Capítulo 21
CON el pasar de los días, Javiera fue recuperándose poco a poco de la decepción y del desencanto que sufrió con Logan, en la corta, pero intensa relación que tuvieron. Su ánimo fue lentamente retomando fuerza, y se fue resignando tranquilamente a la idea de volver a tener que estar sola. No tenía idea cuánto le duraría aquel recreo, pero estaba feliz por verla serena y casi que indiferente con el retorno a su estado de soltera. Al parecer, sus compañeras de curso la mantenían lo suficientemente ocupada y distraída para no dejar mucho tiempo libre que le ayudara a recordar a su ex.
Por otro lado, Ethan y yo nos veíamos casi todos los días. El que fuera mi vecino, hacía las cosas muy fáciles. Llegaba yo de la universidad y, si no tenía muchas cosas que hacer, me arrancaba a su casa o bien él me visitaba en la mía. Eso sí, apenas llegaba Javi, trataba de mostrarme un poco más distante con mi novio de lo que era cuando estábamos a solas. Tampoco quería herir su autoestima y abusar de su positivismo frente al hecho de estar soltera.
Comprendía que para ella estar soltera era todo un misterio y una nueva lección, así es que, mientras menos me viera toda enamorada y cariñosa con mi novio, mejor. Tirarme a los brazos de Ethan y besarlo frente a ella podía causarle aquella gota de celos o de pena que fácilmente la acarrearía a una recaída, entusiasmándola a renunciar a su celibato. Algo que había que tratar de evitar a toda costa, por lo menos por un tiempo.
Igual así, Javiera era cordial y se mostraba feliz y flexible con mi relación. Basta mencionar que varias veces me dijo que no me preocupara por ella si es que quería que Ethan se quedara a dormir en la casa. Ofrecimiento que le agradecí, aunque no sabía qué tan pronto fuera a ser cobrado. Las cosas con Ethan iban bien de la manera en que estaban. Quería tomar las cosas con calma o por lo menos intentarlo. No deseaba correr riesgos. Las palabras de Javi “por qué el sexo tiene que arruinarlo todo” habían quedado, no sé si para bien o para mal, estampadas en mi mente. De todas maneras estaba tranquila y contenta de que Javi estuviera feliz por nosotros, ya que mis sentimientos hacia Ethan no hacían nada más que crecer y fortalecerse con el pasar de los días. Mi Don Juan era todo un galán, pero lo era sólo conmigo. Con sus piropos y sus tiernas palabras, me tenía por las nubes y con el ego más elevado que nunca. Algo que usualmente me escaseaba un poco más de lo normal. A su lado me sentía segura, confiada, respetada y querida. Y Javiera se había percatado de todo ello.
Transcurridas dos semanas desde que oficialmente Ethan y yo éramos novios, en ningún momento, o mejor dicho, casi en ningún momento me sentí celosa con mi novio y mis compañeras de universidad que por poco se lo violaban con la vista. Tenía que acostumbrarme a lo que Ethan causaba en algunas mujeres. Era evidente que era guapo y que con ese sexappeal, así como logró mi atención iba a lograr la de otras personas. La diferencia es que ya tenía dueña, como me decía mi amiga. Era su novia y, cada vez que me iba a buscar a clases, se lo dejaba saber a todas. Mis besos y mis abrazos no dejaban a dudas de que él estaba saliendo conmigo. Lo más seguro era que no iba a poder evitar que le echaran el ojo, pero sí pretendía que todo el mundo tuviera bien claro que él estaba ocupado. De hecho, ya Ethan sabía que los guiños coquetos estaban prohibidos, aquellos que muchas veces me hicieron sentir celos, ya no existían con el sexo opuesto. Ethan y yo habíamos tenido una conversación seria sobre un comportamiento amable sin caer en lo coqueto. Según él, aquel acto era involuntario y no lo hacía por provocar a nadie, pero para mí era claro que aquel gesto natural era demasiado peligroso, muy incitador y tenía posibilidades de ser mal interpretado. Le dije además que, aunque ya confiaba en él, no quería que otras niñas se pasaran cuentos, y que, si él dejara de hacer eso con otras mujeres, le estaría muy agradecida y me dejaría muy tranquila. Por suerte, después de una risotada, pues encontraba que era una tontera de mi parte, accedió a intentar parar de hacer aquel gesto, con otra mujer que no fuera yo.
