Capítulo 18
EL trayecto se hizo largo e incómodo. Ethan, que fue el elegido para manejar, iba a mi lado concentrado en la carretera. Yo, en cambio, iba pendiente de la conversación que llevaba Logan con sus clientes que lo llamaban un día sábado a media jornada, a su teléfono personal. Algo raro para mi gusto. ¿A qué tipo de clientela le daba su número privado para que lo llamaran? Sus conversaciones eran cortas y poco claras, algunas veces ni siquiera tenían relación con la venta de un producto; sin embargo, se veía completamente relajado al contestar. Se pegaba al vidrio del auto, tratando de tener un poco de privacidad, y luego se incorporaba a las historias que Javiera iba contando, como si todo estuviera en orden. Historias que con suerte supe de qué se trataban, ya que me era difícil ponerle atención a mi amiga, teniendo a Logan hablando con quien podía ser quizás otra novia oculta.
De repente, en un silencio, de esos pocos que Javiera dejaba, se me ocurrió que la única manera en que podía conocer más a Logan, era haciéndole preguntas. Quizás si lo interrogaba hasta el punto en que se sintiera ahogado conmigo, me confesaría que es un desastre con las mujeres, o por lo menos podría sacar de él alguna pista de lo que oculta detrás de esa careta de hombre de negocios. Estudiaría sus gestos, posturas y vería si titubeaba o respondía de seguido, pues dicen que los mentirosos tienden a pedir que repitas la pregunta cuando necesitan tiempo para planear la respuesta. Analizaría si es evasivo o no, y quizás eso me ayudaría a develar si era un mentiroso innato o no. Era eso lo que tenía que hacer, y debía hacerlo en presencia de Javiera, para que ella también pudiera evaluar a su amigo con ventaja. Era una brillante idea. En la noche al llegar de vuelta al hotel, los invitaría a jugar el juego “Verdad o Consecuencia”.
El roce de los dedos de Ethan en mi mano me incorporó al entorno en el que estaba. Ethan me miraba, intrigado, con el bordillo de su ojo. Supuse que, por la prolongada mudez en la que me había hundido y que me había permitido llenar mi cabeza con ideas para descubrir al verdadero Logan. Sin retirar mi mano, seguí mirando por la ventana, intentando que su rose no me provocaran las ganas de acurrucarme en su hombro, como Javi estaba con Logan, ya que, aunque no me gustaba sentirme así, estaba molesta con Ethan por haber ido a ese matrimonio con Vicky, y además, con la camisa que yo le había elegido. Mi problema era que sabía que no tenía el derecho de alegarle. Pero eso no quería decir que se me hiciera fácil disimular mi rabia, ni por otro lado, las ganas que tenía de besarlo y de acurrucarme en él, tal y como los pasajeros de atrás.
Al llegar a una casa grande de dos pisos, aparecieron los nervios que mantuve bajo control durante todo el viaje. Esperaba llegar a un gran hotel, con muchos dormitorios; pero, en vez de eso, mis ojos vieron una residencia cálida y linda que definitivamente no tendría la cantidad de dormitorios que yo esperaba. Ethan estacionó el auto y, apenas pude bajarme, tomé a Javiera del brazo, y le rogué con un susurro que no me fuera a dejar sola en un dormitorio con él. Javi me sonrió ampliamente mientras avanzaba junto a mí, hasta que su vista alcanzó la de Logan, que a paso ágil, logró apoderarse de la atención y el interés de mi amiga.
Aquel lugar era una hostería.
Con mis dedos cruzados, rogaba no tener que hacer un escándalo si escuchaba que Logan había hecho una reserva de dos habitaciones con camas matrimoniales. Necesitaba escuchar urgentemente “tengo una reserva para dos dormitorios con camas separadas”, para poder soltar el aire de mis pulmones que tenía paralizados.
Una señora de piel muy arrugada que se encontraba tras el mesón de recepción nos dio la bienvenida.
—Buenas tardes jóvenes. ¿Puedo ayudarlos en algo? ¿Desean algún dormitorio?
—Hola. Mi nombre es Logan Town. Ayer hice una reserva para dos habitaciones. Creo que hablé con usted.
La señora le enseñó sus pequeños dientes amarillos y, luego de chequear en una libreta gorda y grande, confirmó con una sacudida afirmativa de cabeza.
