De soldador a soldador.
Un millón de trabajadores del gremio en el Tercer Mundo. Se dedican a desmantelar para chatarra los grandes aviones de transporte y los grandes buques de pasajeros del Primer Mundo. Una vez retirados del servicio y varados, después de haberles quitado toda la madera y todo el material aislante, abren el casco con sopletes de acetileno. Donde quedan restos de petróleo o de gasolina, la llama del soplete puede provocar explosiones. No llevan indumentaria de trabajo que les proteja, o si la llevan, es mínima. En la playa de Tossa se producen entre veinte y treinta accidentes diarios. Salario de uno de estos soldadores: un dólar al día.