Capítulo 12

Para principios de marzo se había programado en la sala magna de la nueva Cancillería del Tercer Reich la presentación de la ópera de Wagner “Tristán e Isolda” era la alternativa válida para terminar de una buena vez con Hitler.

Antes de partir, Max sacó de su cofre el preciado Fragmento del Edén y se despidió de los suyos.

Una suave llovizna caía, era el 7 de marzo de 1945, por fin iba a poder verse frente a frente con ese hombre que otrora fuera su líder.

Max abonó la habitación en el hospedaje donde se alojó en otras instancias.

Al día siguiente se llevó a cabo la exposición, había un importante dispositivo de seguridad de las Waffen SS, Max se había vestido como agente de la Gestapo para pasar desapercibido, pero llevaba consigo el Fragmento, la doble hoja oculta bien acomodada entre sus ropas y la pistola que solía usar Emil.

Pronto arribaron los invitados, la imponente residencia comenzó a llenarse de público.

Al cabo de veinte minutos aparecieron tres Mercedes Benz 770 y color negro adornados con las banderas del Tercer Reich, sumado a esto en cada uno de los costados donde se había aglomerado la gente se encontraban soldados de las SS con sus uniformes negros portando estandartes con la cruz esvástica y de las Juventudes Hitlerianas que entonaban el Himno del Nacional-Socialismo.

Un subalterno de las SS se acercó al primer automóvil del que descendió la familia Goebbels en su totalidad, el Ministro de Ilustración y Propaganda y los suyos entraron a la Cancillería protegidos por diez soldados de las SS provistos de fusiles Kar 98k.

Otro integrante de las SS se aproximó al segundo vehículo y bajaron Himmler, Göring y Keitel, mariscal de campo.

Por último descendió el Führer acompañado de su esposa, Eva Braun, saludó a la multitud e ingresó a la edificación, a la vez que Max consiguió cruzar la barrera humana y mezclarse con la concurrencia.

Una vez dentro de las instalaciones de la Cancillería, Max buscó la sala egregia donde se iba a presentar la función y se vistió como uno de los teloneros, el Führer estaba sentado en la primera fila de butacas con sus colaboradores cercanos.

Mientras tanto Max, estudiaba el modo en que podía acabar con Hitler, se ubicó detrás del telón y no quería cometer un error fatal, algunos de los organizadores del evento cultural observaban al Asesino y murmuraban entre ellos por lo que debió retirarse del lugar.

Luego de 150 minutos de actuación se dio por finalizada la ópera y todos se pusieron de pie para aplaudir a los actores, entretanto Max acabó con uno de los centinelas y se vistió con el uniforme negro, ahora contaba con un fusil Kar 98k con mira pero no obvió su hoja oculta.

Transcurridos diez minutos el contingente oficial dispuso a retirarse y en primer lugar lo hizo Goebbels con su progenie, seguidamente Göring, Himmler y Bormmann, hasta que por último salió Hitler con su consorte Eva Braun.

Simultáneamente uno de los soldados de las Waffen SS encontró el cuerpo del guardia atravesado con la daga del Asesino por lo que puso en alerta a los demás.

Max al notar de lo que sobrevenía se mezcló en el gentío y cuando el líder del Tercer Reich se decidía a salir se puso delante de él con una agenda y le expresó con gesto cándido: —Quiero un autógrafo suyo, Mein Führer.

Estaba a punto de firmar cuando en una dejadez de la custodia, Max aprovechó para hundir la hoja oculta en el abdomen del dictador haciendo que se desplomara al suelo largando borbolleos de sangre.

—¡Maten al Asesino! —gritó Goebbels.

De inmediato Max salió de allí y tras él fueron a seguirlo diez soldados de las Waffen SS por lo que se batió en duro combate cuerpo a cuerpo empleando la hoja o disparando con la pistola.

A todo esto tomó intervención Himmler rodeado por una decena de soldados de las SS e intentando calmar a la gente sostuvo: —Atención a todos los presentes, les pido estén tranquilos porque la persona que pereció en manos del criminal no es nuestro Führer, sino que se trataba de un actor, para serenidad de todos es mi obligación decirles que ahora se halla en Obersalzber junto a Fräu Eva Braun.

Transcurrieron tres horas del frustrado asesinato de Hitler, al confirmarse que el Führer no estaba en Berlín, los batallones dejaron de buscar al Asesino.

Tres días más tarde, Max se decidió por viajar a Obersalzber y localizar a Hitler en su hogar de descanso llamado Nido del Águila.

El Asesino iba con el capote de uniforme de sargento de la Wehrmacht, fue equipado de igual manera que en la ocasión anterior salvo que llevaba una ametralladora sTg 44 y manejando una motocicleta BMW Zundapp, pero debajo del gabán de la vestimenta militar llevaba el atuendo oscuro de Asesino y el Fragmento del Edén.

