EL BUEN AMOR

Pared contra pared la soledad más fea

y amarilla

te encerró te apartó de todo lo que amabas

o era tuyo

y con pasos de zorra

se metió en el reloj y empezó a trastocar

todas las horas

para que no supieses ni pudieras notar

que terminaba

tu tiempo en el festín

y así fue como un sucio desaliento se echó

sobre tus hombros

tal un pájaro enorme en una madrugada

sórdida y cruel

con aires de desgracia

y fue entonces recuerda cuando en el abandono

o desamor

pronunciaste su nombre repetiste su nombre

como un niño

perdido entre la sombra.

Por azar o conjuro tal nombre te ha devuelto

a los días

de la más clara luz y ahora notas la brisa

el fresco olor

de un sitio que conoces

de una casa rodeada de flores y senderos

donde el sueño

cruza por galerías altísimas y blancas

como velas

de un navío al largar

y jugando te ocultas al final de un pasillo

y aguardas

que llegue la muchacha que quieres y la asustas

con las hojas

de un ramo de laurel

y cuando ella se ríe contra tu pecho huérfano

ya sientes

que su piel y su pelo tienen gusto de mar

que está temblando

y que sus labios queman.

Ahora ya no despiertas en horas miserables

cuando un frío

de angustia estremecía la noche en bancarrota

acuchillando

tu cansancio hasta el alba

ni tienes pesadillas o apariciones súbitas

ojos sin rostro

de personas que amabas y desaparecieron

alejándose

tal faros en la niebla

y tampoco es preciso que cuentes hasta mil

o que enciendas

todos los cigarrillos que tu insomnio pedía

para alcanzar

la total desmemoria

ya que todo es distinto cuando ella está contigo

cuando sientes

que respira en la almohada junto a ti y que sus manos

te acarician

mientras el sueño cae.

No quieras indagar deja perderse el humo

el turbio vaho

de años de penitencia: un tiempo que fue tuyo

y que ahora

no reconocerías;

sube hasta los balcones de la mañana y canta

canta sin más

a la esperanza al viento a los caminos que aquí

te devolvieron

por conjuro o azar

y dile a esta muchacha lo que antes no sabías

cuéntale

que cruzabas perdido por lugares sin nombre

que fuiste

enfermo y ella te sanó

que escuchando su voz te sientes renacer

y amas la vida

porque te ha dispensado la fortuna y la gracia

de conocer

el hondo el buen amor.

(de A veces gran amor)