Estamos frente a un semáforo, aguardando a que se encienda la luz verde. Pasa un coche fúnebre y me quito el sombrero, el de punto que me hizo la tía Niamh con mi nombre bordado. Inclino la cabeza. Y ella me tira de la mano —mi tía— y dice: «Ahora no estás en tu tierra, Rosa». Y el tío Michael dice: «Y puede que ninguno de nosotros tampoco». Cambio de colegio. Voy a tercero. El primer día, la señorita Carlyle me hace levantarme, acercarme al estrado y decir en voz alta mi nombre, mi edad y de dónde procedo. En el recreo mis compañeros de clase me llaman Gamba Gamberra. «Oym noyne», corean. «Oym noyne.» >Dicen que vivo en Jodilandia. Yo les digo que me llamo Kelly, Rosa Kelly, y que vivo en el número 27 de Chissett Road, Kensal Rise, Londres NW6. Y que estoy a punto de cumplir diez años.

Tengo un dormitorio para mí sola, porque Liam y Declan son mayores y ya no viven aquí, Mairead está en Estados Unidos y Julia tiene el otro dormitorio. Ella tiene quince años. Yo no tenía hermanos ni hermanas, pero ahora tengo cuatro. Me gusta mi dormitorio. Antes lo ocupaban Liam y Declan y tiene dos camas. Siempre duermo en la de la ventana. Tengo fotografías en las paredes, mi propio armario ropero, una cómoda y una mesa que me hizo el tío Michael. He de tener el dormitorio ordenado, pero la tía no me deja utilizar la aspiradora. No me gusta el colegio. Me gusta la señorita Carlyle. Dice que pinto bien. Tengo una amiga que se llama Nicola y tiene diez años. Pero cuando juego con ella algunos de los chicos me llaman «lamenegras». Tengo unos patines de ruedas que la tía me compró por Navidad.

Cuando me voy a la cama, la tía Niamh entra a darme las buenas noches, me da un beso y me arropa. No me cuenta cuentos. Mamá me contaba cuentos, pero la tía no. A veces lloro cuando pienso en mamá. Mamá tuvo un dolor de cabeza, murió y fue al Cielo a vivir con la Virgen. Cuando tengo dolor de cabeza le pregunto a la tía si me voy a morir yo también, y ella me contesta que no fue esa clase de dolor de cabeza. Y que, además, no debo decir esas cosas. La tía Niamh es hermana de mamá. Dice que ya soy demasiado mayor para que me tengan que contar cuentos a la hora de acostarme. El tío Michael dice que ya soy una muchachita. Me compra helados y me deja que lo ayude a arreglar su coche. Me pongo el viejo mono de Liam. Es azul y me viene grande y he de remangarme las perneras y las mangas. El tío Michael me enseña canciones y a bailar el vals apoyando mis pies en sus zapatos. La tía dice que hacemos buena pareja. Me mira y dice que soy «la viva imagen de mi madre». A veces, el tío Michael entra a darme las buenas noches después de la tía. Si ya estoy dormida me despierta. Me dice que las chicas mayores no lloran. Se lo cuento a Julia y me dice que si digo mentiras de su papá me matará. Dice que nadie me creerá porque mi papá es un maldito asesino.