LAS MUJERES DE ANTES

En los paseos junto al mar

en las sillas de mimbre de los bares

reclinadas en suaves chaises-longues de terciopelo

fumando cigarrillos atrevidos y exóticos

vestidas de colores muy decentes

o en lugares cerrados y más íntimos

mirándose al espejo

retocando sus labios y empolvándose

las mujeres de antes parecían irreales

eran como otra cosa algo distinto

pero cuando nos daban caramelos

o las fotografiaban de perfil

todos todos sabíamos que aquello se acababa

que no podía ser

que la hermosa película no iba a continuar siempre

y que la extraña joya que al parecer tenían

escondida en los pliegues del escote

o quizás entre las piernas

iba a volverse pronto mercancía barata

que ellas eran como nosotros

con sus deseos y melancolías

con sus trabajos y su desengaño.

Y entonces ¿para qué fingirse diosas

si ni ellas lo querían

y para qué tanto suspiro absurdo

tanta mano bellísima frotando en solitario

tanto dedo en saliva

si de la fiesta aquella sólo iban a quedar

algunos viejos cuadros y montones de cajas de sombreros

llenas de fotos ocres junto a discos partidos?

(de Del tiempo y del olvido)