Eramos contados con las dos manos y nos tocaba realizar una serie de trabajos livianos.
Todos hombres inválidos.
Unos carecían de los dedos en la mano; otros les faltaba un pie, un brazo, o las dos manos. Uno de nuestros compañeros tenía lepra y otro más era totalmente ciego. Unos ingresaron ya baldados y esos perdieron un miembro en el penal después de recibir la gran sorpresa y la inmensa desgracia de quedar vivos luego del accidente sufrido.