En la tarde, cuando salí de clases, me fui a mi casa en mi automóvil, que se había vuelto como mi segundo amor. Era espectacular tener la libertad y la facilidad de tener un auto propio. Los buses habían pasado a ser del pasado, y el futuro se veía mejor que nunca. Con mi nueva carrera, mi nuevo hogar con mi mejor amiga, mi nuevo novio del que estaba felizmente enamorada, y mi auto, que era todo lo que necesitaba para movilizarme y acarrear mis materiales, la vida parecía que no podía ser mejor. No hasta que, estacionada, visualicé, en frente de la casa de Ethan, aquella camioneta que me recordó al primer encuentro con Vicky y sus coqueteos con quien ahora se había transformado en mi novio.
Apresurada por dejar mis cosas adentro y partir a ver a Ethan, tiré mi bolso sobre mi cama.
—¿Cómo estuvo tu clase?
Era Javiera parada detrás de mí.
—¡Hola, llegaste! Estuvo bien, un poco estresante con tanto trabajo que me dieron para el fin de semana, pero bien. Y a ti ¿cómo te fue?
—Genial, este fin de semana vamos a hacer una pequeña exposición en la feria de la universidad, por si quieres ir con Ethan.
—¿Y por qué no me habías contado nada?
—Es que mi curso no estaba invitado, pero ya que uno de los expositores que conoce a uno de mis profes tuvo un problema a última hora y no va a poder asistir, nos ofrecieron a nosotros cubrirlo con algunos de nuestros trabajos.
—¡Qué fantástico! por supuesto que iré a verte. Y de todas maneras le voy a avisar a Ethan para que me acompañe.
—¿Qué fue eso? —me preguntó Javi, poniendo cara de intriga.
—¿Qué fue qué?
—Eso que hiciste, aquella mueca. ¿Pasa algo con Ethan? Todo va bien ¿no?
—No pasa nada, está todo bien, sólo estoy cansada —me volteé para sacar el celular de mi bolso y ocultar mi rostro a Javiera.
—No me mientas, algo te pasa.
—No es nada —insistí, suavizando mi voz, y girándome para verla de frente. Javi me observaba con el ceño fruncido y las manos en sus caderas.
—Algo tiene que ser, si no, no tendrías esa cara. Ya, suéltalo de una vez, dime qué pasa.
—¿Viste quién está afuera? mejor dicho... en la casa de Ethan.
—¿Algún famoso, algún modelo? —me interrogó exaltada mientras se acercaba a la cocina a abrir la cortina para espiar hacia afuera—. No creo que un famoso llegue en esa camioneta. ¿Quién está en la casa de Ethan?
—Creo que Vicky está visitando a Kely, o por lo menos espero que sea a ella a quien visita.
—Esa pinturita debería buscarse a otra amiga y a otro hombre. Ya sabe que tú e Ethan están saliendo ¿no?
Me quedé callada.
—¿Sabe? Porque si no es así, déjamelo a mí, que con un megáfono voy enseguida a gritárselo en su cara, por caprichosa y engreída.
—Supongo que sí, no sé. Nunca le he preguntado a Ethan acerca de ella. La verdad es que no me interesaba saber nada, no hasta ahora que vi su auto afuera de la casa de mi novio y me gustaría saber si ya sabe o no de lo nuestro.
—Estas celosa, amiga —se rió—. Tú celosa, quien lo diría.
—¡No estoy celosa, no seas boba! Es sólo que, ya sabes, es obvio que ella anda detrás de Ethan. Nada más quiero que sepa que ya no está soltero. A ver si así de una vez por todas deja de invitarlo a matrimonios y sobre todo de mirarlo con ojos de...
—Depravada —se apresuró Javi en terminar mi frase.
Me reí.
—Algo así.
—Bueno, pues entonces, mejor que te arregles un poco y vayas a saludar a tu novio con un beso excesivamente ardiente para que la colorina se entere de una vez por todas sobre la relación que llevan, si es que Ethan no se lo ha contado todavía. Ya, ve a cambiarte. Ponte algo sexy. Si quieres puedes usar algo de mi clóset.