—Sí, ayer hablamos, ahora lo recuerdo. Está todo en orden, señor Town. Sus dormitorios son el siete y el ocho. Acá tienen sus llaves. El desayuno se sirve en el comedor entre 7:00 y 10:00am. ¿Desean ayuda con los bolsos? Puedo pedirle a mi hijo que recoja sus maletas y los guíe hasta sus cuartos.
Sin esperar una respuesta, la señora agarró el teléfono y comenzó a marcar un número.
—No se preocupe. Estamos bien, muchas gracias. Y gracias por la reserva con tan poco aviso.
—No hay problema. Tuvo suerte eso sí, ya estamos casi completos —cerró su libro y cortó la llamada—. Sigan por este corredor, salen a su mano derecha, y, en el patio, frente al naranjo, están sus dormitorios. Que disfruten de su estadía.
Tiesa como un palo de escoba, caminé pegada a Javiera a nuestro dormitorio. A pasos de llegar, le pedí a Logan que me diera nuestra llave. Me la entregó e introduje la llave en la chapa, esperando a que Javiera me siguiera los pasos, pero para mi desconcierto, avancé sola. Tratando de disimular mi peor miedo, terminé de girar la llave y vi enseguida la cama matrimonial. Con cara de espanto, mantuve la puerta abierta con mi bolso, mientras esperaba que alguien me diera una explicación.
—¿Está todo bien? —preguntó Logan, con voz de inocente.
—Ah no, no lo está ¡es una cama matrimonial! ¿Y la de ustedes?
Javiera, que se había apoderado de las llaves del otro dormitorio, abrió la puerta del lado.
—También lo es. ¿Pero qué importas? es una noche, Ali. Van a dormir bien —elevó uno de sus hombros poniendo una enorme sonrisa en su boca, casi como la de un payaso.
—Querrás decir VAMOS a dormir bien. Te vas a quedar conmigo ¿no? —pregunté, interponiéndome disimuladamente en la entrada a mi dormitorio.
—Lo siento, pero eran los únicos dormitorios que quedaban. Ya escuchaste a la dueña del lugar. De hecho tuvimos suerte de que quedaran éstos —explicó Logan mientras ponía cara de santo, como si en realidad él no hubiese preferido y planeado eso. Perfectamente podría habernos encontrado otro lugar—. Van a estar bien. Estamos de vacaciones. ¿Puedo pasar? —preguntó Logan a Javiera, que se mantenía en la puerta del lado.
—Voy a dejar mis cosas, hablamos enseguida —Javi lo siguió.
—¡Javiera! —exclamé indignada. Mi amiga se había unido a Logan y yo estaba ahí parada bajo la puerta, prohibiéndole la pasada a Ethan, quien observaba preocupado.
—Si quieres puedo dormir acá afuera y morirme de frío —musitó Ethan, reacomodando el bolso que colgaba de su hombro.
—No, por supuesto que no. Pasa —me hice a un lado.
Ethan pasó por mi lado y acomodó su bolso en frente para no pegarme con él.
—Puedo dormir en el suelo, Allison. No te preocupes. ¿A dónde vas?
—Ya vuelvo —cerré la puerta, llevándome mi maleta conmigo.
A paso vigoroso, me dirigí a la recepción para pedir otro cuarto. No era culpa de Ethan que Logan hubiera sido tan desubicado de haber reservado únicamente dos dormitorios. No quería pasar la noche con Ethan. Era muy peligroso y tentador.
Me tocó esperar a que una familia con niños y una pareja que estaban en fila terminaran de registrarse, para poder pedirle a la señora que nos recibió que me solucionara el problema. Luego seguida de quince minutos de charla con la amable mujer, volví como con el rabo entre las piernas al dormitorio que tendría que compartir con Ethan. La pareja que había estado frente a mí había tomado el último dormitorio disponible, con lo que sólo me quedaron las opciones de aguantarme una noche con mi vecino en el mismo dormitorio o mudarme a otra residencia que la señora me recomendaba, pero que estaba a cinco cuadras de ahí.
Con la cara frente en alto, entré a mi dormitorio compartido, y apoyé mi bolso junto al de Ethan, que estaba abierto sobre el cautivador colchón. El baño estaba cerrado. Deambulé por el dormitorio observando la decoración algo antigua pero de muy buen gusto, que tenía el lugar, mientras limpiaba enérgicamente mis lentes.
