IV

Sentadas en una terraza de la casa de Yolanda, Dafne y ella toman un café relajadas mientras conversan.

—¿Y cuándo se lo vas a decir? — Le preguntó Yolanda entristecida.

—No lo sé— respondió la cubana—. Quizás esta noche.

—Seguro que lo entiende, Luis es muy bueno.

—Él siempre me dice que le encantaría ser padre, Yoli.

Dafne se emociona.

—Pues no abortes— le indicó Yolanda.

— No puedo ser madre ahora, Yoli, empiezo con la compañía de teatro en dos meses, y la gira se alarga un año. He luchado mucho para conseguirlo.

Yolanda asiente con la cabeza, mientras Dafne se seca las lágrimas con una

servilleta de papel.

En ese instante el teléfono de Dafne empieza a sonar y ve en la pantalla que se trata de Luis.

—Dime, amor— responde la chica.

—¿Qué hace la mujer más bella de Cuba y de España? — Le preguntó animado.

—Tomar un café con Yolanda, ¿y tú?

—Tomar una cerveza con Seba en la terraza del parque.

—Bien, ¿a qué hora me recogerás? — Le preguntó su pareja.

—¿A las seis?

—Está bien— responde con seriedad.

—¿Te pasa algo? — Le pregunta preocupado.

—No, tranquilo, te cuento luego, ¿vale?

—OK. Te quiero.

—Y yo a ti.

Dafne cuelga la llamada y mira a los ojos a su amiga.

—Tranquila, todo saldrá bien— le indica Yolanda.

—Acompáñame esta tarde, por favor— le suplica Dafne.

—Eso es algo entre vosotros, ¿no crees?

Dafne rompe a llorar. Yolanda la abraza.

—Está bien— le dice Yolanda—, tranquila, haré lo que pueda.

—Gracias.

Dafne sigue llorando mientras Yolanda intenta tranquilizarla.