XXIV

UN AÑO DESPUÉS

Había luna llena en el cielo. Marta y Lucía escuchaban un programa de misterio que todos los fines de semana emitían en la radio.

Les gustaba escucharlo a oscuras. Ambas rondaban los quince años y esa noche sus padres habían salido de cena y estaban solas en casa.

El tema principal del programa de esa noche era la leyenda de Verónica.

—¿Tú crees en eso? — Le preguntó Lucía.

—Yo escuché que es verdad que encontraron una niña muerta en una cueva hace muchos años.

—Eso no son más que leyendas para dar miedo a los críos.

—¿Tú crees? — Le preguntó Marta.

—Pues claro— Respondió con decisión—. ¿Nunca lo has hecho?

Marta niega con la cabeza.

—Yo tampoco. ¿Probamos?

Marta piensa unos segundos.

—Vale— responde sonriente.

Rápidamente, las niñas buscan una vela en los cajones y la encuentran. Se acercan al baño y la encienden frente al gran espejo del lavabo. Se colocan una al lado de la otra, y miran el reflejo fijamente.

—A la de tres, lo decimos las dos a la vez— Dijo Lucía.

—Vale.

Las dos cierran los ojos.

—Uno, dos y… Tres.

—Verónica, Verónica… Verónica— dijeron al unísono.

Abrieron los ojos, pero nada pasó. De pronto, una lechuza blanca se posó en la ventana y ambas se asustaron y giraron la cabeza para verla.

—Que susto— dijo riendo Marta.

Pero cuando volvieron a mirar al espejo, se horrorizaron al ver en el reflejo la imagen de Verónica tras ellas, junto a Luis.

El grito de las niñas rompió el silencio de la noche.