Capítulo 9
DESPUÉS de haber buscado a escondidas por sitios de venta de autos en mi computador, Javi y yo partimos en busca del lugar. Por suerte, con el GPS del celular, era fácil llegar a cualquier lugar, de lo contrario hubiésemos tenido que parar a pedir ayuda.
Javiera iba concentrada en el manubrio, doblando y tomando las calles que el mapa me indicaba.
Salir a buscar autos había sido una gran idea, pensaba. Mi amiga estaría interesada en los modelos y precios y en la comodidad de los vehículos, en vez de estar preocupada de nuestro vecino o del tema de la cena, en la que me había dejado a solas con él, asunto que todavía no me aclaraba. Dado lo ocurrido con Ethan la noche anterior, ya no era un tema que me urgía tratar con Javi. Nuestro vecino no sería tema por la tarde. Tendría a mi amiga invadida con otros asuntos. Mejor plan, imposible.
Vimos por lo menos diez tipos de autos diferentes en tamaño, marca y precios. A mí me gustaban los pequeños, a Javi los más grandes. A mí los económicos, a Javi los más caros que, aunque sabía no podía pagarlos, me insistía que los manejara para saber cómo se sentían. No por mí, sino por ella, que me aseguraba que era para conocimiento general, para su próximo auto, cuando se hiciera muy adinerada con la venta de sus obras de arte. Todo era válido con tal de tener a mi amiga feliz y distraída.
Visitamos varios distribuidores, ya que en una misma avenida había varios de ellos. Los vendedores nos atendían como reinas, nos ofrecían agua, café, té, bebidas e incluso, en uno, palomitas de maíz con tal de llevarnos a su oficina para poder negociar el precio. Mi intención era nada más que ver lo que había en el mercado, pero Javi me reiteraba una y otra vez que era primordial tener un auto en Orlando, que mientras antes lo tuviera, mejor. Pero yo estaba convencida de que buscar con calma era mi mejor opción. Después de todo, me había costado mucho ahorrar el dinero para aquella compra y no me lo iba a gastar en lo primero que viera. Necesitaba tiempo para meditar y estudiar mis opciones. Un auto no era una prenda de ropa.
Mi amiga quedó desilusionada cuando finalmente nos fuimos del último lugar de venta con el único y mismo vehículo en el que habíamos llegado. Había sido una tarde que nos había dejado exhausta físicamente, pero relajadas mentalmente, pues nos había mantenido lejos de conversaciones comprometedoras.
No me entusiasmaba volver a casa, menos después de un entretenido día junto a mi amiga que me hacía reír, haciéndose pasar por una niñita ricachona, viendo autos sin ningún adulto. Entre sus pestañadas largas, sus miradas coquetas y sus delicadas mentiras sobre lo que andábamos buscando, lograba que nos observaran con ojos extrañados, pero todos definitivamente muy atentos e interesados. La jornada no había sido muy productiva, ya que habíamos vistos varios autos fuera de mi presupuesto, pero sí muy divertida. Sin embargo, ya íbamos camino a casa y me di cuenta de que era momento de enfrentar lo que tenía que decirle, antes de dejar pasar más tiempo.
—¿Por qué tan callada, Allison? ¿Te arrepientes de no haber comprado el Nissan Z? Sabía que era eso. Nos veíamos topísimas en el.
Me reí. Era un milagro que nos hubiesen dejado manejar ese auto.
—Oye, Javi, una pregunta...Vas a ir el próximo fin de semana a andar en canoa, ¿cierto?
—Sí, y tú también —dijo con voz seria—. ¿Sabes a qué hora van a ir y si es que nos vamos a juntar allá?
Negué con la cabeza.
—¿Sabes dónde queda esto?
—No.
—A todo esto. ¿Qué fue lo que hablaste con Ethan ayer? ¿Se quedaron conversando un rato o algo? No me has contado absolutamente nada. ¿Creías que te ibas a zafar de mis preguntas? —me dijo, sonriente.
No entendía su actitud tan relajada y alegre con el tema.
—Primero, necesito que me respondas por qué me dejaste a solas con él en la cena.
Javi se rio y me dio una mirada corta hacia el lado.
—De nada.
Nos dio la luz roja y Javi fijó su vista en mí, que estaba totalmente desorientada sobre hacia dónde iría la conversación.
—Bueno y... ¿no me vas a agradecer? —continuó.
Su boca mostraba una sonrisa amplia y radiante.
—No te dolía la pierna entonces. ¿Fue mentira? Pensé que estabas inventando ese fuerte dolor para dejarme a solas con él, pero no tenía sentido. ¿Por qué hiciste eso, Javi? ¿No te gusta Ethan? Tú misma dijiste lo bueno que está.
—Por supuesto que me gusta, ese tipo está buenísimo.
Al escuchar esas palabras, sentí como si me hubiesen tirado un balde de agua fría por el cuerpo. Mi temperatura bajó radicalmente. Miré en frente, con un nudo en la garganta, y luego a mi amiga, a quien había traicionado.