Cuando arribó al puesto de control, un soldado de la Wehrmacht se le arrimó realizando el saludo del Nacional-Socialismo.

—Muéstreme sus papeles y motivos de la visita.

Max le presentó una libreta falsificada al guardia y le contestó: —Vengo a entregar una carta al Führer de parte del Reichkomisar Herr Inquart.

—Lamento comunicarle que el Führer partió esta mañana temprano rumbo a la Cancillería, se la daré yo-le respondió el centinela mirándolo con recelo.

—Es que Herr Inquart me encomendó que se la diera personalmente —se excusó Max.

Y sin dar más rodeos Max se marchó de allí. No habrá hecho dos kilómetros cuando escuchó que por detrás suyo venía un camión Opel Blitz y veinte soldados de la Wehrmacht, armados con fusiles Gewher 43 uno de ellos disparó y la bala rozó cerca del hombro izquierdo del Asesino sin ocasionarle lesión, su respuesta fue un disparo con la Colt que alcanzó a herir a uno de los soldados.

Entretanto el vehículo se adelantó y Max se metió en un sendero por donde les era imposible a los nazis pasar con el coche de asalto.

El Opel Blitz se detuvo y uno de los guardias manifestó: —Este Asesino es un cobarde, porque huye de nosotros, hay que adentrarse en la fronda y acabar con él, por último entregaremos su cabeza al Führer en una bandeja de plata.

Simultáneamente Max se había introducido en el bosque, preparó su hoja y recargó la pistola, sin hacer el menor ruido para no alterar a las aves se escondió debajo de una maraña de árboles caídos, permaneciendo inmóvil.

Mientras tanto la patrulla venía allegándose, pronto se detuvo, un uniformado de la Wehrmacht dijo a sus compañeros: —Aquí hay rastros, debe andar por aquí, pero no creo que llegue lejos porque más adelante está todo minado; no veo las horas en que terminemos con ese villano.

—Oye Paul —expresó uno de sus compañeros— ¿Hasta cuándo vas a estar lamiéndole el culo a todos esos jefes cabrones por culpa de un infame malhechor que vive burlándose de nosotros?

El soldado se volvió hacia el otro y con aspereza le increpó: —¡Vuelves a decir eso y te vuelo la tapa de los sesos!

—No me causas miedo, rata de desagüe, mátame si quieres en este momento.

Esa contestación fue suficiente como para que se agarraran a los golpes, los demás soldados entraron a apostar por el que le había contestado al tal Paul: —¡Vamos Helmut, castígalo!

Max valiéndose de esa discordia se les apareció de sorpresa y aplaudió diciendo: —El peor pecado en un grupo es que haya desavenencia, por un lado un hombre deseoso de ir como un perro faldero ante sus superiores para que le recompensen de sus logros y así pisotear a sus compañeros y por el otro un soldado agotado de tanta mierda y espanto, he aquí las dos caras de una misma moneda ¡Qué dramático!

Los soldados apuntaron con sus fusiles a Max, pero el Asesino sacó de sus ropas el Fragmento del Edén cubrió su rostro y el Fruto se tornó resplandeciente, los uniformados se atemorizaron y uno de ellos prorrumpió en gritos: —¡Larguémonos de aquí! ¡Rápido! ¡Tiene en sus manos el Poder de la Ira de Yahvé!

Los nazis abandonaron la espesura y se fueron corriendo dando gritos, Max frotó el Fragmento y lentamente el centelleo se desvaneció.

Max subió en el camión que había quedado abandonado y fue rumbo a Berlín, al llegar a la capital del Reich se halló ante un importante despliegue de tropas y vehículos, sumado a ello pasaba un camión Mercedes Benz con un altoparlante que decía: —Se le pide a los ciudadanos de Berlín que colaboren con los Servicios de Seguridad y el ejército con datos sobre el Asesino encapuchado suelto que hace tiempo viene provocando muertes injustas a nuestros valientes soldados y a los civiles, cualquier habitante que sepa algo de él o que lo vea, deberá dirigirse a la dependencia más cercana de las Waffen SS o del Heer a fin de aportar novedades al respecto y toda aquella persona que se niegue a brindar noticias será ejecutada por conspiración” Max detuvo el camión en una de las callejuelas cercanas a la Cancillería, cuando vio a dos soldados de la Waffen SS armados con una ametralladora sTg 44, hizo un chiflido y se escondió, los soldados fueron a ver pero se encontraron con la letal hoja oculta perforando sus cuellos.