Cuando oí la llave del lavamanos correr en el baño, me acerqué al catre en señal de posesión.
La puerta del baño se abrió e Ethan apareció como un actor de cine, salido recién de una ducha, viéndose completamente ardiente, aun cuando al parecer se había refrescado solamente. Tenía su cabello húmedo y había unas pequeñas gotas de agua sobre sus gloriosos pectorales. Mientras sostenía en su mano una toalla, que al parecer no había sabido usar bien pues seguía mojado, y su jean, que hace poco traía puesto, se aproximó paulatinamente a mi lado, con nada más que un short negro puesto.
Rápidamente me acomodé los lentes para apreciar claramente el entorno, y me senté sobre la cama al estilo indio, bajando la vista hacia mi bolso que era algo mucho menos atrayente que Ethan.
—No pensaras salir a almorzar así ¿verdad? Hace calor, pero no tanto como para provocar a todo el mundo.
—¿Cuál es el problema que salga así o es que te pongo nerviosa? No creas que no noté cómo me miraste —me reprendió, en tono juguetón, mientras sacaba una polera limpia de su bolso.
—¿Qué estás diciendo? No me pones nerviosa —mentí—. Simplemente te digo, para que quede claro, no todas las mujeres babosean por ti.
—Yo no quiero que todas las mujeres baboseen por mí, como tú dices, sólo quiero a una —respondió mientras se ponía la polera, y se acomodaba junto a mí. Mi vista seguía fija en el bolso de Ethan, con su dedo índice, levantó un poco mi cara y, con un movimiento casi imperceptible, me llevó a sus labios, con lo que me olvidé de lo enojada que estaba con él por lo de la noche anterior. Sus labios eran como un néctar adictivo. Mi boca se abrió sin reclamo a su lengua que exploró lentamente la mía, reconociéndolo. Y yo no podía evitar el estar disfrutando de aquella química que sentía con él.
—¿A dónde fuiste con tu maleta? Pensé que me iba a quedar sin compañera de cuarto —balbuceó Ethan entre los besos.
—A ninguna parte. Nada más fui a hacer una pregunta. Sabes que tendrás que dormir en el suelo ¿cierto? —pregunté tiernamente y le di un beso breve en su mejilla. Después me puse de pie rápidamente para arrancar un poco del calor que comenzó a recorrer mi cuerpo.
—Eso pensé. Está bien para mí. Pero te informo que a veces soy sonámbulo.
Mis ojos se abrieron de par en par, asustada de que me hablara en serio.
Ethan se levantó de la cama también, y me dio la espalda para volver a entrar al baño en busca de algo.
¿Estaría hablándome en serio? ¿Ethan era sonámbulo? Un golpe a la puerta interrumpió mis interrogaciones.
Era Javiera, con su cartera colgada al mismo lado de la mano que cruzaba sus dedos con los de Logan.
—¿Están listos para ir a almorzar? ¡Me estoy muriendo de hambre! Logan nos va a llevar a un lugar que dice que es buenísimo.
Salimos, cada cual de la mano de su pareja, como verdaderos enamorados de camino al restorán al que nos llevaba Logan, el que se había adueñado del paseo. Logan y mi amiga caminaban adelante nuestro, como dos tórtolos enamorados, felices del paseo y de seguro de la noche que pasarían juntos, provocándome más ganas de desenmascarar al posible embustero.
Apresuré mi paso con Ethan hasta llegar al lado de Javiera y, de un tirón, me alejé con ella con el pretexto de que necesitaba ver un vestido en una de las vitrinas que habíamos pasado hace poco.
Javiera elevó sus cejas de tal forma que su rostro pareció alarmado. Ella me conocía lo bastante bien como para adivinar que no la estaba llevando a ver realmente un vestido. Un libro podría haber sido, pero no ropa.
—¿Cómo van las cosas con Ethan? No estás enojada conmigo por dejarte con él ¿o sí?
—Vamos, entremos a la tienda. No quiero que nos vean discutir acá afuera o van a saber que te traje acá para hablar en secreto contigo.
Javiera se colgó de mi brazo y entró tratando de llamar mi atención con unos chalecos artesanales.
—Te quedaría muy lindo este tono, Ali. ¿Te lo quieres probar?
—Javiera, ¿le contaste a Logan lo que pasó con Ethan ayer?
Javi apoyó el chaleco sobre mí, tratando de evitar mirarme a los ojos.
