Nota del autor
Los sucesos que se narran en esta novela están inspirados en acontecimientos históricos reales. Así, al lector le será muy sencillo identificar los atentados contra De Gaulle, que ocurrieron tal y como se describen en estas páginas, las actuaciones golpistas de generales como Salan contra la V República Francesa o las acciones terroristas de la OAS, así como del FLN, en París. Del mismo modo ocurrió la Guerra de Independencia Argelina (1954-1962), el juicio en Jerusalén contra el antiguo nazi Adolf Eichmann (concluido el 15 de diciembre de 1961) o la represión policial en la llamada Batalla de París (17 de octubre de 1961), que incluso hoy en día se recuerda en unas placas conmemorativas ubicadas en la orilla este del Pont Saint-Michel.
En torno a esos hechos me he permitido la licencia de ubicar a personajes tanto reales como ficticios para dotar a la narración de una mayor flexibilidad y verosimilitud.
El comisario de policía Maurice Papon fue un personaje real, que efectivamente pasó de apoyar a Petain en la llamada Francia libre controlada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial a ser un importante cargo de los gobiernos de De Gaulle, entre los que se contaron gobernador de Argelia y prefecto de policía de París. Nunca se enfrentó a las responsabilidades penales de sus excesos como comisario, pero sí fue juzgado por crímenes contra la humanidad en 1998. Se le declaró culpable de la deportación de judíos franceses para su internamiento en campos de concentración alemanes entre 1942 y 1944. Condenado a diez años de cárcel, pasó poco tiempo en prisión por motivos de salud. Apeló hasta agotar todas sus posibilidades y en el 2002 se suspendieron todas sus penas por motivos médicos. Murió en el 2007.
La conocida actriz Linda Darnell, musa de Otto Preminger en sus primeros años, es reflejada con el detalle que nos permite la fascinación por ella y su obra fílmica, así como su biografía Hollywood beauty. Linda Darnell and the american dream, firmada por Ronald L. Davis. El viaje a París, tal y como se narra, es conjetural. No ocurrió, pero pudo haber sido, puesto que por estas fechas de 1961 el tercer matrimonio de la estrella de cine hacía aguas. Linda moriría poco tiempo después, con tan solo cuarenta y un años, por las quemaduras sufridas en un incendio de causas indeterminadas. Algunos autores creen que se quedó dormida mientras fumaba.
El personaje de Claire está libremente inspirado en la ayudante real de la Darnell, llamada María Flores, a quien descubrí en la citada biografía, cuando este personaje ya estaba pergeñado y había cobrado vida propia en mi cabeza.
Ramón y Manuel Sandoval son dos personajes ficticios, pero perfectamente plausibles en la coyuntura del París de los exiliados. En ellos se conjugan datos reales de múltiples casos conocidos de republicanos exiliados (Historia de los españoles en la II Guerra Mundial, de Alfonso Domingo, o Los viejos camaradas, de Santiago Carrillo, entre otras) con la imaginación del autor. Su espíritu es el de una época de grandes luchas, ideales y compromisos que, como la propia luz del neón, y los mismos sueños, cambian, se deforman o se fracturan con el paso del tiempo.
Corot, Rafael, Pep, François, Abdelkader y Marcello son personajes ficticios, aunque con elementos reales en algunos de ellos, que hacen posible, con sus pasiones y actitudes, el sostenimiento y el avance de la trama de esta novela.
Como es sabido, son personajes históricos Malraux, cuyas creaciones literarias (L´espoir) y fílmicas (Sierra de Teruel) inspiraron esta obra. Son personajes reales: José María Areilza, ministro de Asuntos Exteriores enviado a París en estos años (cuyas memorias ofrecen abundantísima y fascinante información sobre ese período histórico en París), el intelectual Semprún, el falsificador Domingo Malagón... y el gran Albert Camus (Crónicas argelinas, El extranjero). Su presencia se ha tratado siempre con el respeto que estas figuras merecen y mostrando su lado más humano, sin traicionar ni las ideas que plasmaron en sus obras ni su espíritu.
Para conocer la realidad francesa resultaron especialmente útiles tanto la obra de Claude Lanzmann La liebre de la Patagonia, como las memorias de De Gaulle, sin olvidar los periódicos del momento, en especial La Vanguardia, cuya hemeroteca utilicé en numerosas ocasiones. De entre todas las obras consultadas para acercarme a los sucesos de la guerra argelina destacó Historia del FLN, de Jacques C. Duchemin.
Por tanto, esta novela pretende ser un fresco que, a base de una buena documentación, hable con verosimilitud de un período crucial de la historia, pero utilizando personajes tanto reales como ficticios para ello. Las historias personales, que son el nervio de la obra, corresponden completamente a la imaginación.
Estas letras no hubieran sido posibles sin la ayuda de muchos historiadores, ya citados, y sin la conversación con algunos buenos amigos, como Carlos Taillefer, cuyo conocimiento sobre el desierto argelino fue fundamental, y Fernando Marañón, cuyas lúcidas aportaciones arrojaron luz sobre formas y contenidos. A los dos, gracias por vuestra generosidad.
Creo también justamente necesario agradecer las magníficas sugerencias literarias de Carlos Pujol, inefable lector y fordiano incorregible, y de Gregori Dolz, mi editor.
Gracias, también, a Patricia, por permitirme seguir robándole horas a nuestras madrugadas juntos.