Max continuó caminando sin quitarse su ropa de sargento de la Wehrmacht, subió en una Kettenkraftrad y manejó hacia la Cancillería, un centinela con uniforme negro de la SS se le acercó diciéndole: —Su identificación Sargento Max le pasó la documentación y el soldado contestó:— Tiene que renovar su libreta, está estropeada; pase.

Max entró a la Cancillería, había allí otros soldados, algunos lo observaban y susurraban entre ellos, caminó hacia la galería principal donde había sillones en ambos costados y cuadros, también se podían apreciar candeleros.

Unos veinte soldados de las einsatzgruppen al frente de un teniente vinieron en dirección a Max, pero pasaron de largo, súbitamente una puerta se abrió y apareció Hitler totalmente fuera de sí.

—¡¡Cómo es posible que no puedan acabar con ese Asesino!! ¡¡Mis hombres más calificados tuvieron que morir!! ¡Búsquenlo y tráiganmelo ante mí, que con mis propias manos le arrancaré su corazón!

—Aquí me tiene, Mein Führer —fue la contestación de Max, al tiempo que se despojaba de los atuendos militares.

—¡Detenedlo! ¡Detenedlo! —ordenó impetuosamente Hitler— y diciendo esto se encerró nuevamente.

Los soldados fueron hacia Max, pero el Asesino sacó rápidamente el Fragmento del Edén y se cubrió su rostro mirando a otro lado, un destello semejante a los rayos del sol salió del artefacto pero no despedía calor.

—¡Jesús Misericordioso! —gritó uno de los uniformados— ¿qué es eso?

—¡Vámonos de aquí! —fue la exclamación de otro.

Conforme la luz incrementaba su energía, los de las SS iban quedando amontonados en el corredor, por su parte Max se sentía extenuado y vinieron más refuerzos, consecutivamente tomó el Fruto, un soldado realizó un disparo con su pistola Luger, pero escasamente rozó la superficie de la Pieza del Edén..

Un nueva irradiación brotó de la reliquia esférica y los soldados permanecían petrificados por el miedo resultando aglutinados por todo el corredor o se mataban entre ellos.

Max tenía sensación de debilidad, el fulgor del Fragmento se disipó y vio los cadáveres en el suelo.

La puerta se abrió por segunda ocasión y salió Hitler diciendo: —Veamos qué tan poderoso eres Asesino y si puedes vencerme-manifestó Hitler trayendo en su mano la Lanza de Longinos montada en una especie de vara.

El artilugio de Hitler soltó una terrible luminosidad, superior a la del Fragmento, acompañada por un fuerte impulso que echó al Asesino a un trecho de dos metros.

—Me desilusiona Mayor Von Hagen, por eso nadie pudo eliminarme porque siempre me acompañó este tesoro.

Max se incorporó, levantó el Fruto y se multiplicó en ocho Asesinos.

—¡Qué fantástico Mayor Von Hagen! Su truco no me impresiona.

Rápidamente llegaron diez soldados de las SS provistos de fusiles Kar 98k con bayoneta liderados por un Coronel.

—¡Elimínenlo! —ordenó Hitler.

Los soldados tiraron sin cesar y las figuras de Max fueron desapareciendo quedando la verdadera, una de las balas había impactado en su abdomen, pero gracias a la malla y al peto pudo aminorar el balazo, igualmente perdía sangre, Hitler hizo un movimiento brusco con la lanza de Longinos y el Asesino quedó levitando, por infortunio se le cayó el Fragmento del Edén, los del pelotón quedaron desfallecientes.

—¡Qué triste final el suyo Mayor Von Hagen! Su leyenda se apagará hoy día.

Max estaba como congelado, parecía que el aire le faltaba y que en breve su corazón le estallaba, Hitler levantó el Fruto del piso y le revisó sus ropas hasta hallar el Medallón de Thule.

—Gracias Mayor por su contribución-le expresó Hitler provechosamente —con estos tres elementos juntos podré concretar el sueño de Germania ¡Y todo el mundo se arrodillará ante el Tercer Reich!...Lástima que usted no se dará el honor de ver eso.

Tras pronunciar esas palabras se alejó de allí, transcurridos varios minutos Max logró recuperarse de su parálisis, le dolía la herida pero no quería decaer, caminó hasta que encontró una bóveda secreta abierta, repleta de cirios encendidos y un águila del Tercer Reich de bronce y vio a un Hitler totalmente ansioso que gritaba: —¡Vamos, maldición!

El Führer no podía acoplar los tres elementos, sus manos temblorosas no le ayudaban.

—Se acabó Hitler-le dijo Max —Tu ambición ciega te ha llevado a este resultado final.

—Nadie puede contra el Führer-respondió Hitler.

