Hollywood es un lugar curioso donde individuos que se odian visceralmente están obligados a besarse con pasión bajo focos abrasadores, mientras una multitud de hostiles espectadores los observa con atención sostenida. Si bien tuvo lugar lejos de Hollywood, la anécdota resume la situación con gran claridad: se estaba rodando Bolero cuando Bo Derek, después de una semana de besos febriles con un italiano, descubrió que en los labios de su hermoso compañero despuntaba un herpes muy activo. La pequeña Bo quedó aterrada. Hubo que despedir al pobre chico y reemplazarlo por otro; al maridito John le costó algún discursito tierno convencerla de que continuara con otro galán.
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Flotando en la dicha doméstica: los Karloff en su casa
¡El Beso del Herpes! Así acaba nuestro romance con Hollywood.
Aun así, Hollywood ha sido escenario de algunas grandes parejas. Amar de verdad. Pasión genuina. Toma 1: Carole Lombard y Russ Columbo. Toma 2: Carole Lombard y Clark Gable. Toma 3: Carole y los bonos de guerra. Fundido en negro. Mitch Leisen y Billy Daniels, la pareja gay de Hollywood, en apariencia semper fidelis hasta que Mitch descubrió una indiscreción de Billy y empezó a conmover a medio mundo con sus lamentos. Billy se hizo humo.
Más comunes han sido siempre los intensos romances pasajeros. ¿Quién estaría dispuesto a asegurar que las fabulosas aventuras de una noche son menos gratificantes que toda «una vida de lealtad»? De modo que permítanme exponer a su contemplación las parejas más inverosímiles que se hayan formado en Tinseltown, y no me refiero a ir cogiditos de la mano.
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Dos amores de Tallulah: Hattie McDaniel y Patsy Kelly