado. Y comencé a cambiar. Aquellos ojos, ma faol. No, no renuncies a nada.
—Es lo que soy. —Contenta, Riley se volvió hacia la reina—. Tener la puerta abierta aquí es un regalo enorme para mí. Gracias por ello.
—Habría lamentado que hubierais elegido de manera diferente.
Mientras Aegle hablaba, Riley vio al ciervo saltando por el camino, la cierva, que salió del bosque, la mujer con la niñita a la cadera, la muchacha de rosadas mejillas, que le había llenado el baño.
—Eres una cambiante.
—Estoy en todo, soy de todo. Siempre estuve con vos. Y vos —le dijo a Doyle—, ¿vais a pedir un deseo?
—Vuelvo a tener una familia y con ellos he triunfado donde había fracasado durante tres siglos. Tengo a mi loba.
—La oscuridad os marcó, os dio lo que algunos hombres buscan, sabiendo que eso os haría sufrir. La luz puede retirarlo. ¿Renunciaríais a vuestra inmortalidad?
—No es posible. Ni siquiera Bran… —Doyle captó la expresión de Riley—. ¿Es posible?
—Pregunté y se me mostró. Puede hacerse.
—Un momento. No lo hagas por mí —insistió Riley—. Y no lo hagas por impulso. Morir no es agradable y…
—Tres siglos no me parece actuar por impulso. —La esperanza, la verdadera esperanza, le provocó cierto dolor. Una sensación agridulce—. ¿Una vida contigo? ¿Una vida de verdad? ¿Vivir de verdad, sabiendo que un día es algo precioso y finito? Es lo que deseo. Es más de lo que pensé que jamás tendría.
—Debéis aceptar, pues. —Aegle extendió una mano. Un criado se acercó con rapidez y le entregó un cáliz de cristal—. De vuestro hermano.
Bran cogió el cáliz y sacó un vial con un líquido transparente del bolsillo.
—Esto es el agua de la vida, conjurada por la luz. Su pureza derrota a la oscuridad, rompe la maldición. —Vertió el agua en el cáliz—. Si eliges ser mortal, bebe.
Doyle contempló el agua, pensó en su vida, en la muerte, en las batallas, en los largos caminos que había recorrido solo.
Alzó la copa hacia Bran, después hacia Sasha, Annika y Sawyer. Y por último hacia Riley.
Y brindó por el amor de su verdadera vida.
—Quiero una manada de hijos —dijo y bebió.
—¿Qu… qué?
—Ya me has oído. —Esperó un segundo—. No me siento diferente.
—Alégrate de que no te ha pasado como a Nerezza y no hayas envejecido tres siglos. Define manada.
—Ya lo hablaremos. —Se volvió hacia la reina—. La primera hija de nuestra manada llevará tu nombre. Estaré agradecido por los días que tenga a partir de hoy, sean los que sean.
—Os complementáis. Veo una vida llena de aventuras en el horizonte. Que nuestra bendición sea con todos vosotros. Una reina puede reinar con bondad y afecto, con sabiduría y justicia, la gente puede prosperar, pero sin aquellos que lo arriesgan todo para luchar contra el mal, ningún mundo puede florecer.
Hubo música y festejos, vino y júbilo. Faldas de múltiples colores y luces. A altas hora de la noche, en mitad de la celebración, la reina y sus diosas se dirigieron a la playa.
Arianrhod ofreció la espada enfundada en una sencilla vaina de cuero.
—Esto es tuyo.
—¿En serio? —Riley la miró fijamente—. ¿Se me permite llevármela?
—Es tuya.
—Era nuestra hermana —dijo Luna—. Lloraremos lo que pudo haber sido.
—Y lloraremos por lo que eligió ser —añadió Celene—. Y conservaremos lo que ha regresado a casa. Para Aegle, la radiante, la Estrella de Fuego.
—Para Aegle, la radiante, la Estrella de Agua. —Luna se volvió con su hermana.
—Para Aegle, la radiante, la Estrella de Hielo. —Arianrhod alzó la mano con las demás diosas. En ellas, las estrellas giraban y palpitaban.
Y emprendieron el vuelo directo al cielo, dejando una estela de luz en su viaje a la luna. La gente de Cristal vitoreó cuando las estrellas se asentaron, formando una curva perfecta, y brillaron.
—Y ahí estarán para siempre, para que todos los mundos las vean, para que se maravillen y tengan esperanza. —Una vez más, Aegle extendió las manos—. Buen viaje, Guardianes de Cristal. La puerta estará siempre abierta para vosotros.
—Id con alegría. —Celene cruzó las manos sobre su corazón.
—Con amor. —Luna posó una mano sobre las de ella.
—En paz. —Arianrhod cerró el puño sobre las de ellas.
Y Riley se vio, junto con los demás, en el rompeolas de la casa de Bran.
—¡Guau! —acertó a decir Sawyer—. Ha ocurrido.
Annika, riendo y todavía con el vestido de baile, se puso a hacer volteretas laterales en el césped.
—De nuevo en casa. —Bran atrajo a Sasha.
—Y todo está bien.
—Yo tengo una espada mágica.
Doyle miró a Riley.
—Tendrás que entrenar.
—Ya, ya, pero tengo una espada mágica. —La sacó y la alzó hacia el cielo—. Y mirad.
La espada brilló cuando apuntó hacia las tres estrellas bajo la luna.
—Ahí están. Eso lo hemos hecho nosotros. Y ¿qué creéis que van a decir al respecto los astrónomos?
—Solo tú —dijo Doyle, meneando la cabeza. A continuación tomó su rostro entre las manos y fijó la mirada en los ojos que amaba—. Solo tú.
—Concededme un momento. Reuníos, equipo.
Sawyer consiguió agarrar a Annika.
—Es un momento importante. —Riley asió la mano de Doyle y rodeó la cintura de Sasha con un brazo. Esperó mientras los demás se acercaban y se unían.
Así, los guardianes pudieron estar por encima del mar, bajos las Estrellas de la Fortuna.
Unidos.