—¿Cómo pudiste? Logan es apenas tu... no sé ni qué son y le contaste de mí.
—¿Pero cuál es el problema, Allison? Tú y Ethan están saliendo ¿no? Creo que ahora son lo mismo que somos Logan y yo. Y bueno, sí le conté, pero porque sabía que se iba a enterar de todos modos hoy.
Javi tenía razón, pero igual me molestaba que Logan pensara que yo era igual que mi amiga. Yo era mucho más tranquila y aterrizada. Me gustaba ir paso a paso y no confiaba tanto en los hombres como Javi.
—Perdón, Javi, supongo que tienes razón. Es sólo que me molesta que Logan asuma cosas que no son. Me refiero a haber pedido dos habitaciones con camas matrimoniales. ¿Cómo pudo pensar que Ethan y yo pasaríamos la noche juntos? Nada que ver.
—Ay, Ali, tan... cómo decirlo, tan cuadrara que eres a veces. ¡Disfruta la vida, amiga! Aprovecha que hay dos dormitorios disponibles y que Ethan y tú podrán estar solitos. Así como yo voy a disfrutar de la mía. Acuérdate de que hay una roedora persiguiendo a tu hombre y tienes que tener alguna ventaja sobre ella. Tienes que demostrarle que Ethan ya no es soltero, que ahora hay otra al mando.
Como no quería tocar aquel tema, salí de la tienda con Javiera atrás mío.
Ethan y Logan estaban sentados sobre el borde de una acera alta, esperándonos, ambos de piernas cruzadas como dos hombres respetables, serios y confiados de ellos mismos. De lejos, al verlos juntos, me sentí muy bien al observar a Ethan esperándome a mí en vez de a otra mujer. En su rostro se dibujaba una sonrisa, y sus ojos parecían felices con lo que veían.
Haciéndole caso a Javiera, una vez reunidos con nuestros... algo más que amigos, le di la bienvenida a ese fin de semana. Mi amiga tenía razón, no podía ser tan cuadrada. Tenía que divertirme también, relajarme un poco, disfrutar de la compañía de Ethan por corta que pudiera ser, o por rara que todavía la encontraba, y, de pasada, podía llevar a cabo mi meta de conocer más a Logan.
Como si hubiese dejado escapar un ancla de mi cuerpo, me dejé deleitar con la compañía y con aquella hermosa y romántica ciudad. La avenida por la que caminábamos estaba repleta de restoranes y tiendas, todo estaba lleno de colorida, dinámicas y enriquecedora vida. Había gente caminando en todas las direcciones, muchos con cara de turistas, fascinados por la arquitectura del lugar, tal como yo lo estaba. Una ciudad que, a pesar de que muchas de sus tiendas estaban modernizadas, aún mantenía un interesante estilo español que afloraba en cada esquina y que reflejaba su interesante historia.
La tarde avanzó como un rayo floridano. En pocas horas habíamos almorzado y recorrido el Castillo de San Marco, un monumento nacional al que le sacamos el jugo con fotos de nosotros cuatro posando como guerrilleros de aquella época. Luego visitamos el faro que empalagó nuestros ojos con la alucinante vista, y nuestros oídos con las interesantes historias sobre la colonización y sobre los fantasmas que decían que todavía rondaban aquel lugar. Fue una tarde en la que Ethan se mostró tierno y atento conmigo en todo momento. Parecía que el ambiente del lugar lo había infectado por un momento, por lo educado y caballeroso que se mostraba. Nos abría siempre la puerta antes de entrar a algún lugar, me abrazaba tiernamente cuando notaba que tenía algo de frío, y no me dejó pagar mi almuerzo ni la entrada al Castillo y al Faro. Con cada actitud que tenía, mi corazón se derretía más y más hasta que quedaba como una sopa para la cena, que, por suerte, no se podía tomar. Ethan parecía ser un hombre sincero, preocupado y tierno, algo que yo no quería creer que podía encarnar. Cada minuto junto a él era como romper una piñata nueva. Era un hombre lleno de sorpresas y, desafortunadamente, me gustaban muchos de aquellos factores. Sentía como, de a poco, su coquetería, que en un principio me molestó, iba quedando en segundo o tercer plano, gracias a todas las otras cosas buenas que mostraba. Le gustaba conversar y me entretenía con él. Mi corazón, que hasta entonces aún lo tenía bajo control, al llegar la noche, estaba totalmente entregado y perdido por Ethan Scott. Mi lucha interna por tratar de no involucrarme mucho con mi vecino estaba perdida. Inesperadamente, me sentía enamorada de aquel hombre, quien, con una mirada provocativa, me desmayaba internamente. Luchar contra sus cariños, gestos y preocupaciones era una estúpida idea de mi parte, me decía, al verlo sonreírme mientras cenábamos.