—No se engañe anciano ¿De qué le sirvió sacrificar millones de vidas de desvalidos? —le inquirió Max— ¿Cómo le explicará a los ciudadanos sobre su derrota?

—Muchos no alcanzaban a ser personas como los judíos, los minusválidos, los maricas, eran débiles, necesitaban desaparecer y en cuanto al pueblo alemán...¡No me interesa!, que se embromen por haber confiado en mí, a la gente le gusta creer estupideces, se dejan influenciar por fantasías y dogmas vanos que le inculcan los políticos y la religión...¡Por eso las razas inferiores deben desaparecer de la faz de la tierra y darle lugar a una nueva estirpe inteligente que no deje dominar sus mentes!

Hubo una elipsis y Hitler hizo el ademán de mover el Fragmento pero con fuerza Max le tomó de su antebrazo derecho provocando que se le cayera y posteriormente le apoyó la hoja oculta debajo de su mentón —¡Mátame Asesino!— le gritaba retador Hitler.

—No... será un duelo entre hombres, sin armas, máquinas ni guardias —contestó Max tirando sus elementos de lucha al suelo Hitler embistió con bronca contra Max pero su contendiente le hizo una zancadilla haciéndolo caer.

—¿Cómo es posible que alguien que hizo aterrorizar a millones de indefensos se deje vencer fácilmente? —le preguntó Max impresionado.

—¡Unehelich! (bastardo) ¡Te colgaré de tus pelotas en un gancho como hice con los que quisieron matarme el año pasado —e intentó golpear a Max pero el Asesino esquivó el puño propinándole una trompada en la mandíbula izquierda haciéndolo trastabillar y caer al suelo.

—Se terminó Mein Führer —le manifestó Max.

Pero Hitler recobrando su sangre fría manoteó la Lanza y golpeó contra el mosaico, súbitamente el adoquinado se rasgó en dos y el artefacto soltó una potencia sobrenatural semejante a un torbellino, una figura difusa y fantasmagórica comenzó a recorrer el lugar, Max alcanzó a tomarse de una de las pilastras sin mirar el fenómeno y la energía de la Lanza expulsó a Hitler lejos, haciendo que desencajara un grito de pánico mezclado con furia, mientras tanto las paredes y los pilares estaban por entretanto el Fragmento del Edén estaba próximo a caer al vacío, pero el Asesino alcanzó a recobrarlo y también pudo rescatar sólo uno de los diseños de sus armas, en cuanto al Medallón de Thule no lo pudo recuperar porque cayó a las profundidades.

Max salió del lugar del derrumbe con el Fragmento en su mano, había sido testigo de cómo Hitler fue arrojado a vaya saber qué punto.

Todo aquello le había resultado un sueño, observó detenidamente el Fragmento del Edén y pensó para sus adentros: —“Esto debe estar fuera del alcance de cualquiera que intente apoderarse de él.”

A medida que iba alejándose pensaba en el desenlace que pudo haber tenido Hitler tras ser derribado por esa violencia prodigiosa.

Mientras tanto, los soldados escapaban atemorizados y se oían las sirenas que sonaban.

Dos días después Max volvió a Múnich, todos se alegraron al verlo de nuevo.

—¿Así que derrotaste a Hitler? —le preguntó Paola.

—La Lanza de Longinos impulsó una energía indescriptible que desalojó a Hitler quién sabe dónde, dudo que lo haya matado, pero estoy satisfecho de todos modos porque desbaraté por completo su objetivo principal que era convertir a Alemania y al resto del mundo en Germania-contestó Max —aunque me hubiera gustado darle muerte.

—Hiciste mucho más de lo que esperábamos de ti —le respondió Paola.

—Depositaré el Fragmento del Edén en un sitio seguro, tiene una potencia inefable y si cae en manos erradas causaría una catástrofe, hasta que la encuentre alguien digno y prolífico.

Max guardó el Fragmento en las catacumbas de la Iglesia de los Teatinos y San Cayetano y selló la cripta con una clave escrita en latín. Seguidamente redactó una carta a Leonid.

“Múnich, 23 de febrero de 1945

Estimado Leonid:

Te escribo para informarte que el sueño de Germania ha sido desmantelado, sin la Lanza de Longinos, el Medallón de Thule y el Fragmento del Edén, la historia será diferente, no me perdono que no lo matara, aunque la fuerza asombrosa de la Lanza de Longinos lo despachó al infinito.

Ahora me pregunto qué destino nos aguarda a todos, qué lección nos va a quedar de estos acontecimientos, y por último, ¿valió la pena que muriera gente honrada? Se nos vienen tiempos espinosos, pero como Hermandad debemos estar en cautela como el águila que observa desde la cima de una torre.

Afectuosamente.

Max Von Hagen”

Fin