VIII
Yolanda entra a la vivienda y pasa por el pasillo, subiendo las escaleras que daban acceso a la segunda planta.
Teresa, su hermana, se percata de la llegada de Yolanda, pero se extraña de que ni tan siquiera la salude. Su actitud mientras sube las escaleras le sorprende.
—¿Yoli, estas bien?
Pero no recibe respuesta. Teresa se pone en pie y se encamina tras su hermana.
Está preocupada.
Cuando Yolanda llega a su habitación, cierra la puerta tras ella sin atender a las preguntas de su hermana.
Teresa llega a la puerta y llama preocupada.
—¿Yoli, que te pasa?
—Nada, déjame— le responde sin abrir la puerta.
—Déjame verte— le suplica su hermana.
—Teresa, vete, no me apetece hablar.
Teresa abre la puerta poco a poco, pero de un empujón, Yolanda la cierra.
—¡Teresa, que me dejes en paz! — Le grita alterada.
—Está bien, lo siento— le responde aún más preocupada—. Estaré en el salón si me necesitas.
A desgana, Teresa baja de nuevo las escaleras sin apartar su mirada de la puerta de la habitación de su hermana.