Mi soldador:
Encontré un libro sobre turborreactores. Estaba en el bolsillo de una chaqueta tuya. Y la chaqueta estaba embutida encima de las vigas del cuarto que llamabas la «habitación del compañero[*]». La metiste ahí para tapar las rendijas y que no entrara el Norte.
Me acordé de ella porque necesitaba un botón grande para un abrigo que le estoy haciendo a Sahar, y fui y la saqué. El libro es de cuando estabas en Cartago, es uno de esos de la colección Que Sais-Je. En francés.
El nombre de la colección me hizo gracia entonces, y años después todavía me la sigue haciendo. Sabemos todo lo que necesitamos saber, pero no nos alcanzan las palabras. Lo que no sabemos ni sabremos jamás es lo que va a pasar a continuación.
Al cogerlo, el libro se abrió por un diagrama que habías dibujado tú en una página en blanco. Bajo el dibujo habías anotado los nombres de las piezas. Era tu letra. Y, de pronto, me sorprendo leyendo un poema de amor. «Moteur de lancement et excitatrice › génératrice › chambre de combustión › turbine!»
¡Un auténtico poema de amor! ¡Esto es lo que produce en la imaginación la castidad prolongada!
Le quité todos los botones.
Tu acetileno