Agradecimientos
Durante el transcurso de la investigación que he llevado a cabo para escribir este libro he hablado con cientos de personas, todas ellas atentas, elocuentes y generosas, muchas de las cuales son científicos y médicos, autoridades en la materia, y otras que son, simplemente, autoridades en la materia de sus propios cuerpos. No puedo citar una a una a todas las personas a las que estoy agradecida, pero sí deseo expresar aquí mi gratitud a todos los que me brindaron su tiempo para hablar y especular largamente sobre por qué el cuerpo femenino es como es.
Me siento especialmente en deuda con los siguientes investigadores: Sarah Blaffer Hrdy, Patricia Adair Gowaty, Barbara Smuts, Nancy Burley, Kristen Hawkes, Kim Wallen, Sue Carter, Kerstin Uvnas-Möberg, Susan Love, Wenda Trevathan, Kaj Björkqvist, Frans de Waal, Ellen Laan, Sharon Hillier, María Bustillo, Jerrold Meinwald, Thomas Eisner, Benita y John Katzenellenbogen, Thomas Insel, Roger Gorski, Florence Haseltine, Martha McClintock, Geert de Vries, Dominique Toran-Allerand, Margie Profet, Londa Schiebinger, Barney Schlinger, Miriam Nelson, Ronenn Roubenoff, Pentii Siiteri, Nicolette Horbach, Jay Schulkin, Michael Toaff, Diane Witt, Luis Figuera y Virginia Valian.
También estoy profundamente agradecida a las siguientes personas, que compartieron sus historias personales conmigo y en algunos casos incluso me permitieron asistir a procedimientos médicos de una indiscutible naturaleza íntima: Hope Phillips, Beth Derochea, Antonia Alba, Sandra Gandsman, Jane Carden, Cheryl Chase, Martha Coventry y los miembros de la Intersex Society of North America.
Doy las gracias de todo corazón a los editores de Houghton Mifflin por aunar la compasión, la precisión y la paciencia con el ejercicio ocasional de una providencial severidad. También deseo expresar mi reconocimiento a mi ayudante de investigación, Laura Beitman, por su energía y su diligencia.
Finalmente, mi más profundo amor y mi gratitud son para mi esposo, que me ayudó a superar mis perpetuas rachas de duda y desaliento y que tuvo siempre una respuesta a mano ante cada una de mis excusas para abandonar el trabajo, recordándome por qué no debía hacerlo.