Ethan era tan distinto a Logan. Habían cosas tan diferentes entre esos dos amigos. Al pagar la cuenta, Logan le pidió entre bromas a Javiera que, por lo menos, se pusiera con la propina, tema que Javi no reclamó, ni tampoco le dio ninguna importancia como yo, hasta que después acumuló otros detalles. En el Castillo, Logan se mostró más interesado en la guía turística que en mi amiga, que lo seguía de la mano casi corriendo detrás de él, para poder llevar su ritmo. Eran cosas pequeñas, pero que yo analizaba con detalle para sumarlo a mi lista de notas en contra de él. Javiera es una muy linda persona, tanto por fuera como por dentro, y si yo había tenido la suerte de encontrar a Ethan, estaba segura de que mi amiga también podría encontrar a alguien mucho mejor que aquel hombre.
Cuando Logan dijo que estaba listo para volver a la residencia a descansar, aunque su propósito fuera otro, le insistí en que jugáramos algo antes de dormirnos para ayudarnos a conocernos mejor. Al principio, su reacción fue de aburrimiento, pero gracias al apoyo de Javiera, Logan accedió a jugar con nosotros a cambio de que mi juego, de la Verdad o Consecuencia, fuera con prendas de vestir, en vez de penitencias, como era mi idea en un principio. Haríamos una pregunta personal, y si la persona no decía la verdad, o bien nadie del grupo le creía, tendría que sacarse algo de ropa. Nada agradable ni aceptable para mi gusto, pero ya que era mi única opción por el momento, accedí también a jugar con sus reglas, hasta que, por supuesto, no llegáramos a la desnudez.
En nuestro dormitorio, sentados en el piso en círculos, con unos vasos de cerveza a un lado, comenzamos a jugar. Anotamos en secreto una serie de preguntas relacionadas con el amor y con el sexo. Yo fui la primera en sacar uno de los papelitos que echamos en una bolsa, y, por suerte, fue una de las preguntas que yo había escrito, y que iba dirigida a Logan.
—¿Cuántas novias has tenido? —le pregunté seria, estudiando cada movimiento y gesto que hacía.
—Novias... mmm, creo que han sido siete —respondió indiferente, como si mi pregunta fuera insignificante.
Después de que todos tomáramos un sorbo de cerveza, en señal de que le creíamos su respuesta, traté de incentivar, con un susurró en el oído, a Javi, para que la pregunta que tenía en sus manos se la hiciera también a Logan.
—¡Ya pues! es un juego independiente éste, ¿por qué andan con secretitos? —chistó Logan y luego tomó un sorbo a su cerveza, mientras observaba el papel que leía mi amiga.
—Está bien, éste es para ti de nuevo. ¿Cómo lo prefieres?, ¿tú arriba o abajo?
¿Qué tipo de pregunta era ésa? ¿A quién le importaba eso? Miré a Ethan con una profunda inspección para saber si él había escrito esa pregunta.
Sus palmas se elevaron rápidamente al cielo como diciéndome que él no había sido.
—Abajo, todo el rato. Me gusta disfrutar y mirar —se rió mientras observaba a Javiera.
Flojo, pensé.
—Sigamos, tu turno, saca uno —le dijo Javi a Ethan, entregándole la bolsa con los papeles.
Ethan se arregló la garganta, antes de leer.
—¿Si tuvieras que hacer un baile erótico? ¿Lo harías?
Mis ojos estaban enterrados en el centro, cruzando mis dedos porque esa pregunta fuera para mi amiga.
—Responde, Allison —dijo Javi, que veía que Ethan tenía su vista fija en mí.
Tragando saliva con dificultad, respondí que no.
—¡No te creo! —gritó Logan, con entusiasmo.
Fijé la vista en Ethan, quien silenciosamente tomó un sorbo de su cerveza al igual que Javi también, con lo que me salvaron de tener que sacarme una prenda de vestir. Estiré mi mano para el centro e iba a sacar un papel, cuando Logan me detuvo con su mano.