Me cambié el vestido largo por un vaquero ajustado y una polera negra de mi amiga. Tampoco quería lucir muy arreglada. Ethan ya conocía mi estilo y me aceptaba tal como era. Pero escuchando los consejos de mi amiga me arreglé un poco más de lo normal, con la tenida que elegí ponerme.
Cuando estaba lista, abrí la puerta de mi casa y vi que ya no estaba la camioneta afuera. Toqué a la puerta de Ethan, observando hacia los lados, en caso de que todavía estuviera cerca. Podía ser que hubiese salido a comprar algo y volviera pronto.
Kely salió a recibirme con su cartera en la mano. Iba saliendo. Me saludó cariñosamente y me invitó a pasar al dormitorio de Ethan que era un nido de libros, papeles sueltos y computadores.
—¡Guau! que agradable visita. ¿Me vienes a raptar? —Ethan me abrazó por la cintura cuando me vio apoyada en su puerta, y yo me agarré de su cuello y le di un apasionado beso en los labios.
—No específicamente, pero te traigo una invitación para mañana y otra para el domingo —sonreí a gusto entre sus brazos—. Javi va a tener una exposición este domingo en su universidad y me preguntaba si querías venir conmigo.
Ethan arrugó la nariz.
—Por fa, ven conmigo. Va a ser un rato.
—¿A qué hora va a ser?
—No sé, pero voy a ir un ratito chico. ¿No me quieres acompañar? —mis ojos se fijaron tristes en los suyos, para tratar de convencerlo.
—No es eso. Es que tenía otros planes. Mira —Ethan prendió su computador y me pidió que me acercara a su lado.
—¿Qué me vas a mostrar?
En la pantalla aparecieron fotos de manatíes, personas buceando y un río precioso. Era una página web sobre un servicio para ir a bucear con manatíes.
—¿Qué te parece la idea? ¿Te gustaría ir? Podríamos ir a ver a Javiera después de ir a hacer esto. ¿No te parece entretenido? Nunca he buceado con manatíes y de verdad que me encantaría poder ir.
—¡Me encantaría! Pero la verdad es que no puedo este fin de semana, Ethan. Tengo una torre de trabajos para la universidad. De hecho, pensaba ir a ver a Javi por un rato y luego mis planes eran volver al trabajo. Lo siento mucho... pero podemos ir otro fin de semana ¿no?
Ethan me miró desanimado por un segundo.
—Supongo que sí. Podría averiguar cuánto sale en pareja.
Lo quedé mirando extrañado, pues creí que para entonces ya habría chequeado los precios y la disponibilidad.
—¿Estabas pensando ir en grupo?
—Más o menos, es que la idea de ir a bucear no fue mía, sino de Vicky. Compró unos tickets en grupon y nos invitó a ir con ella, un amigo suyo y Kely.
—¿Nos invitó? o ¿te invitó? —pregunté, para aclarar bien el tipo de invitación.
—Le dije que sin ti no iba, así es que se podría decir que nos invitó —respondió Ethan, abrazándome por la espalda y luego dándome un beso en el cuello.
—¿Eso quiere decir que ella ya sabe de nosotros?
Miré a Ethan por sobre mi hombro y lentamente me di vuelta hasta quedar frente a él.
—Supongo que sí. Lo más probable es que Kely le haya contado. O quizás supo ahora. No tengo idea y no me importa. Lo que me importa es ir contigo. Va a ser muy entretenido y además es gratis. ¿De verdad no puedes hacer tus trabajos mañana, y así dejar el domingo libre?
—Me encantaría, pero dudo que me alcance el tiempo. Además ahí está mi otra invitación. Quería invitarte a cenar mañana a la casa. Javi va a llegar tarde, porque se va a quedar preparando todo para el domingo con sus compañeras y estaba pensando en hacerte una cena especial. Así nos podemos ver mañana un rato. De verdad necesito trabajar este fin de semana. Lo lamento mucho, Ethan, no creo que pueda ir a lo de los manatíes. Pero puedes ir tú, y más adelante, si te gustó la experiencia, podemos ir juntos. Si es que quieres.
—¿No te importa de verdad que vaya solo?
Me sentía mal negándole la oportunidad de aceptar tal invitación, cuando yo no le podía brindar ningún otro panorama. El que yo tuviera que tener un fin de semana estresante no era motivo para que él no pudiera divertirse y hacer otra cosa. El único pero que le veía era que Vicky iría, pero ya que al parecer su amiga ya estaba al tanto de la situación, además de que Kely y otro hombre estarían presentes, me hacía las cosas un poco más fáciles. Confiaba en Ethan, había sido una difícil lección, pero había sido aprendida. Ethan podía ir si quería.
