Capítulo 12

DE vuelta en nuestro hogar, tomé una ducha caliente para entrar en calor nuevamente, mientras Javi picaba la lechuga y cortaba los tomates que llevaríamos en un rato a la casa de nuestros vecinos.

Cambié mis lentes de contacto por los de vidrio, me vestí en mi dormitorio y me asomé a la cocina a ayudar a mi amiga.

Javiera tenía todo listo. Se lavó las manos y se dirigió a su dormitorio, sin decir nada.

Me senté en el living, pensando que Javi se iba a dar una ducha, pero en pocos segundos llegó a mi lado todavía con su bikini pero con ropa seca encima. Según ella el hambre era su primera prioridad. Todos estarían igual de cochinos y playeros, así es que le daba lo mismo. Y si lo pensaba, tenía razón, estarían todos aún con sus trajes de baños, en especial Vicky, quien no se iba a poner algo encima, teniendo la posibilidad de lucir su figura casi desnuda frente a Ethan.

Tocamos a la puerta y Kely nos abrió. La seguimos y llegamos a la cocina, en donde dejamos las fuentes de ensalada.

La distribución de su casa era bastante similar a la nuestra, a diferencia de que su cocina era más ancha y con una puerta que daba a un patio, lugar de donde provenía el olor a asado.

Javi y yo seguimos nuestro olfato y salimos en busca del rico olor.

Vicky y otro de sus amigos, del cual no recordaba su nombre, acompañaban al chef Ethan Scott, quien acomodaba las hamburguesas con las tenazas sobre la parrilla que estaba ubicada en un rincón del pequeño jardín.

—¡Llegaron! Esto es para ustedes —exclamó Logan saliendo detrás de nosotras, con dos latas de cervezas en las manos—. Acá tienen, señoritas.

Javiera y yo le agradecimos y nos sentamos en unas sillas de playa que tenían en el patio. El sol llegaba directo sobre nosotros, no había arboles ni ningún techo que cubriera el patio, por lo que era caluroso, tal como a mí me gustan los patios.

Al principio, Logan se ubicó junto a nosotras, pero no dijo ni una palabra. Me preguntaba cómo era que un chico tímido había llegado a ser amigo de Ethan, quien, se notaba, tenía una personalidad encantadora y sociable. Al rato, cuando Logan ya llevaba más de la mitad de su cerveza tomada, al fin inició una conversación, con lo que mi amiga se entusiasmó y comenzó a hacerle miles de preguntas. Nos enteramos de que Ethan y él eran amigos no desde hace mucho. Ethan había diseñado una página web para la empresa de muebles que manejaba con su padre y, desde entonces, ellos dos mantenían el contacto. Tema que dejó encantada a Javiera.

Mientras ellos conversaban y yo de vez en cuando comentaba, mis ojos se desviaban inconscientemente en dirección a las hamburguesas que, según yo, estaban listas para comer. Lo único que quería era echarme algo a la boca e irme a estudiar. No soportaba mirar cómo Vicky le pasaba la mano por el hombro a Ethan, coqueteándole y riéndose de todas las cosas que él le decía. Al parecer, después de todo, Ethan sabía muy bien lo que provocaba en las mujeres e intuía que le gustaba aprovecharse de la situación, pero yo no estaba ahí para presenciar tonteras, menos cuando tenía mejores cosas que hacer. Con la lata vacía, me ofrecí a traerles otra cerveza a Logan y Javiera que, para entonces no paraban de conversar, con la intención de pasar al lado de Ethan y comentarle que las hamburguesas ya se veían cocidas.

—¿Necesitas que te traiga el queso para las hamburguesas, Ethan? —dije, inocente.

—Sí, yo creo que están listas. Gracias, Allison.

—Voy por él —sonreí.

Estaba en la cocina en busca de los bebestibles para mi amiga y Logan, cuando Vicky y el amigo con el que también estaba afuera entraron. Saqué el queso del refrigerador, intercambié una sonrisa fría con Vicky y pasé por su lado para volver a salir al patio. Les entregué las cervezas heladas a quienes con suerte notaron que estaba ahí, y me acerqué a Ethan a pasarle la bolsa con las láminas de queso.

—Así es que sabes hacer hamburguesas —mencioné, acomodándome a su lado, sin saber qué más decir.

—Te dije que me gustaba cocinar. Como puedes ver, no tiene mucha ciencia, pero se podría decir que soy un experto con la parrilla.

—Pero yo creo que tus hamburguesas ya están listas.

—Por eso les vamos a poner el queso. No te preocupes que serás la primera en tener tu sándwich. Al parecer, están todos impacientes. Después, si quedan crudas, me van a llegar los retos a mí —reflexionó mientras daba vueltas una de las hamburguesas y le agregaba una lámina de queso americano—. Hay que esperar el punto perfecto.

Le volví a sonreír, agradeciendo enormemente su comentario, pues ya me estaba poniendo de mal genio con el hambre que tenía. Y créanme que nadie quería verme malgenio.

—Estuve esperando tu visita en la semana. Pensé que querías saber qué más habías dicho la noche en que dormimos juntos... me pasas otro queso, por favor.

Mis manos se habían quedado paralizadas. ¿Qué más dije? ¿Por qué me tenía que recordar aquella penosa noche?, pensé que no íbamos a tocar ese tema nunca más en mi vida. Pero ¿y si dije algo indebido? Mi mente trabajaba a mil, tratando de saber qué decir.

