IDILIO Y MARCHA NUPCIAL
Y vi que todo era vanidad
y apacentarse de viento.
(ECL., 2, 11)
I
Mirad a los amantes vedlos
en la apacible umbría del jardín.
Entre el susurro como un vuelo de plumas
gemebundas entre el ir y venir
de nobles pensamientos
se palpa la presencia del amor
de su severo y principal mandato.
Los amantes se aman señoras y señores
con seriedad canónica. Ahora
queda muy lejos todo aquello
del arrebato pasional ¡oh fruto
nefasto de poetas licenciosos
de un mal llamado Renacimiento
histórica y humanamente despreciable!
El camino del hombre está marcado
por leyes sempiternas y además
la autoridad ha establecido claras normas
para estos menesteres. Los amantes
deben acomodarse al juicio exacto
a la moral more geométrico demonstrata
a los capítulos al fin primordial
al uso y no al abuso res pudendae.
Éstos son los preceptos éstas son
las razones. Los amantes prosiguen
su trabajoso amarse y se aman observadlo
día tras día hasta la culminación
de este proceso necesario. Pues ahora
en la etapa preparatoria de las nuptiae
es cuando deben sentarse los cimientos
de este gran edificio cual es
como todos sabemos la familia.
II
Pero vedlos más tarde. Ya llegaron
a la meta propuesta. Es el gran día.
Todo se dijo todo está cumplido.
Avanzan los amantes mientras
los familiares se voltean y el tumulto
de los curiosos y las flores y todo
está pagado y ella puso el armario
y la vitrina y él luce buen talante
papel seguro inteligencia activa
y la música suena retumba
crece hasta el cielo ya estarán los pollos
asándose en el Ritz ya se ilumina
la cara de la novia llantos hipo
la música la música ya llegan
hay un chaqué alquilado sonríen las amigas
todo está dicho qué calor y sigue
la Gran Marcha Nupcial enorme
viva que ya no cesará en los corazones
de los dulces amantes que sabedlo
seguirán no haya duda para siempre
amándose y amándose sin término.
(de Salmos al viento)