—¿En serio? ¿No te importa? —dijo confirmando nuevamente mi posición.
—Te voy a tener un poco botado este fin de semana, así es que está bien que vayas y te diviertas. Además, es gratis ¿no?
Ethan confirmó, contento, con la cabeza.
—Te prometo que cuando tú quieras podemos ir. Voy a averiguar cuánto sale por pareja, para que vayamos juntos.
Me quedé un rato más junto a Ethan, conversando sobre su día, su nuevo cliente que había conseguido durante la semana, sobre asuntos de mi universidad y sobre mis padres, que estaban ansiosos por conocerlo en persona.
Cuando mi madre me llamó durante la semana anterior para saber cómo iba todo, y para retarme por lo ingrata que estaba siendo con ellos, a mi amiga, quien fue la que contestó la llamada en mi lugar, no se le ocurrió nada mejor que explicarle que no me encontraba en la casa porque andaba cenando con un amigo. Contexto suficiente para dejar a mi madre intrigada y eufórica con la noticia. Desde entonces, sus llamadas eras más seguidas que de costumbre, y lo peor de todo era que algunas de aquellas telefoneadas se estaban transformando en conversaciones que se centraban casi en nada más que Ethan Scott. Mi madre, sin siquiera conocerlo en persona, lo amaba. Encontraba que era encantador, y lo único que deseaba era poder conocerlo pronto en persona, pues ya lo conocía por foto.
Mi madre se moría por que fuera a visitarla pronto, y por que llevara a mi novio conmigo. Mi padre me decía que mi madre estaba tan loca por la noticia, que incluso le obligaba a salir con ella para comprar algunos detallitos extras para la casa. Ella deseaba que todo estuviera perfecto en nuestra visita y yo deseaba que Ethan estuviera lo suficientemente informado de lo que le esperaría al conocerlos a ellos.
Mi madre podía ser muy buena persona, pero si había un defecto en ella que no me gustaba, era lo conversadora que se ponía cuando estaba interesada en conocer a alguien. Su mente se convertía en una máquina de palabras con el control remoto roto. Algunas veces llegaba a ser un poquito agobiante. Así es que mientras mejor preparado estuviera Ethan, mejor sería. Mientras menos sorpresas hubieran entre nosotros, mejor.
Mi idea era ir en las vacaciones de Acción de Gracias por un par de días para descansar y disfrutar de la atención de mis padres, en compañía de mi novio.
Era ya tarde cuando me despedí de Ethan. Quedamos en que lo esperaría a cenar al día siguiente a las seis y media, y que lo único que tenía que llevar era su persona.
Javiera, que me escuchó llegar a la casa, se fue a tirar sobre mi cama, esperando a que le narrara todo sobre Vicky.
Su rostro llegó por poco que al suelo cuando le conté que había dejado ir a Ethan a nadar con los manatíes, en compañía de esa víbora, como le llamó mi amiga. Su confianza en aquella mujer no era la que yo tenía. Y, para ser sincera tampoco creía que iba a dejar de mirar a mi novio con esos ojos comilones, pero Ethan le había dicho que sin mí, él no iba a ese paseo. Otra prueba más de que podía confiar en él. Vicky tenía que haber entendido que mi vecino ya no estaba soltero. Por lo demás, Kely iba a ir también y ella siempre se mostraba muy amorosa conmigo como para permitir que su amiga se desubicara con mi novio. Era una cosa de confianza, y hasta entonces, no existía escasez de aquélla.
Javi mi discutió por un buen rato que no debía ser tan confiada, que todo tiene un límite, pero para mí era casi como una prueba personal. Si estaba con Ethan, era porque me había demostrado lo distinto que era, me había demostrado que podía confiar en él. Y estaba segura de que ese paseo iba a ser una prueba más de ello.
Javiera tenía que confiar en mí, en mi intuición y en Ethan, aunque detrás de mi rostro serio y de mi voz segura y optimista, escondiera mis dedos cruzados para que no me fuera a comer todas las palabras que le expresaba a mi amiga, para que se quedara tranquila.