Es que…, no sé, es como si no me acabase de gustar estar despejada. Despierta. Es irreal estar tan despierta. Te mueres de ganas por hacer cosas (bailar, correr, lo que sea). Y piensas, sí, sí, joder, menéate. Lo que es yo, voy por ahí hablando con todo el mundo y, si estamos en la discoteca, me los llevo a la pista y es como si todos me mirasen a mí, porque no hay nadie que baile mejor, y estoy da buten. Hablo, con quien sea; con gente que no tengo ni puta idea de quién son, pero no paro de cascar. Brillante. Tan brillante que me parece increíble, como con un chute. Luke está cachondo. Me llama Culanfeta. Dice que soy una séxtasis. Pero al día siguiente, se jodió. Quiero decir, que nunca había tenido una resaca como ésta. ¡Dios…! Y no paro de decir: ¡mi cabeza!, ¡mi cabeza!

—Todo lo que sube, baja —dice él—. Pura ciencia. Si te hace un físico sobresaliente, soy tu hombre.

Los vendo por él en la escuela. Me he cosido una bolsita por dentro del forro de la chaqueta. Un bolsillo secreto. No se nota nada.