Palabras finales

 

Las palabras finales de este libro pueden significar varias cosas. Por un lado, pueden ser el comienzo de una aventura dentro de tu nueva familia; por otro, puedes haber visto que el desafío es grande y has decidido afrontarlo, o, quizás, todo lo contrario, y hayas entendido que las cosas no son fáciles y decides dar un paso al costado. Todas decisiones loables y plausibles. Lo más importante, recuerda, es la salud integral de nuestros hijastros y el desarrollo de una sana comunidad familiar.

 

Si has decidido tomar el rol de padrastro o madrastra, o reafirmarlo y seguir adelante a pesar de todo, quiero dejarte algunas palabras que pueden alentarte.

 

Hace poco miraba con Agustín la película Las crónicas de Narnia, el episodio de “El viajero del Alba”. Allí, una de las protagonistas, la pequeña Lucy, desea ser como su hermana mayor, Susan. La belleza de la mayor es deseada por Lucy a todo precio. Aun recurre a hechizos para lograr la figura de su hermana, a la que admira en demasía. En el instante en que el hechizo estaba surtiendo efecto, la pequeña tiene una pesadilla donde toma la forma de Susan y se está tomando fotografías con sus hermanos. En medio de las tomas fotográficas pregunta por Lucy; los hermanos le responden que no existe ninguna hermana más. Que solo existe ella, es decir, Susan. Es en ese momento cuando la niña despierta horrorizada y hace su aparición Aslan, el león, que le dice animándola:

 

No dudes de tu valor, si lo haces dejarás de existir.

 

Madrastra o padrastro, no dudes de tu valor. Sé tú mismo y expresa lo mejor de ti hacia tus hijastros, aun cuando no recibas rédito por ello. Ser padrastro o madrastra comprometidos y responsables es algo extraordinario. Eres un recurso escaso en medio de una sociedad que está llena de personas que solo miran sus intereses y solo se miran el ombligo. Tu valor agregado está en que has decidido ser parte de un ensamblaje de relaciones sanas y has tomado a tus hijastros como hijos de tu corazón. No hay precio que pueda pagar lo que estás haciendo y te aliento a que no bajes los brazos. No dudes de tu valor, no destruyas quien eres.

 

Deseo que este pequeño libro haya sido un aporte para el desafío de ser padrastros o madrastras y que en los años venideros podamos, juntos, elaborar mayores trabajos, libros y artículos que nos permitan ayudarnos en las tareas cotidianas que tienen las familias ensambladas. Deseo que, si eres un padrastro o madrastra, no dejes de esforzarte en esta gran misión. Quizás, o seguramente, no eres egoísta sino una persona que se ha desprendido de varias cosas para asumir este rol que tienes por delante. Le agradezco al cielo por tu aporte, tanto a la familia como a la vida de tus hijastros. Y recuerda: no estás solo en esta tarea. Después de leer este libro, quiero decirte que tienes a tu lado un copadrastro que está para ayudarte, acompañarte y aprender de tu experiencia. Y no olvides jamás que esta tarea tiene gratificaciones (o no); quizás en unos años (quizás no), tus hijastros parafraseen aquella frase de Mark Twain sobre los padres y digan:

 

Cuando yo tenía catorce años, mi padrastro/madrastra era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padrastro/madrastra había aprendido en siete años.