—¡Allison!, otro queso por favor —sonrió Ethan y volvió su vista a la parrilla—. Deberías saber lo que me dijiste.

—¿Qué fue lo que te dije? —pregunté, intrigada y nerviosa, casi encima de su oído.

Me ignoró por un segundo, haciéndose el ocupado y sacando los panes de la fuente que tenía a un lado y después puso una hamburguesa en uno de ellos.

—Tal como lo prometí —me guiñó un ojo—. Acá tienes tu almuerzo. Ahora estamos empatados.

—¿De qué estás hablando?

—Bueno, de que tú me preparaste una cena y yo he preparado un almuerzo. Creo que es tiempo de que ahora comamos afuera. Si quieres saber qué secreto sé de ti, tendrás que salir conmigo a cenar.

Mis ojos estaban secos. Al parecer se me había olvidado pestañar. Me masajeé el rostro y fruncí el ceño.

—Perdón, Ethan, creo que escuché mal, ¿qué dijiste?

—Eso, que si quieres saber qué secreto sé de ti, tienes que salir a cenar conmigo.

Creía haber escuchado bien, pero no tenía ningún sentido, nada de eso tenía ningún sentido. ¿Quién era él para chantajearme con una adorable cena en la que estaríamos solo él y yo?

—Bueno ¿Y? ¿Tenemos una cita?

—¿Dónde quieres que ponga estas fuentes y la mayo y todas estas cosas, Ethan? —reclamó Vicky, con sus manos llenas de cosas.

Ethan le gritó a su hermana, pidiéndole una mesa para apoyar las cosas que traía Vicky. Al segundo, la mesa y todo el resto de sus amigos estaban afuera, esperando comer una rica hamburguesa.

Agarré mi plato y me acerqué a Javiera, tratando de arrancarme, por un rato, de la presencia de Ethan.

—¿Está todo bien, Allison? —preguntó Javi mientras recibía un plato con comida.

—Sí, todo bien, estoy muerta de hambre, eso es todo.

Me senté en el suelo junto a Javiera, ya que las pocas sillas con las que contaban estaban siendo ocupadas, y comí en silencio, tratando de tragar la idea de salir con Ethan a cenar. No podía dejar que me intimidara un tipo como ése. De seguro, se sabía por libro todas las formas de conquistas y manipulación de mujeres. Pero yo soy distinta y había aprendido de mis relaciones anteriores. Él no podía llegar y decirme que tenía un secreto mío y obligarme a salir con él. Sencillamente no. Terminé mi hamburguesa y me levanté.

—Javiera, ya me voy, tengo mucho que estudiar. Pásalo bien. Después hablamos ¿bueno?

Mi amiga me conocía y sabía que ya harto había hecho por ella, por lo que sin chistar se despidió de mí.

Kely e Ethan estaban al lado de la parrilla, colocando unas vienesas.

—Muchas gracias por la invitación, pero ya me tengo que ir, tengo mucho que estudiar —expliqué, con la vista fija en Kely, sin mirar por un segundo a Ethan.

Ella muy amorosa me dio un corto abrazó y le pidió a su hermano que me dejara en la puerta.

—¿No vas a responder a mi pregunta?

—No, Ethan, la respuesta es no. Pero muchas gracias por el paseo de hoy. Muy lindo el lugar —respondí, seria.

—¿Y entonces no quieres saber lo que sé?

—No creo que sepas nada. Me tengo que ir.

Voté la servilleta en la cocina y seguí caminado bien erguida con destino a la puerta.

—Bueno, pero ya sé que no te gustan las fiestas y que tuviste una mala experiencia con un novio hace años y que...

Me volteé con el rostro tenso. ¿Cómo era posible que hubiese dicho esas cosas con la borrachera que tenía? Pero lo que decía era verdad. ¿Y que más sabría de mí? Agucé los ojos y lo miré fijamente.

—Está bien. Tú ganas. Cenamos, me cuentas todo lo que sepas de mí y punto.

—Hecho —dijo, triunfante.

—El próximo viernes te espero en mi casa. No, espera...

No podía dejar que Javi me viera salir con él. Después de la cena le explicaría todo a mi amiga, pero primero tenía que saber lo que le había dicho a Ethan aquella terrible noche.

—¿Sabes dónde queda mi universidad?

Ethan asintió con la cabeza.

—Te espero el próximo viernes a la salida del edificio de la facultad de ciencias, a las cinco.

—Allá estaré, Allison.

Me dio un beso en la mejilla y me marché.

No voltees, está ahí, te está mirando, me decía a mí misma. Mis oídos estaban agudizándose para atrapar el sonido a mi alrededor, cosa de escuchar cuando Ethan cerrara su puerta. Estaba a dos pasos de la mía y todavía no escuchaba nada, era imposible que siguiera ahí. No pude aguantar más, tuve que mirar para atrás. Ethan me vio y agitó su mano despidiéndose. Maldita sea. Levanté mi mano tiesamente y entré a la casa.

Sentía mi estómago revuelto, y no estaba muy segura de si era por la rabia, que me producía dejar que Ethan jugara conmigo o porque me encantaba la idea de salir a cenar con mi él.

Entré a mi dormitorio y me enterré en mis libros, para olvidar a quien estaba segura estaría presente en mis sueños aquella noche y quizás en varias noches más.