—No seas pilla, me toca a mí y va a ir para... ¿Quién escribió esto? ¿Qué tipo de pregunta es?
Que fuera para Javiera, que fuera para ella por favor. Así como estábamos yendo, no iba a saber nada de Logan.
—¿Te consideras machista o feminista? ¿Tiene esto que ver con amor o sexo? —preguntó Logan, arrugando su entrecejas.
Maldita sea, ésa era mi pregunta y era para él.
—Pero ya que la tienes, respóndela tú —le propuse, tratando de poner un tono indiferente en mi voz.
—Es muy aburrida esta pregunta, pero no. No soy machista. Voy a sacar otra —Logan volvió a introducir su mano en la bolsa—. Esta sí que sí. ¿Cuál ha sido el lugar más exuberante en el que has tenido sexo? Amigo esta tiene que ir para ti, porque has estado muy callado.
Ethan lo pensó por unos segundos.
—En la playa, entre unas rocas.
Qué romántico y qué envidia, pensé al saber que no fue conmigo.
Javi me dio un corto vistazo, como chequeando mi reacción.
—Sigamos, tu turno de nuevo, Allison —dijo Javiera.
Introduje mi mano en la bolsa.
—¿Quién ha terminado las relaciones que has tenido? ¿Has terminado más veces tú con ellas o ellas contigo?
La verdad era que esa pregunta no estaba en el papel, porque no me había atrevido en un principio a anotarla, pero en ese minuto sentí que tenía que hacerla para saber qué decía Logan.
—Ésa va para mí supongo —musitó Logan, a quien yo tenía acechado con la mirada—. Yo he terminado más.
—¡No te creo! —grité apremiante.
—Yo tampoco, compadre, lo siento —dijo Ethan.
—Sí, está muy aburrido así el juego así es que veamos algo de acción. Yo tampoco te creo Logan —sonrió Javi, como si mi opinión y la de Ethan hubiesen sido una mentira para hacer más interesante el juego.
—Mi turno —Javi abrió lentamente el papel y se rió entre dientes, delatándose ella misma con la pregunta. Era lógico que ella la había escrito.
Luego de que esperara a que Logan se sacará sus zapatos, formuló su pregunta.
—Ok, esta va para ti, amiga.
—¿Qué?
—¿Lo prefieres salvaje o tranquilo?
¿Por qué me preguntas a mí? ¿Por qué no le preguntas a Logan? Se supone que debieras estar de mi lado, grité internamente.
—Le gusta salvaje —susurró Javi lo suficientemente fuerte como para que alcanzara a escucharla.
—Yo no he dicho eso —le di a Javi una mirada de pocos amigos y luego respondí casi con un hilo en la voz—. Intermedio.
A mi alrededor nadie se sirvió un sorbo de su cerveza, pero no sé si fue porque de verdad no me creían o estaban siguiendo el jueguito de quitarse la ropa. Como fuera, ya me estaba aburriendo de mi propia idea. Bostecé forzadamente, tratando de comenzar a verme cansada, mientras me quitaba, haciéndome la insultada, mis zapatos. No quería seguir jugando y menos quería que me llegara otra pregunta.
—Está bien, mi turno de nuevo. Esta va para Javiera —dijo Logan, mirando intensamente a mi amiga—. Si pudieras hacer un trio, ¿lo harías?
Antes de que Javiera respondiera yo sabía que su respuesta era sí. Alguna vez, en nuestras conversaciones, ella me había comentado que encontraba interesante hacer alguna vez un trío, solo para probar.
Su respuesta ante el público fue un sorpresivo no.
A pesar de que yo sabía que Javi estaba mintiendo, bebí un sorbo de mi cerveza, tal como Logan y Ethan lo hicieron.
Era el turno de Ethan.
—Está bien, creo que ésta es la última porque Allison se está quedando dormida y yo también. Última pregunta de la noche, redoble de tambores. Dice... ¿Crees en la existencia de un alma gemela? Esta es para ti, Allison.
¿Otra para mí? Ethan me miró fijo a los ojos, como si en ellos tratara de encontrar la verdad en mi respuesta.
—No, quizás, no sé —respondí, confundida. No creía que existiera, pero Ethan me miraba tan agudo que creí que esperaba que le dijera que sí.