«Hablamos veneciano», Una nota de la autora

ES EVIDENTE que la Venecia que se describe en el libro no es la actual, sino la del siglo XVIII. Por ejemplo, en el muelle de los Schiavoni ya no están los graneros de Terranova y la iglesia de San Giminiano, que se encontraba en la plaza de San Marcos, fue sustituida por el ala napoleónica. Además, Napoleón ordenó enterrar el rio Sant ‘Anna, en Castello, que pasó a denominarse calle Garibaldi.

Al igual que entonces, la ciudad está dividida en barrios: Cannaregio, San Marcos y Castello en la isla norte del Gran Canal; Dorsoduro, Santa Croce y San Polo al sur; alrededor, la isla de la Giudecca y el Lido, y, en la laguna, Murano y Burano, entre otras.

Las calles se llaman calli (la más estrecha mide 53 centímetros). Algunas conservan el nombre de rughe o rughette. Se denominan salizàde a las primeras calles empedradas con adoquines de sílex y fondamenta al tramo de calle que costea un canal o un rio. Un ramo es un tramo breve de calle que arranca en una principal y la pone en comunicación con otra.

Rio terà es un rio enterrado, transformado en calle, y las rive son los tramos de canal o cuenca que se utilizan como muelles.

Los sotopòrteghi son los pasajes cubiertos que se encuentran bajo edificios privados y que desembocan en algunas calles.

Los barbacani son los saledizos de madera que sostienen los salientes de los primeros pisos.

Los liagò son galerías. Se conservan en perfecto estado los de las Mercerie y los del casino Venier, en el puente de los Baretèri.

Dado que los nombres de las calles se repetían a menudo, para especificar una dirección se nombraba el barrio y la parroquia a los que pertenecía un edificio y, además, se indicaba algún monumento próximo. En cambio, hoy en día las casas tienen un número progresivo en cada barrio.

En Venecia solo hay una plaza, la plaza de San Marcos. Las demás se denominan campi o campielli, porque en los primeros siglos se utilizaban para cultivar verduras o, cuando eran un poco elevados, como cementerios.

El término Ca’ indica un palacio, con frecuencia suntuoso, lo que demuestra la modestia de la aristocracia veneciana, en la que no había condes ni duques nombrados por el rey, sino solo patricios, pues se trataba de una república.

El Instituto de Anatomopatología, situado en el campo San Giacomo, desapareció por completo y en su lugar hay en la actualidad un edificio moderno. De él solo quedan varias descripciones escuetas.

No obstante, a diferencia de la mayoría de las ciudades antiguas, Venecia ha cambiado muy poco.

En el lugar donde antes se encontraba el teatro San Giovanni Grisostomo, hoy se erige el Malibran. Del edificio desaparecido solo quedan algunos cuadros y grabados, al igual que solo existen grabados o descripciones de las máquinas teatrales.

En 1753 aún no se había renovado la feria de la Sensa, de forma que los puestos se reagrupaban alrededor de dos pasos principales.

La sala de los banquetes del Dux está en el palacio del Patriarca, que en aquella época estaba junto al Palacio Ducal.

Las tiendas que se describen en las Mercerie son exactamente las del siglo XVIII.

He reconstruido la aduana de Mestre consultando grabados y crónicas de aquella época.

En el campo San Polo, el rio San Antonio, que pasaba por delante del palacio Soranzo, fue enterrado.

En San Simeone Piccolo aún existe el cementerio subterráneo, el único de Venecia, pero está cerrado al público. Para reconstruirlo me he basado en las fotos y en las descripciones de los estudiosos que lo visitaron.

El camino que une Venecia a Bolonia y las estaciones de postas son las de aquella época y la descripción de Bolonia también corresponde a cómo era la ciudad en ese siglo. La calle Vetturini es en la actualidad la calle Ugo Bassi; el Mercato di Mezzo, ensanchado, corresponde a la calle Rizzoli, en tanto que las torres Azzoguidi, Riccadonna y Guidozagni fueron derruidas.

En una época en la que se distinguía entre médicos físicos licenciados, que no tocaban a los enfermos, y cirujanos, a los que se consideraba poco menos que barberos, empezaron, sin embargo, a aparecer científicos especializados como el doctor Guido Valentini, que, con frecuencia, se formaban en París o en la escuela de Morgagni en Padua. Las técnicas forenses que se describen en este libro corresponden a las de los tratados anatómicos de aquella época.

Entre los innumerables órganos públicos venecianos, en el libro aparecen dos de los menos conocidos.

Los avogadori desempeñaban diferentes funciones. Instruían los procesos, en cierta medida como los fiscales de hoy en día, y tenían competencias similares a las de estos. Eran tres. Uno de ellos debía asistir siempre a las sesiones del Senado. Gozaban de la facultad de intervenir en los procedimientos de otros organismos cuando no los consideraban conformes a la ley y guardaban el Libro de Oro de la nobleza veneciana.

El Messer Grando, también denominado Capitán Grande, tenía funciones similares a las de los actuales jefes de policía. Era burgués de nacimiento. A mediados del siglo XVIII era Matteo Varutti.