RÉQUIEM APERTO PARA UMBERTO ECO

Nada fue el accidente:

sólo un susto.

Volver atrás y hallar

el coche destrozado; y oír lejos

—desde las mesas asomadas

a la terraza de una trattoria

tu inconfundible voz de jesuita

llamándonos a gritos;

y luego la comida

con Vittorio y con Carmen

sollozando mientras Furio

intentaba explicarle a tu mujer

que el otro no tenía

la culpa y que hubo suerte

pues la velocidad te sacó afuera;

y yo per scherzare

aseguré que un día

iba a escribir un réquiem para ti

un réquiem que sirviera

para mil ocasiones

abierto a mil maneras de morirse

y que ahora empiezo así

—inevitable en lengua castellana

tan trágica la pobre—.

¡Umberto ah Umberto!

¿Quién podía pensar mi viejo amigo

que aquel día

(aquí poner la fecha o el mes o la estación)

bajo el sol (o la lluvia)

iba a escapar tu sombra

hacia las sombras?

¿Qué destino fue el tuyo?

¡Ah no supimos!

(aquí la enfermedad o el accidente;

en caso de suicidio

mencionar tu vivir atormentado;

de asesinato: maldecir

la alevosía; y si la muerte

te sorprende en un cuarto de hotel

alquilado por horas y en los brazos

de una joven alumna

hablar tan sólo de tu valentía

de tu impávido gesto)

nadie supo

ayudarte a vivir ¡oh Umberto! cuando

aún era tiempo. Y hoy

recordamos tan sólo recordamos

tu (aquí debe citarse alguna frase tuya

el título de un libro si es posible)

y tu palabra entre nosotros queda…

Bien; podría seguir aún: mas creo

que hay que dejarlo en puntos suspensivos.

Me parece que ha de gustarte así

y así se queda

esperando al poeta que algún día

los habrá de terminar con miglior plettro.

(de Algo sucede)