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El cautiverio de Argel
(1575-1580)

LA EXPERIENCIA MÁS AMARGA EN LA VIDA DE CERVANTES

A continuación, tenemos las palabras de Saavedra, el personaje cautivo en Los tratos de Argel, la primera obra de teatro que Cervantes escribe después de su cautiverio, y son sin duda las del propio autor, que nos habla directamente, rememorando ese instante angustioso de su vida al llegar al puerto de Argel, en donde le esperaban cinco años de duro cautiverio:

Cuando llegué cautivo y vi esta tierra

tan nombrada en el mundo, que en su seno

tantos piratas cubre, acoge y cierra,

no pude al llanto detener el freno

que a pesar mío, sin saber lo que era,

me vi el marchito rostro de agua lleno.

Aspecto que tendría la ciudad de Argel a la llegada de Cervantes. Pintura orientalista del siglo XIX. BAUERNFEIND, Gustav. Mercado de Jaffa (1887).

Así, a través de su personaje, Cervantes nos transmite su frustración, su rabia y su pena, al verse preso de su mala fortuna una vez más, conducido en contra de su voluntad a lo que era lo más parecido al infierno en la Tierra: Argel. La tierra de los enemigos naturales de todo cristiano, cuna del comercio de esclavos, en donde la mitad de la población vivía de oprimir y mercadear con la otra mitad. Durante cinco largos años a Cervantes le van a robar su libertad, su dignidad y sus sueños de una vida mejor al regresar a su patria, pero lo que no le podrán robar serán sus pensamientos, su fe y su fortaleza interior, que serán puestos a prueba durante todos los días que permaneció en el cautiverio. Desde el primer momento en que pone un pie en Argel, sólo un propósito le mantendrá vivo y con fuerzas para aguantar tan dura experiencia sin desfallecer: la posibilidad de huir.

Para Américo Castro el cautiverio de Argel fue «el más trascendental hecho en la carrera espiritual de Cervantes». Para Juan Bautista Avalle-Arce «es el gozne sobre el que se articula fuertemente toda la vida de Cervantes». Sin duda fue una dura experiencia vital que le transformará para siempre y le condicionará para su futura producción literaria. Para María Antonia Garcés, quien ha estudiado el efecto traumático que le provocó esta experiencia, «la reaparición y reconstrucción del suceso traumático en la obra de Cervantes funciona como una fuente de creación para el escritor». En efecto, la producción literaria cervantina está plagada de historias cuyos protagonistas son cautivos y su trasfondo el mundo turco-berberisco del Argel que él mismo vivió, en donde la ficción se confunde con los recuerdos traumáticos de su propio cautiverio. Para Garcés, «esas insistentes repeticiones temáticas —esos cautivos cristianos y esos corsarios argelinos que reaparecen sin cesar en sus textos— sugieren que el trauma no puede ser localizado en el acontecimiento violento situado en el pasado del sujeto, sino más bien en la forma en que retorna, sin ser asimilado, para obsesionar a la víctima». Obras de teatro como El trato de Argel, Los baños de Argel y El gallardo español, así como La historia del cautivo, interpolada en el Quijote, y las novelas ejemplares como El amante liberal y La española inglesa ciertamente ofrecen una rica información sobre el destino de los presos cristianos en Berbería, así como de su propia experiencia, viniendo a retomar de forma recurrente el tema de los cautivos y de los piratas turco-berberiscos del Mediterráneo.

Nada más llegar a Argel, la tripulación de la galera Sol que había sobrevivido al ataque berberisco fue llevada encadenada al mercado de esclavos de la ciudad para ser vendidos como bestias. Suponemos que a Miguel se le ahorró este humillante trámite, ya que al hallársele las dos cartas de recomendación que llevaba encima en el momento de ser capturado, una de don Juan de Austria, un auténtico mito en el mundo turco-berberisco desde la aplastante victoria de Lepanto, y otra del duque de Sessa, Virrey de Sicilia, se le adjudicó directamente al lugarteniente de la galera que los había apresado, Dalí Mamí, el Cojo. A Cervantes se le tuvo desde el principio por un personaje de gran importancia y muy principal, por lo que se puso un altísimo precio a su rescate: quinientos escudos de oro, una cantidad que la humilde familia del escritor no podría jamás ni soñar con reunirla. El mismo Cervantes nos cuenta cómo su amo, Dalí Mamí, «le tuvo en lugar de caballero principal y como tal le tenía encerrado y cargado de cadenas». Su hermano Rodrigo fue reservado a Ramadán Pachá, el beylerbey —«rey»— de Argel.

LA TOPOGRAPHÍA DE ARGEL

Aunque este es uno de los períodos más documentados de la vida de Cervantes, es también, paradójicamente, uno de los más enigmáticos. A estas alturas Cervantes sigue siendo un completo desconocido —aún no había publicado ninguna de las obras que lo harán tan célebre—, sin embargo su nombre y parte de sus peripecias durante estos cinco años de cautiverio aparecen en la obra que se ha tomado como referencia para el estudio de esta etapa crucial en la vida del escritor del Quijote: la Topographía e historia general de Argel, escrita por un jesuita portugués, Antonio de Sosa, quien compartió cautiverio con nuestro escritor.

Topografía e historia general de Argel es un auténtico compendio de todos los aspectos curiosos de esta inigualable metrópoli, desde su geografía, sus costumbres, su historia, hasta las terribles experiencias, torturas y tormentos sufridos por los cautivos cristianos a manos de sus amos. Pero lo más importante es que Antonio de Sosa compartió cautiverio y amistad en el mismo «baño» que Cervantes, y no hay duda de que compartirían también experiencias e impresiones en esos duros momentos, sellando una sólida relación de camaradería que en estos casos tan extremos de la vida de las personas hacen más llevadero el purgatorio. Una de las necesidades que Cervantes echaba más de menos en estos momentos era la de compartir amistad y conversación con alguna persona culta y elevada, y lo encontró en el jesuita, quien le nombra en muchas ocasiones en su obra, aportándonos datos impagables sobre este período de la vida de nuestro futuro escritor.

Antonio de Sosa fue capturado en 1577 en la galera San Pablo de la Orden de Malta, y sufrió cautiverio durante cuatro años, por lo que compartiría con Cervantes los tres años que van desde su llegada a Argel en 1577 hasta la puesta en libertad de Cervantes en 1580. Antonio de Sosa ha sido identificado últimamente como el verdadero autor de Topographía e historia general de Argel (Valladolid, 1612), atribuida a fray Diego de Haedo, quien publicó la obra después de la muerte de Sosa.