El novio
Exactamente por eso se supone que las mujeres no deben dar discursos en las bodas: simplemente se echan a llorar. Mel, su madre, mi madre y Vernie han estado llora que te llora toda la mañana. Y si yo soy el único de la concurrencia con los ojos secos es porque me gasté todas las lágrimas ayer por la noche mirando ET. No hay nada en el mundo que quiera más que pasar con Mel el resto de mi vida. Ahora bien, no tengo intención de deshacerme de este cuerpo mortal hasta que tenga, oh, vamos a ver, ¿ochenta?, ¿noventa? Quiero ver por mí mismo si un día todos tomaremos bebidas azules, llevaremos trajes espaciales plateados y brillantes y pasaremos las vacaciones de invierno en Marte. No me importaría en absoluto vivir para siempre, lo que significaría también estar casado para siempre, lo que es tan maravilloso como parece. Me he pasado la vida entera sin buscarlo, principalmente porque no sabía que me hacía falta. Hace una horas Mel ha prometido amarme y honrarme durante el resto de su vida. No ha prometido obedecerme, lo que está bien, porque no quiero controlarla, solo quiero que esté conmigo y estar yo con ella. Sé que sueno como una especie de Hombre Nuevo, en contacto con sus emociones, capaz de llorar en las comedias románticas de Meg Ryan y capaz de tener a mujeres como amigas sin albergar secretos deseos de verlas desnudas. No es cierto, bueno, aparte de lo de las amigas desnudas, aún soy yo mismo. Aún sigue sin gustarme que hable cuando la tele está encendida. Admito que no siempre la entiendo. Pero no querría que fuera de ninguna otra manera, porque he visto las otras maneras. Y por eso, querría que os unierais a mí en un brindis: A Mel, mi esposa, la mejor que un hombre puede desear.
