SALIDA DE LA BELLA HORRIBLE LIMA
Yo escapé del hotel al aeropuerto
en esa hora de Lima por la tarde
cuando la enorme nube brilla como rosada
por culpa del neón de la Colmena en esa hora
cuando Antonio Cisneros comienza a escudriñar
en el fondo vacío de los vasos de pisco
y cuando en su refugio de Barranco
César Calvo sudoroso y gastado igual que un héroe
antiguo con actitud y empeño que nadie dudaría
en definir como hondamente revolucionarios
le enseña a alguna joven adúltera y burguesa
lo que es el verdadero y único compromiso político.
La ciudad se borraba velozmente
detrás del empañado cristal del autobús
y mis días limeños se juntaron
en sucesión de imágenes y olores despiadados
como en una sesión con mucha hierba:
el Padre Urraca huía perseguido
por una hermosa diabla con las tetas al aire
alguien me preguntaba por mi hermano
una tanqueta de la policía barría a manguerazos
a grupos de estudiantes en las calles del centro
mientras todo eran gritos y coca en la gallera
y el hedor de anchoveta subía de El Callao
amparado en la niebla del condenado río.
Dios no me quedó tiempo sino para embarcar
en el último instante cuando ya me voceaban
hundirme en la butaca del jet como un cabrón
y ansiar ansiar el sueño mientras la luz ordena
bájense pantalones no fumar
coloquen sus cadáveres en posición correcta.
(de Bajo tolerancia)