—Hay un único detalle con él —agregó mientras doblaba en una calle, cerca de la casa.
—¿Es un fresco? —esas palabras se escaparon de mi boca.
—No sé si es un fresco, pero sí sé que yo no le gusto.
—¿De qué estás hablando, Javi? Claro que le gustas, fue a la cena por ti y ayer me dijo que tenía que ir a Wekiwa Springs para que tú fueras.
—¿Te dijo eso realmente?
—Dio a entender eso.
—Lo dudo —dijo, seria.
—¿Qué es lo que dudas?
No entendía nada. ¿Por qué dudaba de que nuestro vecino anduviera detrás de ella? Era obvio. Javi estacionó el auto, apagó las luces y nos bajamos.
—¿Sabes lo que pienso? —preguntó mi amiga con una voz aguda.
Eso era justamente lo que no sabía. La quedé mirando.
—Creo que hay otra que cautivó a Ethan Scott.
¿Estaría pensando en mí? Eso era imposible. ¿Sabría algo de lo que pasó anoche? ¿Escuchó a Ethan salir de mi dormitorio? Era eso.
—Javi, lo siento, de verdad que no sé por qué se quedó a dormir conmigo. Pero no pasó absolutamente nada. Te lo juro —exploté con mi secreto, sintiéndome por un instante más aliviada.
Mi amiga, que mientras me escuchaba tenía la llave en la cerradura de la casa, se volteó con sus ojos abiertos de par en par.
—Perdón. No pasó nada, te lo juro. Estaba borracha —me disculpé sinceramente, asustada de la reacción que tendría mi amiga.
—¿Dormiste con Ethan? —gritó una vez adentro de la casa.
Mi rostro estaba tenso, apenado y preocupado de lo que haría Javi. Me sentía terrible.
—¡Pero eso es grandioso! Bueno no tanto. ¿Por qué no pasó nada?
Con ese comentario llegué a la cima de la confusión. Esperaba un regaño, llanto, decepción e incluso un empujón, menos esa expresión que mi amiga llevaba en su rostro. Quizás me había escuchado mal y estaba confundiendo las cosas.
—Ya pues, no te quedes callada.
—No sé de qué estás hablando, Javi. ¿Por qué no estas enojada conmigo? Me acabas de decir que Ethan te gusta.
—¿A quién no le gusta un chico como ése? Dime ¿ah?
—Bueno a mí, a mí no me gusta, y lo de anoche fue un error. Estaba borracha, él me trajo a la casa y se quedó a cuidarme en la noche porque al parecer eso es lo que le gusta hacer. Cuidar de otras personas. ¿Sabías que vive con su hermana porque la está cuidando, debido a un problema sentimental o algo por el estilo? Ethan es eso, un niñero. No hay nada entre él y yo. Ethan está detrás de ti.
Javiera me observaba concentrada, escuchando cuidadosamente todas esas palabras que salían rápidamente de mi boca sin vacilar. En pocos segundos había dicho todo lo que tenía que decir.
Me senté en el sofá y Javi tomó asiento a mi lado. Abrió su boca para decir algo y luego la cerró sin decir nada. Me tomó de la mano y buscó mi mirada.
—No tienes porqué disculparte conmigo por nada, Allison. Tú sabes cómo soy. Ethan es estupendo y por eso dije que me gusta. Pero la verdad es que ni lo conozco. Si a ti te gusta, está bien para mí.
—Yo tampoco lo conozco. Lo de anoche no se va a repetir.
—No te estoy juzgando por lo de anoche. De hecho es divertido que te haya pasado eso a ti. Tú eres siempre la razonable y la buena niña, y anoche te volviste otra. Qué suerte. Con esto al fin puedo tener algo a mi favor —comentó, sonriendo y soltándome la mano—. Somos universitarias y tendremos varios años por venir llenos de aventuras y amores. Si no te gusta Ethan está bien, te creo, pero si te llegará a gustar, me lo tienes que decir.
Allison sonaba como mi mamá calmándome por algo que hice. Por un instante, me intrigó la tranquilidad en sus palabras. Quizás, después de todo, en verdad ella no sentía más que una atracción física por nuestro vecino, atracción que en algún momento débil llegué a sentir yo también. Si lo pensaba bien, fue anticipado creer que Ethan me gustaba. Además que por otro lado debía recordar que si es que había alguien interesada en conocer chicos, era Javi, no yo.
Un suspiro profundo y aliviador se escapó de mi boca, como si en él se fugasen todos mis problemas y miedos. Las cosas entre mi amiga y yo habían vuelto a cero. No había más secretos ni engaños. Lo ocurrido entre Ethan y yo quedaría en el pasado, uno muy lejano, como si nunca hubiese sucedido. Mi mente estaba en paz. Tenía un vecino buen mozo al que le gusta cuidar de la gente y punto final.