DE PENSIÓN
Sus modales eran perfectos.
Iba de luto riguroso
con los cabellos recogidos
formando un moño con peineta.
Perdió primero a su marido
y años después murió su amante:
coloreados ambos rostros
presidían el comedor.
Con lo que pudo reunir
tomó dos pisos de un rellano
con ascensor y eso le daba
un gran prestigio en todo Argüelles.
Él vivió en el cuarto derecha
—se llamaba de los estantes
es decir de pensión completa—
y era el otro de recibir
a las parejas sigilosas:
gente pulcra y muy aseada
y discreta que iba llegando
por separado. Alguna de ellas
llevaba cesta de la compra
y ellos con gafas y el ABC.
Y él la apreciaba porque siempre
le llamó el catalán bonito.
(de Las horas quemadas)